Un pirata de la Red no pierde el orgullo
El filipino Onel de Guzmán, sindicado como el culpable de "I love you", se ofrece para mejorar la empresa de Bill Gates.
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MANILA.- Onel de Guzmán no admite ni niega haber sido el creador del virus "I love you". Lo que sí piensa es que fue una manipulación muy astuta. "I love you es muy fácil de entender -dice, en fecha reciente, este alto y delgado joven de 24 años mientras come un plato de fideos-. Incluso si uno no habla inglés", responde inmediatamente.
De hecho, millones de personas en todo el mundo se mostraron suficientemente atraídas al abrir su correo electrónico el 4 de mayo de este año como para querer hacer clic donde decía: "Por favor vea la CARTA DE AMOR anexa que le envío". Lo que abrieron, sin embargo, fue un gusano-virus que destruyó inmediatamente los archivos de sus computadoras y se autoenvió a todas las personas que estaban en su agenda de direcciones.
Desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos hasta el Parlamento británico, pasando por corporaciones de todo el mundo, los sistemas de computaciones fueron derribados. Se calcula que los daños en escala mundial ascendieron a unos 10.000 millones de dólares.
Cinco meses después de haberse convertido en el principal sospechoso de haber creado el virus cibernético más destructivo de la historia, Guzmán está tratando de recuperar su anonimato. Ha aumentado de peso desde los días en que los periodistas acampaban en las afueras del departamento que compartía con su hermana, y cuando su foto apareció en la primera plana de los diarios de Manila. Ahora desea ser menos fácil de reconocer.
Además, Guzmán quiere advertirle algo a los creadores de Microsoft Windows: el sistema operativo más popular del mundo tiene demasiadas fallas de seguridad. De hecho, no le desagradaría trabajar para la empresa de Bill Gates. "Yo puedo mejorarle su sistema operativo básico", asegura. También experimentó con la creación de software antivirus y le agrada escribir el código Java.
Desafortunadamente, no pudo aceptar la oferta de Sun Microsystems para trabajar en el Java cuando ellos lo llamaron en el momento más crítico del frenesí publicitario. "A mi madre le preocupaba que si iba a los Estados Unidos, el FBI me arrestara", explica.
Mientras estaba oculto en casa de su madre y los fiscales trataban de decidir si podían acusarlo de un delito, su hermana recibió numerosas llamadas de empresas que le ofrecían empleo. Pero lo cierto es que estaba demasiado atemorizado por la posibilidad de ser arrestado, y ni siquiera pensó en ellas. Ahora, sus problemas legales están por terminar... o casi.
Filipinas carecía de una ley que castigara a los hackers o piratas computarizados y el Departamento de Justicia norteamericano decidió no presentar acusaciones legales contra él bajo la ley que castiga el fraude por tarjetas de crédito.
Se aprobó en Filipinas una ley relativa al comercio electrónico en junio último, con clásulas que atañen a los piratas del ciberespacio, pero no se puede aplicar en forma retroactiva al caso del "virus del amor". No obstante, la Oficina Nacional de Investigación (el FBI de las Filipinas) envió una moción en septiembre último en la que pide a los fiscales que reconsideren su dictamen.
El abogado de Guzmán, Roland Quimbo, que se encuentra a su lado en todas las entrevistas, dice prever que esa moción será descartada. Guzmán pasa sus días dominando el arte del relajamiento, como dice Quimbo. Se reúne con sus mejores amigos, juega al billar o a los videogames y bebe cerveza cuando tiene dinero. Dice que desea regresar a la escuela, aunque no al AMA Computer College, donde su tesis que defendía el libre uso de Internet mediante el robo de palabras clave fue rechazada.
Fue precisamente la tesis lo que hizo que se intensificara la investigación sobre Guzmán.
Era un chico común y corriente que se hizo adicto a los programas de computadora cuando se mudó a Manila, a los 14 años, y su hermana llevó a la casa una computadora personal que nunca usaba. Mientras estaba en el AMA Computer College compró libros adicionales y aprendió cosas que no enseñaban en los cursos normales.
"Puedo decir que en programación yo era uno de los mejores, pero no en otros cursos -reconoce, hablando en tagalo, el idioma más usado en Filipinas-. Odio la historia. Las matemáticas están bien. No me agrada el inglés, ni los poemas, ni los cuentos. Para mí, es una pérdida de tiempo."
En la escuela formó un grupo dedicado a la "programación subterránea" con ocho de sus condiscípulos.
"En tanto nos pagaran, no nos importaba quién recibía el crédito", cuenta Onel.
Alan Robles, periodista de Manila que ha escrito bastante sobre el mundo de los creadores de códigos y de virus, dice que muchos programadores jóvenes prefieren trabajar anónimamente para empresas extranjeras. "No les interesa reportar al gobierno sus ingresos", asegura.
El grupo De Guzmán también estaba pergeñando virus, dice Robles. Según el periodista, la comunidad de creadores de virus no se ha visto atemorizada por las repercusiones del incidente del "virus del amor" o la subsecuente ley contra hackers recientemente aprobada. "Han estado trabajando más intensamente que nunca para tratar de impresionarse mutuamente con virus cada vez más ingeniosos o programas de gusanos", agregó.
A Guzmán, sin embargo, le encantaría tener un empleo en los Estados Unidos, para poder aprender más cerca del tema que lo apasiona y trabajar con equipos más avanzados. "Si tuviera computadoras más rápidas, podría hacer algo más grande y mejor", asegura.
En cuanto al efecto que ha tenido el "virus del amor" en Filipinas, su supuesto creador no puede evitar translucir un poco de orgullo. "Ayudó a que Filipinas sea conocido como un país capaz de hacer programaciones. Antes del virus, los programadores que trabajan en Microsoft y otras grandes corporaciones no recibían el reconocimiento adecuado. Pero me he enterado que desde que surgió el virus, son más respetados."






