Una estrategia de horizontes diversos
En un mundo donde el poder se redistribuye geográficamente –con tendencia al Asia– y se potencia la incertidumbre, la Argentina debe implementar una estrategia de horizontes diversos de características dinámicas. Esto implica mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, los nuevos centros de poder y el exterior próximo, ante una constante evolución. Esta estrategia no puede ser entonces estática, sino que debe ser una "diversificación dinámica", analizando las variaciones de poder y reaccionando para maximizar en cada escenario el bienestar general de los argentinos.
En esta "diversificación dinámica" la misión más compleja es la de mantener buenas relaciones con EE.UU. y China. Pero la Argentina no es el único país que enfrenta este desafío. Las naciones del Asean –por ejemplo Tailandia, Singapur, Vietnam, Malasia e Indonesia– y Australia deben actuar con destreza ante esta rivalidad. Más cerca de nosotros, Brasil enfrenta el mismo dilema.
Las naciones del Asean se encuentran en una zona crítica para el comercio marítimo chino
Los países del Asean se encuentran en la primera línea de este enfrentamiento económico y potencialmente militar. Se han desarrollado y han progresado bajo la Pax Americana, pero deben hoy maniobrar ante una China más enérgica en su región. Si EE.UU. es la principal economía mundial y es importante para sus exportaciones, China es su principal socio económico, actuando como integrador de las cadenas productivas del Asia-Pacífico. Las naciones del Asean se encuentran además en una zona crítica para el comercio marítimo chino. Estos países están conscientes de que no tendrán gran influencia en el desarrollo de este conflicto en su región.
Australia se encuentra en una segunda línea ante esta rivalidad, con potencial bélico. Por un lado ha reorientado sus exportaciones –especialmente las de su sector minero– hacia el Asia, y en particular hacia China. Por el otro, ha peleado todas las guerras en los últimos 100 años junto a EE.UU. Y ha elevado su presupuesto militar para actuar en el Indo-Pacífico, junto a Japón y la India, ante una potencial amenaza china.
Brasil está más alejada del enfrentamiento entre EE.UU. y China. Pero Jair Bolsonaro ha adoptado la antigua estrategia del Barón de Rio Branco de alineamiento con los EE.UU., sumando marcados componentes ideológicos pro-Trump. Así, las relaciones con China han recaído en el vicepresidente Hamilton Mourão, más pragmático y representante del ala militar del gobierno, que parece hoy encarnar la visión estratégica internacional.
El expresidente Fernando Henrique Cardoso considera que Brasil se encuentra lejos de las dos actores principales de este pleito. Sostiene que Brasil tiene un compromiso moral con los valores de la libertad, la democracia representativa y los derechos humanos, que comparte con EE.UU. Sin embargo, cree que es demasiado temprano como para alinearse automáticamente con los EE.UU. Considera que Brasil debe analizar cada tema en cuestión, concordando con el profesor Joseph Nye, en cuanto a que si EE.UU. actúa en forma absurda, Brasil no está obligado a seguirlo. Cardoso cree que Brasil debe "jugar con ambas potencias", como lo hizo en su época Getulio Vargas con los EE.UU. y Alemania, antes de unirse a los aliados.
En este contexto, los integrantes de la "Cuádriga" exterior argentina –diplomáticos, políticos, académicos, empresarios– deben diseñar una política que asegure la diversificación de nuestras relaciones, creando mecanismos para ir calibrando esta "diversificación dinámica".