Una noche de pesca en el Senado de la Nación
La política suele ser pródiga en personajes singulares (o extravagantes). También los hay en otras actividades, pero allí tienen más visibilidad y pueden ser más desmesurados. El senador Oscar Parrilli es uno de esos casos que si no existieran habría que inventarlos para tener dimensión de las cosas. Lo suyo siempre es explícito. Si quedan dudas, se ocupa de despejarlas sin temor al ridículo. En esa materia es más bien temerario.
Anteanoche tuvo una de sus actuaciones más acabadas. Se burló de todos sus críticos. También de las instituciones. Dijo haber incluido una cláusula contra la libertad de prensa en un proyecto de ley para provocar. No solo eso ni para eso. También explicitó una estrategia habitual del kirchnerismo: proponer algo escandaloso para luego atenuarlo y así traspasar límites impensados (éticos, legales, constitucionales). "Se tragaron el anzuelo y hasta la caña", dijo con su fina ironía de pescador patagónico ¿Pesca con mosca o de mosca? No se sabe, pero se sospecha. Solo es seguro que "a río revuelto, ganancia de pescadores".