Yaguareté, el retorno de la verdadera fiera
Con un peso que puede superar los 100 kilos, poderosas garras y una mordida capaz de perforar la armadura de un caimán, el yaguareté fue durante miles de años el depredador dominante en los paisajes de lo que hoy conocemos como Argentina. Admirado y venerado por los pueblos originarios, los dominios del yaguareté se extendían por el norte y centro del país alcanzando incluso los territorios que actualmente ocupan Mendoza, La Pampa, Buenos Aires y Río Negro.
La amplia distribución histórica del yaguareté se correspondía con su abundancia. En 1899, mientras navegaba las aguas del río Teuco, brazo mayor del río Bermejo, el periodista Arthur Dobson contó 27 yaguaretés en tres días, algo impensable en nuestros tiempos. Dobson registró puntillosamente el número de yaguaretés y también predijo con certeza el futuro de la especie. Los rifles del hombre pronto enseñarán una lección a estas fieras, escribió Dobson, y auguró que las expediciones futuras observarían cada vez menos individuos. No se equivocó.
Los conquistadores europeos persiguieron al yaguareté sin piedad, destruyeron su hábitat y diezmaron sus presas. Como resultado, solo en Argentina, el yaguareté desapareció del 95% del área que alguna vez ocupó. Esta catastrófica disminución en su distribución impactó severamente en el número de animales. Actualmente, solo unos 200 yaguaretés sobrevivirían en territorio argentino refugiados en los últimos remanentes de bosques y selvas de Salta y Jujuy, Chaco y Formosa y Misiones. La dramática situación del yaguareté presagia un final sombrío.
Sin embargo, en los Esteros del Iberá, Corrientes, se está reescribiendo el futuro de la especie. Allí, los yaguaretés fueron completamente erradicados hace unos 70 años. Pero en 2021, luego de un largo y complejo proceso de cría, entrenamiento y rehabilitación, la Fundación Rewilding Argentina liberó un macho y tres hembras, dos de ellas con dos cachorros cada una. Un segundo macho fue liberado tiempo después. Este grupo fundacional se adaptó exitosamente a la vida en los esteros. Actualmente, más de 30 yaguaretés silvestres, entre adultos y crías, viven en estado salvaje en Iberá. Así se logró lo imposible: reintroducir el yaguareté en una región donde el hombre lo había extirpado por completo.
El retorno del yaguareté está reestableciendo importantes interacciones ecológicas. En Iberá, los yaguaretés consumen principalmente carpinchos, los cuales representan 7 de cada 10 presas depredadas por estos felinos. Estudios en marcha muestran que esta presión de caza resultó en una reducción del número de carpinchos y, subsecuentemente, una disminución en la intensidad del pastoreo por parte de este roedor. Consecuentemente, los pastizales han aumentado en altura y complejidad lo cual podría beneficiar a un gran número de especies que encuentran en estos pastizales comida, refugio y hábitat para reproducirse.
La exitosa reintroducción de yaguaretés en Iberá ha impulsado su conservación en provincias vecinas. En el Parque Nacional El Impenetrable, en la provincia de Chaco, solo se han registrado tres machos silvestres en los últimos años. La ausencia de hembras impide la reproducción y obliga a los machos a continuar recorriendo la región en su búsqueda. Cuando los machos abandonan los límites del área protegida, la probabilidad de que sean cazados se incrementa. Para evitar este final se han llevado hembras de cautiverio cuya presencia en grandes corrales mantiene a los machos anclados dentro y en las inmediaciones del parque. Más recientemente, se han liberado dos hembras adultas con capacidad de vivir en libertad y reproducirse. De esta forma se espera incrementar el número de yaguaretés en el parque nacional. Más hembras serán liberadas este año. Así, la recuperación del yaguareté en el Impenetrable Chaqueño ha dejado de ser una utopía para convertirse en una realidad tangible.
Pero Iberá y el Impenetrable Chaqueño representan solo el comienzo de la recuperación del yaguareté en nuestro país. El incremento en el número de individuos reintroducidos en Iberá permitirá que esta área done animales para repoblar otras regiones del norte y centro de la Argentina. El establecimiento de nuevas poblaciones acortará las distancias entre poblaciones existentes reviviendo el proceso de dispersión, un mecanismo fundamental para el mantenimiento a largo plazo de los yaguaretés. La dispersión de animales entre poblaciones garantiza el intercambio genético entre individuos no emparentados, lo cual asegura la persistencia en el largo plazo de las poblaciones.
Para Corrientes y Chaco, el retorno del yaguareté representa además una oportunidad única de desarrollo. En el Pantanal brasileño, el turismo vinculado a la observación de yaguaretés genera 6,8 millones de dólares anuales, con un ingreso estimado de 84 dólares por hectárea, un monto superior a los 24 dólares por hectárea generados por la ganadería. Claramente, el turismo de naturaleza puede mejorar significativamente la vida de cientos de familias que hoy dependen de actividades ganaderas marginales en los alrededores de Ibera y el Impenetrable.
Correntinos y chaqueños, junto a Parques Nacionales, Rewilding Argentina, investigadores del Conicet y otras organizaciones no gubernamentales han comenzado a detener y revertir el proceso de extinción del yaguareté. Así, futuras generaciones de argentinos podrán volver a contar 27 yaguaretés en tres días, mientras navegan los ríos y lagunas del norte y centro de nuestro país.
Biólogo, Director Científico, Fundación Rewilding Argentina