A la catedral de Los Angeles no todos le tienen fe
París bien vale una misa, aseguró Enrique IV al convertirse al catolicismo en 1594. En ese momento no pensaban en turistas, pero ahora todos los visitantes opinan igual. La catedral de Notre Dame es tan popular que han tenido que cortar el tránsito para cuidarla y no alterar la peregrinación continua que es capaz de subir hasta el campanario de Quasimodo.
Hay que acercarse a pie, con humildad y sin apuro, porque así se construyó. El papa Alejandro III colocó la piedra fundamental en 1163 y sólo se terminó en 1345, casi doscientos años después. Pero han pasado más de seis siglos sin que su valor haga otra cosa que crecer porque está hecha para durar.
Ya nadie la discute, aunque durante la Revolución Francesa la desacralizaron convirtiéndola en el Templo de la Razón. Poco después, Napoleón puso las cosas en su lugar y allí se coronó como emperador.
Nueva controversia
En cambio en Los Angeles, el diseño de la nueva Catedral de Nuestra Señora sigue despertando polémica a casi un año de su inauguración. No debe extrañarnos porque lo contemporáneo es menos amigable que lo clásico. La misma Torre Eiffel estuvo a punto de ser demolida por las críticas que le hicieron personalidades como Emilio Zola, Paul Verlaine, Guy de Maupassant, Charles Garnier, que no querían ni verla.
La nueva catedral es la más grande de los Estados Unidos y la tercera en el mundo. Supera incluso a St. John The Divine de Nueva York, que comenzó a construirse en 1892 y todavía está inconclusa. La decisión papal para L.A. se tomó en 1904, pero no pudo llevarse a cabo por dos guerras mundiales y la Gran Depresión.
El español Rafael Moneo, considerado por muchos el mejor de Europa y ganador del Premio Pritzker, que es equivalente al Nobel de Arquitectura, levantó casi un siglo más tarde una obra que a nadie deja indiferente.
Y lo hizo junto a la autopista 101 de Hollywood, porque consideró que el paso continuo de vehículos equivale a los cursos de agua ya que las catedrales se construían cerca de los ríos.
Los trabajos llevaron más de diez años y costaron 200 millones de dólares. Es imponente verla, y transponiendo las enormes puertas de bronce, atravesar su interior con iluminación natural por las ventanas translúcidas de alabastro, con el altar de mármol rojo y excelentes obras de arte religioso (se puede ver en Internet: www.olacathedral.org )
Atractivo turístico
La ciudad de Los Angeles recibe nueve millones de visitantes por año y muchos de ellos pasarán por allí. Es otra de las nuevas atracciones del downtown, un distrito que era poco interesante para el extranjero y que ahora está de onda.
La catedral es vecina de otras dos grandes creaciones culturales: el Moca (Museo de Arte Contemporáneo), del japonés Arata Isozaki y el nuevo auditórium de Frank Gehry, el mismo del Guggenheim de Bilbao, que se abrirá en breve con Plácido Domingo como director artístico.
La catedral tiene un sistema de aislamiento de cimientos para protegerla de los sismos y conserva el campanario de la original capilla de Santa Vibiana, que no pudo resistir al embate de varios terremotos.
Moneo buscó recrear el espíritu de los franciscanos en California y de su conductor, el padre Junípero Serra (1713-1784). En 1987 el Papa lo beatificó. El valor de la fe y del esfuerzo del religioso nacido en Mallorca, que pese al asma y a un problema crónico en su pierna, caminó 43 mil kilómetros para evangelizar, explorar y colonizar. Bautizó a 6 mil indios y hoy son 26 millones de personas las que viven alrededor de las 36 misiones. Una en San José de Capistrano, desde donde emigran las golondrinas.
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