
Chinatown, un mundo oriental en medio de Manhattan
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NUEVA YORK.- Hay varias líneas de subtes y ómnibus hasta Chinatown, el más grande de los barrios chinos en Estados Unidos y el mayor en el hemisferio occidental. Es un paseo ideal para hacerlo con buen tiempo porque a los chinos les gusta vivir en la calle, igual que a los pueblos del Mediterráneo.
Uno recibe un intenso masaje en todos los sentidos, desde la vista hasta el gusto, con sólo caminar entre sus innumerables tiendas de todo tipo, de ropa a joyas pasando por regalos exóticos, artes marciales o supermercados con la tradicional medicina herbal y 27 bancos. Entre ellos, surgen 200 restaurantes y un largo etcétera de rubros que se extienden por el Lower Manhattan, entre Tribeca y el South Street Seaport, entre los puentes de Manhattan y Brooklyn, que se fue devorando poco a poco a la vecina Little Italy, como antes hizo por fuerza de su número (más de 150 mil) con otras colectividades de inmigrantes: irlandeses, alemanes y eslavos.
Imitaciones igualitas
Me gusta comenzar al sur de Canal Street, justo al salir de la estación y no tentarme con la mayor oferta de carteras truchas de grandes marcas y muy buena terminación. Son imitaciones para engañar a cualquiera.
La estrecha calle Mott Street y Canal está considerada por muchos como el corazón de Chinatown y un buen lugar para sacar fotos de los carteles en su idioma. En las inmediaciones está el Chinese Community Center y el Buddisht Temple, cerca de los restos de la única pagoda de madera que se conserva.
La comida y sus olores tienen un papel protagónico, mientras como una cookie de la suerte y elijo al azar donde almorzar. Los gourmets no hablan de comida china, sino de Canton, Shanghai y Szechuan, junto a sus vecinos de Tailandia, Indonesia, Japón y la asiática de fusión. La estrella es el Dim Sum, término de Cantón, que significa "una pequeña parte del corazón" para compartir con familia, amigos o turistas al paso. Y describe un amplio menú que se parece al brunch de los norteamericanos, con pequeñas porciones de carne, pescado o vegetales acompañadas de tres o cuatro platos fuertes. En la onda del verano descansamos en el Columbus Park, el más grande del barrio, entre las calles Mulberry, Bayard, Worth y Baxter, donde suelen practicar tai chi en grupos y otros juegan al mahjong, además de los que nos leen la fortuna. Para quienes quieran profundizar en el conocimiento, a pocos metros está el Museum of Chinese in America, en el 70 Mulberry St., segundo piso sin ascensor, que organiza tours guiados de mayo a septiembre ( www.moca-nyc.org ). Para los que prefieren la noche, hay una intensa vida, con restaurantes abiertos hasta muy tarde, lugares de karaoke y muchos bares.
Música, cine y teatro al aire libre
El Lincoln Center es un complejo cultural que recibe cinco millones de visitantes anuales. En verano se programan cien días de atracciones gratuitas en los jardines, en el exterior de los auditorios (Out of Doors). En el Damrosch Park, que forma parte del complejo, igual que en las plazas-terrazas, las noches se cargan de energía con espectáculos para todas las edades y gustos, en los que participan figuras como Chick Corea o Wynton Marsalis. El tema central de 2004 es Finding Our Roots - Embracing Our Future (Buscando nuestras raíces, abrazando nuestro futuro). Cada noche es un ritmo diferente, desde merengue y salsa hasta tango. Detalles, en www.lincolncenter.org
También música, pero con entradas pagas en el auditórium abierto del SummerStage en el Central Park. Fue antológico el de Astor Piazzolla, el 6 de setiembre de 1987, que dejó un disco memorable de la actuación en vivo de su quinteto. Programa completo, en www.sumerstage.org
Para los que disfrutan del teatro en su más alta expresión, está el clásico del verano: Shakespeare in the Park. La entrada es gratuita y la cola, larga. Esta experiencia se inició en 1957 con Joseph Papp, del Public Theater de New York, productor de Hamlet, su preferida, y el musical Chorus Line. Es imperdible y gratuita la serie todos los lunes a la noche en la pantalla del Summer Film Festival en el Bryant Park, el delicioso jardín que está a espaldas de la Biblioteca Pública, en la calle 42, entre las avenidas Quinta y Sexta.
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