
Gracias por la luminosidad, Carlos
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Paralicé mis pensamientos y escuché de nuevo: "Te amo". ¿A mí? ¿Era un te amo a mí?. Sí, este irresponsable a un mes de conocerme me estaba diciendo te amo, justamente, a mí. Y yo sabía que no tenía que… pero al escuchar eso, algo me conmovió, para qué mentir.
Volvamos al viaje. Se fue con el "te amo" en la punta de la lengua. Me lo repitió dos meses por skype. Me lloró, me rogó que fuera a verlo. Una de las veces que hablamos, casi me convenció: fui a hacerme el pasaporte. Tenía acumuladas un par de semanas en el laburo. "Puedo ir a visitarlo", pensé. De a poco, dejó de contestarme y fue desapareciendo.
A ver si entendemos, de las lágrimas en una camarita, a no contestar un chat. Del te amo a la ignorancia total. Un tiempito después me enteré de que estaba DE NOVIO con una rusa, de la iglesia ortodoxa de ese país –qué raro, ¿no? No sé bien cómo será el tema del sexo con esa religión pero quizá eso le vendría como anillo al dedo, para su "problemita"- y que se quería quedar allá para ver qué pasaba con ella.
Acá sin casa, allá con la rusa, que por lo que vi en Facebook, tampoco era una cosa de locos, de normal a medio pelo. ¿Ya le habría dicho "te amo" a ella también? La red de Mark Zuckerberg los mostraba de lo más acaramelados. Cuando me enteré, reaccioné. Le mandé un mail explicándole qué quieren decir las palabras.
(Va en versión reducida)
La verdad. La mentira. Las ganas. Las palabras. La irresponsabilidad. Las omisiones. Las mentiras de vuelta. La distancia. Los que saben vivir en soledad y eligen estar con alguien. Los que están con alguien porque no pueden ni saben verse en soledad. La gente que dice sin importar el significado. La gente que mide para no olvidarse del significado. El que siente y expresa. El que siente de verdad. El amor. El imaginario del amor. Lo que se siente. Lo que se dice. La levedad. La distancia. La irresponsabilidad. La cara (dar la cara). El que dice cuando no tiene que decir. El que no dice pero sabe cuándo tiene que decir. El que se aprovecha. El que no se quiere aprovechar. El que se ata a lo que sea para no desaparecer. El que desaparece sin más.
La levedad de una definición, las hojas al viento, la gente sin rumbo. El rumbo. La desintegración. El fulminante deseo de poder apretar delete. El crudo deseo de no saber nunca más nada de vos. La malísima realidad de tener una persona que no para de mencionarte de manera indirecta. EL tema del respeto y del juego con las palabras. Insisto. Decir te amo, fijate si lo estás diciendo en serio, o al menos a quién se lo estás diciendo. Capaz que al otro lo movilizan las manifestaciones amorosas que lo involucran. Digo, es normal, no es un muñeco de trapo. En realidad, no me sorprende. Lo que fluye, fluye. Y lo que concluye, mejor avisarlo. Digo, me parece. Avisar, así como uno puede decir "veni, te quiero, te extraño"; también puede decir "me enamoré de una rusa, me quiero quedar por ella, un placer haberte conocido". Nada. Detalles. Vida. Muerte. Lluvia. El otro. Fue muy grato conocerte. Éxitos en tu vida. Capaz nos vemos en algún evento que nos aglutine.
Me contestó que nada concluye que todo se transforma (cual Drexler ilustrado) y que me quería una inmensidad. Las palabras de vuelta. Las palabras de él y su rusa en el medio de la indigestión emocional.
Un fragmento de su respuesta
¿Las palabras no son inocentes? Es verdad. Pero tampoco son realidades. La realidad se construye de hechos, no de palabras. Una propuesta ("vení, te quiero, te extraño") es una realidad, amor es solo una palabra. Tenés tanta pero tanta razón en muchas cosas que decís y estás tan equivocada en otras. No fuiste ningún backup, no brillo en ningún lado, no me enamoré de nadie. Si hay algo que aprendí en este tiempo, es cuánto cuesta enamorarse.
Me equivoqué, lo reconozco. Lamento en el alma si te hice daño o te lastimé en cualquier sentido. Sos extraordinariamente hermosa y no te merecés nada de esto. Me alegra haberte conmovido, hacía falta un sacudón y abrir las ventanas, estaba muy oscuro ahí adentro. Te mando un besote enorme, te quiero una inmensidad y espero que podamos hablar pronto.
Con total impunidad contestó a mi reclamo de si podía decir "te amo, vení, te extraño"; también podía decir "me enamoré de una mina, me quedo, un placer conocerte", con un "me alegra haberte conmovido y espero hablar pronto". Cerré el mail, me frustré y entendí con comprensión total que sólo era una persona que no sabía vivir en soledad y que no valió la pena ni un segundo de lo que compartí con él. Todo había sido sintético.
Al tiempo supe por mi primo y su novia que ya estaba de vuelta en Buenos Aires. Su ex había dejado al fanático del yoga y se habían visto. Con cuenta gotas me enteré también de que estaba viviendo en Chubut con su mamá y que estaba a la espera de que le saliera algo para volver a Madrid con la rusa. Nunca más se comunicó conmigo, ni siquiera para saber si estaba bien...
Ni siquiera me dio la oportunidad de agradecerle "el sacudón para darme luz" ¡Qué loco, ¿no?! El oscuro era él, y yo era la que necesitaba luz.



