Ritmos celtas, enérgicos y con humor

Hace no más de medio siglo la música celta era sólo tradiciones folklóricas transmitidas con cada vez menor frecuencia de generación en generación, en idiomas en peligro de extinción. En aquellos tiempos, las Hermanas Gloadec se contaban entre las pocas estrellas de esta cultura musical: dos ancianas de Bretaña que cantaban en casamientos y fiestas patronales. La renovación de la música celta se impulsó desde Irlanda, donde aparecieron en los años 60 nuevos conjuntos que rescataron canciones folklóricas con arreglos enérgicos y una buena dosis de humor.

El turismo masivo hacia Irlanda en esos años contribuyó a difundir estos grupos, entre los cuales muy pronto se destacaron los Chieftains. En América del Norte, las nutridas comunidades irlandesas les dieron un primer reconocimiento transatlántico. En los años 70, la ola de la música folk llegada desde Estados Unidos dio a su vez una proyección impensada a toda una camada de instrumentistas que trabajaban para renovar la música del ámbito celta desde los instrumentos. El más reconocido de estos músicos fue el arpista bretón Alan Stivell, que canta además canciones escritas indistintamente en bretón, francés e inglés. Al final, el auge de las músicas del mundo dio un mayor impulso a numerosos artistas y se puede decir que la música celta fue la más beneficiada por la globalización musical que se vive desde los años 80.

Hoy se hace música celta desde Canadá hasta España y desde Escocia hasta Buenos Aires. Para repasar en algunas etapas lo más nuevo de la producción musical celta europea de la actualidad, podemos empezar por Galicia y Asturias, al norte de España. Helvia y Carlos Núñez son los dos nombres más conocidos y populares.

En Bretaña, el panorama es más denso y aparte de las figuras de los pioneros de la renovación, Alan Stivell y Dan Ar Braz, el guitarrista que grabó hace unos años un gigantesco fresco musical que abarca todo el mundo celta, hay que escuchar las producciones de los Hermanos Guichen, los Hermanos Molard y sobre todo dos nuevos conjuntos, formados durante estos últimos años: Ar-Re Yaouank y Wig-a-wag. Siguen existiendo también los bagadou, las bandas comunales que animan las fiestas populares, los festou-noz. Los más conocidos son los de Quimper y de Lann-Bihoué.

En las Islas Británicas, el panorama es muy distinto, de una región a otra. La pujante producción musical irlandesa apenas encuentra un tibio eco en Escocia, mientras que en Gales, Cornualles y las islas menores como Man, la música celta se ve reducida a audiencias locales. El más popular de los conjuntos en Irlanda es Altan, formado en torno de la cantante Mairead Ni Mhaonaigh. Mientras tanto, en Gran Bretaña, la industria musical local sirvió de poco a la música celta, oculta debajo de la enorme producción pop. En el País de Gales los pocos artistas celtas, como Bob Delyn Eribilin, no lograron traspasar las fronteras de su región, mientras en Cornualles el idioma celta local desapareció hace siglos, y con él las tradiciones musicales que Brenda Woottons trató de hacer revivir en sus discos de los años 70 y 80. La tendencia es a las fusiones y se multiplicaron por lo tanto las experiencias entre la música celta y la de otras culturas, como lo hicieron los Chieftains en algunas de las últimas producciones.

Se tiende a las fusiones y se multiplicó la música celta con la de otras culturas

Algunas sugerencias

• The wide world over. The Chieftains, RCA, 2002. Un doble CD con los temas más sobresalientes de la banda para festejar los 40 años.

• Au delá des mots. Alan Stivell, Dreyfus, 2002.

• Un Galicien en Bretagne. Carlos Núñez, Sony Music, 2003. Una grabación en público de Núñez, en el escenario que lo vio triunfar por primera vez.

• Douar iskis. Wig A Wag. Sony Music, 2003.

• The bule idol. Altan, Virgin, 2002.

• Nádurra. Capercaille, Survival, 2000.

• El agua de la vida. Salsa Céltica, Grenntrax recordings, 2003.

Por Pierre Dumas

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