
Sebastián: "Yo no quise lastimarte"
1 minuto de lectura'
Éramos amigos. Mejores amigos. Yo siempre le quise hincar el diente, pero supe disimularlo desde el día uno, porque el rol de la macanuda es el que mejor me sale.
"La macanuda no cog*", me dijo una sabia amiga. Y tenía razón.
En ese preciso instante en que te bautizan "mostra, genia", te crece un bigote. Y no hay vuelta atrás.
Sebastián era un amigo de esos "de hace años", y que; con los años, nos volvimos más cómplices, más parecidos. Pasábamos horas hablando, todas charlas sin sentido. Para mí, histeriqueo. Para él, capitalizar su tiempo.
Empezamos a salir de noche en grupo de chicos y chicas. Cosas de gente que se envalentona con fernet, para confesar todo lo que uno no se anima a decir en la vida diurna.
Esa noche la preparé estratégicamente para el papelón. Me puse medias negras, aseguré una buena dosis de alcohol en sangre, y ahí fui, a incendiarme como bombero sin experiencia.
Salimos en grupo, fuimos a uno de esos antros del rock que post Cemento quisieron rescatar su magia, pero nunca pudieron estar a la altura de las circunstancias. Yo, que siempre fui una tipa de meter meneo y cumbia, me hacía la copada cuando sonaban Los Redondos toda la noche . Destruida de alcohol estaba. Pero lista para encarar la situación, y encararlo a él, obvio.
Fui. Le dije "estoy enamorada de vos". ¿¿Perdón?? ¿¿Enamorada??. Sí, exageré.
Si meto la gamba, voy hasta el fondo.
El pibe me miró, y empezamos a chapar locamente. Uno, dos, tres, millones de besos. Nuestros amigos nos miraban con cara de "al fin", y yo la flasheaba de lo lindo con el amor.
Al día siguiente, desperté aliviada. Había concretado una gran historia con el amor de mi vida, ahora vendría el casorio, los nenes y todo lo demás de comer perdices y ser felices. Él llamó.
- Hola Seba, ¿qué hacés?
- Acá che, me quedé preocupado.
(Pensé: "está preocupado por cuánto me ama, es obvio")
- No vamos a arruinar una amistad por unos besos, ¿no?
- No, obvio, somos grandes.
Desde ahí, ni amigos ni amantes. Nada de nada. Él me escribió en un papelito la letra completa de "Ok perdón" de Calamaro, como para recordarme, cada vez que abro la billetera, que soy una gran perdedora.



