Diputados | Una trilogía que anticipa la caída de los moderados y la estrategia libertaria de polarizar con Cristina
Radicales y macristas creen ver detrás del fallido debate sobre ficha limpia la sombra del oficialismo, al igual que en el fracaso para dictaminar sobre democracia sindical; evalúan bajar el nivel de la ofensiva por el presupuesto
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Tres acontecimientos parlamentarios, sucedidos en los últimos dos días e hilvanados entre sí, revelan a un oficialismo decidido a fagocitar a la oposición dialoguista –Pro y la UCR- en pos de un objetivo superior con vistas al año electoral: polarizar con Cristina Kirchner candidata.
La Cámara de Diputados estuvo a un solo voto de alcanzar el quorum que hubiese alumbrado la media sanción del proyecto sobre ficha limpia, iniciativa que enarbolaron el macrismo y la UCR para frustrar una eventual candidatura de la expresidenta el año próximo. Los radicales tuvieron asistencia perfecta, los macristas todavía no pueden explicar el faltazo del santafesino José Núñez mientras que los libertarios, si bien firmaron la convocatoria, tuvieron dos bajas, aunque sin contar la sugestiva ausencia de sus aliados incondicionales, los tres peronistas que responden a tucumano Osvaldo Jaldo y el mosaico de diputados provinciales siempre prestos a socorrer al oficialismo con sus votos cuando las papas queman en el recinto. Esta vez, al parecer, la urgencia no era tal.
Esta prescindencia del oficialismo en una sesión que nunca sintió suya no pasó desapercibida en el radar de los macristas y radicales. “Está claro que le quitaron el cuerpo y no se desesperan por la ley”, despotrican –siempre por lo bajo-, entre la resignación y la impotencia de sentirse arrasados por el mar de la euforia que embriaga a los libertarios, en el pico de su popularidad.
Temerosos de alterar el humor de un electorado –el suyo- que aplaude a rabiar la estabilidad macroeconómica que logró el presidente Javier Milei a fuerza de ajustes y decretos, los opositores dialoguistas dejan hacer mientras transitan por el desfiladero que los conduce, inexorable, hacia las profundidades de la grieta que Milei y Cristina se encargan de alimentar para eliminar todo vestigio de moderación.
Convertidos así en convidados de piedra en el debate público, macristas y radicales repliegan las banderas institucionales que supieron enarbolar durante el kirchnerismo y que hoy, sostienen, no tienen aplaudidores. Se retiraron sin chistar de la Comisión de Legislación del Trabajo, que preside el radical Martín Tetaz, cuando por un voto perdieron la posibilidad de dictaminar este año sobre su proyecto sobre democracia sindical. Mauricio Macri había dado su venia para que Pro destrabara la iniciativa que los radicales impulsaban para limitar el poder de los gremios; un desafío explícito a los libertarios, que buscaron demorarla para no quebrar los acuerdos silenciosos entre Santiago Caputo, el asesor presidencial estrella, y los popes sindicales.
Miguel Pichetto salió en auxilio de sus amigos gremialistas (y también del oficialismo) y frustró el dictamen. El kirchnerismo no fue el único que festejó.
Aun en extrema minoría en la Cámara de Diputados, los libertarios aprovechan su estado de gracia con la opinión pública para neutralizar las ofensivas que se le presentan. Como la que se atrevieron a protagonizar los gobernadores aliados de Pro y de la UCR cuando, el jueves pasado, bajaron línea a sus bloques para que avancen en un dictamen propio de presupuesto si el Gobierno se mantenía intransigente a negociar cambios en el texto.
La Casa Rosada no se inmutó y ordenó a José Luis Espert a que suspenda la firma del dictamen. “Preferimos que no haya ley a que se sancione un mal presupuesto”, replicaron a los gobernadores mientras blandían una hoja de Excel con el costo fiscal de sus demandas: 3700 millones de dólares. De nada valieron los pataleos de los mandatarios provinciales ni sus súplicas para que la Nación acceda a repartir la recaudación que hoy no coparticipa.
Descolocados
Sin reacción, los gobernadores se repliegan. “Cualquier ofensiva que intentemos para forzarlos a negociar se nos viene en contra y alimenta al oficialismo”, se lamentan. Hoy se contentarían con que el Gobierno reanude las negociaciones a cambio de ceder en el grueso de sus demandas para sus provincias. Ni qué hablar de más fondos para jubilados y universidades: hace rato que esas banderas se depusieron.
“Milei parece el rey Midas, hoy todo lo que toca es oro”, grafica un legislador opositor, entre admirado y consternado por cómo, con apenas un puñado de legisladores, el Midas libertario logra dividir para reinar.
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