El sindicalismo macrista: las razones de los gremios que no adhieren al paro
Como nunca antes desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, la huelga convocada por el triunvirato de la CGT aglutina a casi todo el arco sindical. Tendrá la adhesión de los gremios disidentes que tallan hoy desde afuera de la sede Azopardo, como Hugo Moyano y sus aliados de la Corriente Federal, y del Movimiento Sindical Argentino, que encabeza el taxista Omar Viviani . Pero también consiguió los avales de las tres versiones que existen de la CTA, la izquierda trotskista y de los movimientos sociales y piqueteros más duros.
Hay apenas un minúsculo grupo que es la excepción. Se trata del sindicalismo macrista, un sector en el que hubo fugas recientes, pero en el que se mantienen firmes como caras visibles Ramón Ayala (Uatre), José Ibarra (taxis), Alejandro Poli (remiseros), Oscar Mangone (Gas) y Fabián Oscar Hermoso (Químicos).
"El paro no es el camino para superar esta compleja coyuntura nacional. Consideramos que tenemos que seguir por la vía del diálogo. Entendemos la situación de los trabajadores, pero diferimos en cómo solucionarlo", expresaron los denominados "gremios M" en un comunicado con el sello de las 62 Organizaciones Peronistas, el histórico brazo político de la CGT que está hoy desarticulado y quebrado en tres grupos.
Gerónimo Venegas fue el pionero del sindicalismo macrista. El exjefe de los ruralistas de la Uatre, que murió en junio del año pasado, fue además un aliado directo del gobierno de Macri: Fe, su fuerza política, integra la coalición Cambiemos en la provincia de Buenos Aires.
Ramón Ayala es el sucesor de Venegas en la Uatre y no se corrió ni un centímetro de la alianza estratégica. Quedó envuelto recientemente en una polémica por las derivaciones de la causa judicial que investiga los presuntos aportes falsos para la campaña electoral de Cambiemos de 2015. Al aire, en un programa de radio, Ayala se enteró que su nombre figuraba como uno de los contribuyentes para la boleta que encabezaron Esteban Bullrichy Graciela Ocaña . El sindicalista lo negó: "Aportes económicos no hemos hecho ninguno", dijo seco y tajante. Pero unas horas después se rectificó, y dijo que hubo una confusión. Según la Cámara Nacional Electoral, Ayala aportó $25.000.
Tras la muerte de Venegas, Ayala fue apuntado por una de las hijas del "Momo", que lo acusó de haber sido el testaferro de su padre. Él lo negó. La pulseada, que amenazaba con tener un correlato en la justicia por la herencia del exjefe ruralista, quedó de golpe en la nada.
José Antonio Ibarra es otro de los sindicalistas favoritos del Gobierno. El secretario de Trabajo, Jorge Triaca , lo sumó a la comitiva de 12 dirigentes gremiales que viajaron en marzo pasado a Europa con todos los gastos pagos para conocer en detalle cómo se institucionalizó el diálogo social en Alemania, Holanda y España. Ibarra es el jefe de la Federación de Conductores de Taxis y hace campaña por Cambiemos en Salta, su provincia natal.
Otro aliado de Cambiemos es Alejandro Poli, quien pasó de ser el representante gremial de un puñado de remiseros en Quilmes a liderar una federación nacional que sueña con afiliar a casi un millón de conductores que trabajan en la informalidad.
En una maniobra que levantó críticas, el Gobierno lo designó para administrar la obra social del otro gremio de remiseros, con el que la organización de Poli se disputa los afiliados. Triaca, además, avaló la expansión de su organización, sobre la que pesa una causa judicial en su contra en el juzgado de Claudio Bonadio por la presunta inserción de datos falsos en los formularios de afiliación.
Sin tanta exposición como Ayala, Ibarra y Poli figuran entre los sindicalistas aliados del macrismo Fabián Oscar Hermoso, de uno de los sindicatos químicos, y Oscar Mangone, del gremio del gas.
Hermoso, que supo manejarse hasta con despacho propio en la sede laboral de Alem 650, se acercó a Triaca con una intención: quitarle poder a la otra federación del sector, que encabeza Rubén Salas. Hermoso también fue número fijo en la gira europea que organizó Triaca.
Mangone es quizás el sindicalista a quien más escucha Triaca. Él y el mercantil Armando Cavalieri ofician seguido como consejeros del funcionario. Mangone, que suele jactarse de su cercanía con el papa Francisco, tiene poder propio en el exministerio de Trabajo: el jefe de gabinete del organismo, Ernesto Leguizamón, fue abogado de su gremio.
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