Cerca y lejos, al mismo tiempo. Solo el Río de la Plata los separa de su país, pero ya llevan diez años radicados en Punta del Este. Son Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana, dos reconocidos periodistas que se conocieron trabajando hace años en el noticiero de América y allí también se enamoraron. Desde entonces no se despegaron, pero la mudanza a Uruguay fue más bien involuntaria, como ellos mismos lo explican en esta entrevista. Cambiaron de país, pero no de profesión y por eso siguen muy activos frente al micrófono de Radio Millenium, de lunes a viernes, por la mañana. "Acá hay mucha libertad –subraya Llamas–, nunca tuve un llamado ni una sugerencia de nada", pero, aclara, que a la política local la tratan "con respeto porque no es la nuestra".
Enrique reconoce que es un periodista de opiniones fuertes y controvertidas, que ha tenido memorables confrontaciones, incluso con dueños de medios como Roberto Noble, fundador del diario Clarín, y con Daniel Vila, referente máximo del Grupo América, con el que protagonizó episodios casi pugilísticos. "Es terrible, tiene un carácter muy fuerte", intenta explicar Denise.
Llamas ofrece su argumentación: "Lo que pasa es que no quiero ser complaciente. Y a Vila le costó mucho tener que pagarme la indemnización. Pero el programa que hacíamos en Canal 2 era el de mayor rating y el que tenía más publicidad. Le hice juicio y con eso me compré la casa".
Ya muy afincados en el Este, Denise cuenta que están muy cómodos y aclimatados. "Y tenemos amigos uruguayos que adoramos", agrega.
La pregunta está cantada: ¿cómo son los uruguayos? Enrique los define así: "De entrada son cortantes, pero cuando se abren, son los tipos más fenomenales del mundo".
Con el cambio de gobierno en la Argentina, hay muchas personas que comenzaron a analizar la hipótesis de mudarse de orilla, como lo anunció y ya lo hizo Marcos Galperin, el CEO regional de Mercado Libre.
Por este y otros temas pasó anoche la conversación con los dos colegas en Hablemos de otra cosa, por LN+. A continuación, se reproducen algunos de los tramos más sustanciales:
–Hay argentinos que fantasean con radicarse en Uruguay.
Denise: –Primero tenés que poder mantenerte. Es muy caro Uruguay. No es fácil conseguir trabajo.
Enrique: –Si tenés treinta mil dólares en la Argentina tenés que pagar impuestos. Acá sos rico cuando tenés más de 500.000 dólares. ¡Mirá qué diferencia! Porque 30.000 dólares es la cucha del perro y un auto. Nosotros pagamos impuestos aquí. Pedimos la baja fiscal en la Argentina. Y tenés que acreditar más de seis meses de permanencia al año.
–¿Por qué tomaron la decisión de venir a Punta del Este?
Enrique: –Nos remontamos a 2008-2009, recién iniciado el primer gobierno de Cristina Kirchner. Primero me dijeron: "bajá el tono", "poné un cambio menos", me lo decía el dueño de Radio Rivadavia. En Canal 2 me pasó más o menos lo mismo. Dócil podés ser a los 20 años. A los 70, no. También me llamaban de algunas empresas y me decían: "Mirá, no hay publicidad para vos porque nos llamó fulano y nos dijo que lo tuyo se acabó".
Denise: –Fue la época en que el kirchnerismo empezó a copar los medios.
Enrique: –Después de eso nos robaron la casa. Vivíamos a 20 metros de la garita de la residencia presidencial de Olivos.
Denise: –Entran tres personas con gorritos. Primero pensé que era alguien de mi familia, pero veo el arma. No tenés mucha conciencia de lo que dura eso.
Enrique: –Dura siglos. Cuando me gatillaron, pensé "esto se acabó". Después me volvieron a gatillar. Nos encerraron en un baño. La tuvieron a la hija de Denise con una tijera en el cuello como veinte minutos.
Denise: –Hubo algo positivo y es que cuando ellos entraron yo estaba cortando el teléfono con mi hermana, escuchó que grité. Enseguida se comunicó con la policía.
Enrique: –Y ahí viene la segunda parte. Salimos del baño y en una camioneta Toyota y en un auto Peugeot estaba toda mi casa. Justo viene la policía. Les digo: "En esa camioneta va mi casa. Síganlos". "Primero tenemos que labrar un acta", me responden. Les dije: "¿Cómo un acta? Yo vivo acá". Nunca digo malas palabras, pero me salió: "Ustedes están en la joda". Y después de eso, el último episodio. Me tiraron un balazo en el auto en la Panamericana y otra vez en Belgrano. Uno pegó en el capot, otro en el parabrisas. Entonces le dije a Denise: "Yo me voy". Y ella, gaucha, me dijo: "Bueno, te acompaño". Y nos vinimos.
Denise: –Llegamos en diciembre, por suerte. En mi primer invierno me quería morir. Era pasar de tener un montón de actividades a no tener nada que hacer. La casa donde vivíamos no estaba preparada para el frío tampoco. De a poquito nos fuimos acomodando.
Enrique: –El anterior intendente, hará cinco años, nos dijo que tenía registrados 16.000 argentinos. Bueno, hay un colegio aquí que tiene 600 alumnos argentinos.
Denise: –Es que argentinos hay en todos lados acá y algunos desde hace más de veinte años. Y al uruguayo le encanta estar informado de lo que pasa en la Argentina. Te comentan todo. Miran los canales de la Argentina.
–Alberto Fernández anunció al asumir que recortaría la pauta oficial.
Enrique: –¿O sea que no van a financiar más esos programas en Canal 7 o lo que hacen en C5N? Me parece maravilloso, fantástico.
Denise: –Tiene que demostrar todo lo que dice Alberto Fernández. Me cuesta mucho creerle. Porque él era enemigo acérrimo de Cristina. Y de repente es amigo y presidente y ella, la vicepresidenta. Como decía mi abuela: lo tomo con pinzas.
–Alberto Fernández fue antes que nada un operador, un armador, ¿no? Todavía tiene ciertos espasmos de eso. Lo que pasa es que ahora está en un papel en el que, si va prometiendo, después tiene que dar.
Enrique: –Va prometiendo y después va a tener que cumplir. Y la bala de plata la tiene Cristina. Entonces es difícil vivir cuando te están apuntando con la bala de plata permanentemente. Además, él dice una cosa y ella a veces con mucha sutileza dice otra. En su mensaje Alberto Fernández elogió a [Esteban] Righi ¡y Cristina lo echó a Righi! Y como Cristina no puede con su ADN, tarde o temprano se va a cobrar eso.
Denise: –Con el peronismo siempre hay que estar atento a la hipocresía. Dicen hoy una cosa; mañana hacen otra.
Enrique: –Salvaría un poco al peronismo y diría el kirchnerismo.
–¿Pero, acaso, no es la versión actual de peronismo?
Enrique: –Es la versión de choque. Cuando vos les preguntás qué es el peronismo, te dicen: es un movimiento. Que es una manera de escaparse y no contestarte nada. Al peronismo le encanta el poder. Son los amigos de la silla. El que está arriba puede ser circunstancial. Porque con Cámpora eran todos peronistas y con Menem, también. Con Perón, recontraperonistas. Con Kirchner igual, pese a que en su discurso de apertura de las sesiones no lo nombró a Perón. Y ella tampoco lo nombraba.
–¿Cómo está el periodismo hoy en día?
Enrique: –Muy sectorizado. Cuesta mucho en este momento que te reconozcan independencia. Porque si tocás alguna espina te dicen este es gorila; mirá, este es un zurdo; ah, este es de extrema derecha; aquel es neoliberal. Te etiquetan. Para mí eso es dramático en el periodismo. Escuchan y leen lo que quieren escuchar y pensar, no la realidad.
–Ustedes se conocieron por las noticias.
Denise: –Al principio nos llevábamos muy mal. Enrique hacía el noticiero y yo quedaba un poco relegada. Me corregía.
Enrique: –Pidió que la cambien. Con "ese" no trabajo más. "Ese" era yo. Y se fue con Pérez Loiseau.
Denise: –Empecé con Pérez Loiseau y me pasaron al noticiero de la noche. Como no me sentía cómoda pedí volver con Juan Carlos, que es un divino total.
–¿Y el "clic" cuando fue?
Denise: –Cuando me fui del noticiero, se ve que me extrañó. Volví y empezó a cambiar. Ahí lo domé.
Enrique: –Esto vale como una segunda declaración: la veía con fuerza, auténtica, inocente.
Denise: –No me conocía todavía. Cuando volví al noticiero cambió un montón en su manera de ser y empezamos a conocernos un poco más. Y a escucharnos. Yo estaba en ese momento divorciada. Mis amigos me presentaban gente. Y yo volvía a casa y decía: "Pero son todos unos tarados los hombres". Enrique era otra cosa. Empecé a prestarle más atención.
Enrique: –A partir de ese momento me quedé callado yo y ella habla las 24 horas de día.
–¿Cómo manejaron la cuestión de los treinta años de diferencia?
Enrique: –Yo tenía miedo. Si algo me pasa y se enamora cómo va a quedar. ¿Le haré daño? Y ella pensaba lo peor.
Denise: –Mi papá tiene un par de años menos que él. Y entonces le decía: "Mirá, esto no va a funcionar. Mejor cortemos acá". Y así estuvimos un tiempo. Que sí, que no. Un día me preguntó mi mamá: "¿Pero vos sos feliz?". Y le digo: "La verdad que sí, disfruto un montón, estoy recontenta".
–La última. Creo que vos lo dijiste: ¿por qué acá se ahorra en psicoanalista?
Denise: –¡Él! Yo no necesito. En Buenos Aires ves edificios. Acá voy y vuelvo a mi casa viendo verde. Y es cierto que eso te cambia.
Enrique: –Acá te serenás.
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