Es imprescindible recrear la confianza
A la fecha nuestro país sufre una severa crisis que no es solo económica, sino también política y de confianza. Se inició a fines de abril del año pasado cuando la tasa del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años tocó el techo psicológico del 3%, lo cual impactó negativamente en los mercados emergentes en general y en la Argentina en particular.
En efecto, para nuestro país, 2018 fue muy negativo: caída del PBI del 2,5%, devaluación de nuestra moneda superior al 45% e inflación del orden del 50% ("estanflación").
La delicada situación llevó al Gobierno a acudir al FMI, entidad que le otorgó un préstamo de 57 mil millones de dólares.
Simultáneamente con el acuerdo de la entidad internacional se diseñó un estricto y ortodoxo plan monetario: emisión y déficit fiscal cero, eliminación del financiamiento del BCRA al Tesoro nacional y elevadas tasas de interés; dicho de otro modo: congelar el stock de oferta monetaria e incentivar el ahorro en moneda doméstica, de modo de desalentar la dolarización de las carteras.
Fiel a su filosofía, el FMI determinó que el BCRA solo podía participar en el mercado cuando el tipo de cambio se hallara fuera de una "zona de no intervención" (inicialmente 34/44 pesos por dólar). Los objetivos fueron muy claros: atemperar al máximo la volatilidad cambiaria y reducir sustancialmente el nivel de inflación.
Sin embargo, a la fecha, los resultados no han sido positivos: en marzo la inflación se ha acelerado al 4,7%, la recesión no parece ceder, el riesgo país tocó los 1000 puntos y la tasa de interés llegó al 72%.
Por su parte, el tipo de cambio -termómetro de la mayoría de la población respecto de la salud de la economía- continúa depreciándose con una aceleración realmente alarmante: al cierre del viernes pasado, el dólar cotizó a un récord nominal de 47 pesos, lo cual implicó una devaluación semanal del 9,1% y una del 20,5% desde principios de año, contra un promedio de los emergentes solo del orden del 3.5%.
¿Qué ha sucedido? ¿Cuáles han sido las causas de haber llegado, a pesar del ortodoxo ajuste monetario, a esta complicada situación de recesión, inflación y tipo de cambio con alta volatilidad. ¿Cómo podría evolucionar este escenario en el corto plazo?
Los orígenes de la actual crisis deben encontrarse en aspectos económicos, políticos y sociales. Respecto de los primeros: debilidades intrínsecas de nuestra economía (vulnerabilidades de balanza de pagos y déficit fiscal), errores en el diagrama del plan monetario (especialmente en cantidades y restricciones de intervención), imperfecciones en la gestión de la crisis y -en menor medida- un dólar fortaleciéndose dentro de una economía global en leve pero clara desaceleración.
Por razones de espacio, en esta nota solo se hará hincapié en el, a nuestro juicio, error básico del plan; esto es: encorsetar la posible intervención del BCRA no solo a mínimas cantidades de oferta, sino también a un valor mínimo de aproximadamente $51 por dólar (valor que, por cierto, no deja de ser arbitrario)
En lo que hace a los ingredientes políticos y sociales, la realidad es que la cercanía de las elecciones y la mayor posibilidad de un retorno al populismo (recientemente una encuesta dio ocho puntos de ventaja a Cristina Kirchner en un eventual ballottage) han aumentado la incertidumbre, con todas las consecuencias negativas que ello implica para la estabilidad; tanto de precios como del tipo de cambio.
Toda esta situación, claramente negativa, ha generado una pérdida de confianza creciente de la sociedad en el gobierno actual; lo cual -a modo de círculo vicioso- no hace más que complicar las cosas.
¿Cómo podría evolucionar el escenario? A corto plazo, una manera de corregir la situación sería estabilizar por un tiempo el tipo de cambio, disminuyendo el techo de $51 y/o permitiendo al BCRA intervenir cuando fuera necesario sin los "corsets" actuales.
Estas medidas permitirían reducir las expectativas inflacionarias y la dolarización de las carteras. Sería este, quizás, el modo de recuperar la indispensable confianza, por cierto hoy perdida, y que representa un serio obstáculo para ir saliendo de la actual crisis.
Economista y especialista en mercados internacionales
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