Italianos en la política local
Por Félix Luna
No podría ser de otro modo: los italianos en la Argentina, que tanto tuvieron que ver con todo lo de nuestro país, también dejaron su marca en la política, por supuesto en diversos niveles.
Están, por ejemplo, los presidentes de origen itálico -y me refiero, claro, a los constitucionales-. Fueron dos, Frondizi e Illía. También lo fue Carlos Pellegrini, aunque su padre nació en Saboya cuando esta región era dominio francés.
Sin duda fue Frondizi el que mantuvo mayores vinculaciones con Italia. Sus padres y sus hermanos mayores nacieron en Gubbio, en la Umbria, varias veces estuvo en ese bello pueblo (donde una calle lleva su nombre) , y en la península se lo consideraba un "oriundo". Recuerdo que cuando Frondizi, siendo presidente, estuvo en Suiza, en 1960, una cantidad inusitada de gente lo aplaudió en sus desplazamientos; ingenuamente pensé que esta popularidad se debía a sus condiciones de estadista,pero que eran los italianos residentes en la Confederación Helvética los que aclamaban a quien consideraban un virtual compatriota.
Pero, además, hay que señalar que Frondizi, en su estilo político y de gobierno, evidenciaba rasgos que parecían venir de sus ancestros. Esa fineza para la negociación, ese horror por toda forma de violencia, esa vocación conciliatoria, los traía en la sangre. Sus adversarios solían decir que era un Maquiavelo, sin advertir que estaban poniéndolo a la par de uno de los más grandes pensadores de la política que haya existido nunca.
A partir de la aplicación de la ley Sáenz Peña, los cuadros de los partidos se llenaron de apellidos italianos: eran los hijos de la gran inmigración, que a través de la actividad cívica se integraban al país de adopción de sus padres. Son centenares los nombres que podríamos citar: sólo recordaremos a Nicolás Repetto, Roberto Giusti y Antonio Di Tomaso entre los socialistas; a Diego Luis Molinari, José P. Tamborini, Mario Guido y Amadeo Sabattini entre los radicales. En cuanto a Juan Perón, habría que recordar que varias veces se declaró descendiente de sardos -aunque también reclamó sangre escocesa y francesa-.
Escalones más abajo podríamos recordar a Cayetano Ganghi, el gran puntero de los primeros años del siglo XX. Y en tiempos contemporáneos, don Liborio Pupillo, radical de Mataderos que año tras año, como cumpliendo un rito obligado, visitaba cotidianamente las oficinas públicas con lista de pedidos para la gente de su barrio.
A veces ocurrió que el fuerte sentido familiar que es propio de los italianos fue llevado a la política, como sucedió con los hermanos Cantoni en San Juan, cuya base de poder, el bloquismo, perduró durante casi ochenta años. Y también a los hermanos Ghioldi, que tuvieron importante figuración política, aunque en campos distintos.
La imbricación de lo italiano con lo argentino es tan amplia y profunda en el campo de la política como en cualquier otro de nuestra realidad. Lo que se ha dicho en estas líneas es sólo una pequeñísima parte de lo que se puede relatar sobre este virtual fusión.
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