Jorge de la Rúa no cambiará la línea
Jorge de la Rúa volvió a la política, que había abandonado en 1991, por pedido de su hermano, el Presidente, y fue esa misma condición la que lo catapultó ayer al Ministerio de Justicia.
El flamante reemplazante de Ricardo Gil Lavedra afirmó anoche que iba a "mantener y profundizar" los lineamientos de la gestión anterior y "mejorar el servicio de Justicia" para hacerla "más eficiente, más transparente y menos onerosa".
Escueto en sus declaraciones, el ex secretario general de la Presidencia dijo que mantendrá con fuerza la Oficina Anticorrupción y que el Congreso debe modificar la ley de defensa de la democracia habilitando la segunda instancia judicial para los presos por el ataque guerrillero al cuartel de La Tablada.
"El Ejecutivo insta al Congreso a dar una solución en ese sentido", aseguró.
Con esta decisión, afirman sus allegados, el Presidente quiere emitir una señal en el sentido de que la Justicia es una prioridad para su gobierno. Fernando de la Rúa, afirman, no estaba conforme con el ritmo que Gil Lavedra le impuso a la cartera.
El ex ministro explicó que él se tuvo que alejar porque el Presidente necesitaba un lugar para su hermano.
Lo que no dijo Gil Lavedra, pero sí dejaron trascender varios hombres en los Tribunales, es que la noticia no cayó muy bien en el ambiente judicial. La explicación no es muy larga y la simplifican con una sentencia: "Más allá de que Gil Lavedra sea querido y odiado según quién se consulte, es un hombre de la Justicia; Jorge de la Rúa no".
Claro que, además de hermano de Fernando de la Rúa, el flamante ministro posee una sólida formación jurídica. Es doctor en Derecho y Ciencias Sociales y se recibió de abogado a los 21 años con medalla de oro.
Militante precoz
Ya para entonces era un activo militante universitario. Pese a ser menor que su hermano presidente, Jorge fue el primero de los dos en meterse de lleno en la actividad partidaria de su Córdoba natal.
Apenas llegó a la universidad empezó a militar en un grupo radical llamado la Unión Reformista Revolucionaria Principista.
"En mi familia yo era el bueno y Jorge el inteligente", explica con afecto el Presidente.
En aquellos años, además de hacer política, Jorge se dedicaba a la docencia y a la investigación. A los 19 años ya era ayudante de cátedra y a los 26 asumió como profesor titular de Derecho Penal.
Esta casado con Angelina Ferreira, profesora de Derecho Procesal Civil, y tiene dos hijas: María Antonia, que siguió el ejemplo de sus padres y trabaja en los tribunales cordobeses, y Mercedes, que se inclinó por la psicología.
El exilio
La historia de la familia de Jorge de la Rúa tiene páginas oscuras en 1977. Una amenaza telefónica los terminó de convencer de que era tiempo de abandonar la Argentina. Jorge y su familia terminaron asentados en Caracas, Venezuela.
Atrás, en Córdoba, quedó el club de sus amores, Belgrano, del que había sido presidente.
El exilio forzado del nuevo ministro de Justicia se debió a que, como abogado, había defendido a presos políticos y sociales. Eso era inadmisible para los militares que por entonces gobernaban en Córdoba. Todavía hoy, Jorge y su mujer cruzan de vereda si ven venir al general retirado y ex hombre fuerte de Córdoba Luciano Benjamín Menéndez.
El exilio duró hasta 1981 y estuvo matizado por las visitas de su hermano Fernando y la madre de ambos, Eleonora Bruno.
Con el retorno de la democracia y la llegada de Eduardo Angeloz a la gobernación de Córdoba, Jorge de la Rúa volvió a la función pública. Primero fue secretario general de Gobierno y después ministro de la Función Pública.
En 1991, después de las dos primeras gobernaciones de Angeloz, Jorge de la Rúa dio por terminado su ciclo en la función pública y se prometió no volver nunca más.
Se dedicó entonces a su profesión de abogado penalista y formó uno de los estudios más grandes de Córdoba. Fue convencional constituyente en 1994 y secundó a Alfonsín en sus negociaciones con el menemismo. Hizo falta una llamada de su hermano para que abandonara Córdoba y se sumergiese nuevamente en las intrigas de la política. La llamada se renovó ayer.
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