La Presidenta privilegió la lealtad y la continuidad
Luego de enterarse por televisión del futuro gabinete, todos los ministros y funcionarios de Cristina Kirchner interpretaron ayer que la gestión seguirá como hasta ahora, sin cambios profundos ni en la política ni en el estilo. "Es el gabinete de la continuidad total", dijo a LA NACION un ministro confirmado.
Coincidían con ello todos los funcionarios oficiales. La Presidenta privilegió la lealtad y la estructura actual para enfrentar efectos internos del ajuste fiscal, el recorte de los subsidios, los conflictos sindicales y el impacto de la crisis económica mundial.
En el entorno presidencial no descartan que Cristina Kirchner formule otros cambios, pero en abril o en junio de 2012.
Según pudo saber LA NACION, Cristina Kirchner dudó hasta último momento entre Juan Manuel Abal Medina y Julio De Vido para el cargo de jefe de Gabinete. Finalmente, optó por Abal.
Por un lado, la Presidenta no encontró un sustituto de confianza para De Vido en el control de los millonarios recursos del Ministerio de Planificación, una caja que el kirchnerismo administra como base de su modelo económico y de su construcción política.
"Le costaba mucho sacar a De Vido de esa cartera", confiaron a LA NACION fuentes oficiales. Por otro lado, Cristina Kirchner privilegió su afecto y su confianza personal hacia Abal Medina. Ella y su hijo, Máximo Kirchner, definieron el gabinete. Se resolvió en la intimidad familiar.
La Presidenta compensó a su secretario de Comunicación por el disgusto de no haber sido elegido en julio candidato a vicepresidente, cargo que recayó en Boudou, a quien había resarcido por no haber sido bendecido como candidato a jefe de gobierno porteño, para lo cual señaló a Daniel Filmus.
Hernán Lorenzino era el candidato a ministro de Economía de Boudou. Si bien el actual ministro y vicepresidente electo podrá anotarse un triunfo político, la Presidenta entronizó al secretario de Finanzas por su propia confianza en él y no por la de Boudou. Lorenzino había ingresado con la gestión del ex ministro Carlos Fernández.
En medio de la crisis mundial, el futuro ministro presionará a los bancos para que liberen préstamos accesibles a la industria para inversión y producción. En el frente externo, procurará cerrar el demorado acuerdo por la deuda impaga con el Club de París y gestionará una colocación de deuda a baja tasa en los mercados internacionales.
Abal Medina y Lorenzino tendrán la firma de asuntos relevantes. Pero cultivarán un perfil político bajo. Pese a sus ascensos, la cara política del Gobierno seguirá siendo De Vido: administrará el poder real, la obra pública, la energía, el transporte, y la quita de los subsidios al gas, la luz y el agua, piedra angular del ajuste fiscal, o lo que la Presidenta denominó "sintonía fina" del modelo.
De Vido conservará el monopolio de la relación con el peronismo, gobernadores e intendentes, con la CGT de Hugo Moyano y con los empresarios. Por allí pasan los conflictos inminentes: se espera que Moyano redoble sus duros reclamos en un acto el próximo 15.
La crisis explica la continuidad de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio Interior y de Ricardo Echegaray en la AFIP. La Presidenta ensalzó ayer a Moreno por "cuidar los intereses del país" y "mantener el equilibrio entre exportaciones e importaciones". Son indicios de lo que vendrá si se agudiza la crisis mundial. También Moreno empuñará el garrote si los empresarios trasladan a precios los mayores costos por la quita de subsidios.
Además de Abal Medina y Lorenzino, Norberto Yauhar, ministro de Agricultura, es otro ganador. Cristina Kirchner decidió replegarse en su entorno. En la Casa Rosada no hubo ayer ministerios para La Cámpora. Tampoco hubo promociones para Florencio Randazzo y Nilda Garré, que aspiraban a la jefatura de Gabinete, y Carlos Zannini, que resistió a Abal Medina por viejas tensiones. Pesó más la historia de Abal, que estuvo al lado de Néstor Kirchner hasta su muerte.