Irrumpió en el Congreso Nacional de los metalúrgicos para defender su gestión e incomodó a Furlán cuando exigió que se haga público el dinero que atesora el gremio
Por primera vez en décadas, Antonio Caló se sentía extrañamente visitante en el salón del Hotel de Luz y Fuerza donde se desarrolló el último Congreso Nacional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Mezclado entre los 287 delegados, levantó la mano y pidió la palabra. Se puso de pie y habló de frente a los congresales y de espaldas al consejo directivo que encabeza Francisco Abel Furlán, el referente de la seccional Zárate-Campana que impulsó la rebelión interna que lo desbancó de manera inesperada en marzo del año pasado.
Después de escuchar fuertes críticas a su gestión por un liderazgo timorato y por haber cerrado paritarias por debajo de la inflación, Caló sintió que había llegado la hora de ensayar su defensa. “Cuando discutimos el salario no lo discutí yo solo, lo discutimos todos y lo trajimos a consideración de las comisiones directivas y el consejo directivo y siempre levantaron la mano, el que dice que no está mintiendo”, contraatacó, buscando hacerlos responsables también a sus verdugos de la erosión salarial.
🗣️ Fuertes cruces en el Congreso de Delegados de la UOM | Hubo críticas a la gestión de Antonio Caló y el dirigente salió al cruce: "No no voy a permitir que nadie mancille mi nombre. Mi nombre está limpio en todos lados". pic.twitter.com/2fRPwInqgE
— Mundo Gremial (@MundoGremial) April 18, 2023
”Tengamos respeto, yo respeto a todo el mundo. Estuve 23 años al frente de la UOM [en 2004 reemplazó a Lorenzo Miguel] y no le falté el respeto a nadie. No voy a permitir que cualquiera hable de mi gestión, que cualquiera mancille mi nombre. Es fácil decir que el salario no se arregló porque estuve sentado 23 años. El salario no se arregló por la situación económica del país y porque con Macri perdimos 70.000 trabajadores y no podíamos arreglar salarios. Tengamos respeto e historia”, siguió con su encendido discurso, que provocó unos cuantos aplausos.
Se guardó una carta para reivindicar su gestión. Le pidió a Furlán que hiciera públicos los números del último memoria y balance. “Que me diga qué secretario general dejó este patrimonio”, sacó pecho entre sus detractores. Caló precisó que dejó en las cuentas bancarias de la UOM unos 17.500.000 de dólares y 3000 millones de pesos en una cuenta corriente. “Todo cash, todo está en los libros contables”, dijo a LA NACION el exjefe metalúrgico, quien representó al gremio en el acto de la CGT ante la ausencia de Furlán, distanciado de la conducción actual por diferencias políticas y electorales. Furlán no respondió a la consulta para saber si las cifras que ventiló Caló son correctas aunque una fuente cercana validó en reserva los números.
Tras ser desplazado de la conducción nacional, Caló se replegó en la seccional de Capital, que tiene unos 20.000 afiliados sobre los 250.000 que hay en el país. Históricamente, la jefatura nacional de la UOM quedaba para el referente porteño y la secretaría adjunta, una suerte de número dos, para el líder de la seccional Avellaneda, una de las más numerosas en cantidad de afiliados. Alteró esta hoja de ruta, considerada casi un mandamiento interno surgido desde la época de Augusto Timoteo Vandor, la decisión de Caló en 2022 de no respetar esta lógica y ubicar a un viejo ladero suyo en lugar de Daniel Daporta, por entonces el nuevo hombre fuerte en Avellaneda. Esta maniobra envalentonó a Furlán, el cabecilla de una generación de dirigentes que hace rato empujaba cambios en la UOM y que no toleró ver a Caló firmar reducción de salarios en tiempos de pandemia ni apoyar a Florencio Randazzo en las elecciones de 2017.
El hombre de Máximo en la CGT
En el ajedrez sindical, Furlán tomó distancia de “los Gordos” (grandes gremios de servicios) y se alineó internamente en la CGT con la Corriente Federal y el moyanismo, las dos tribus más cercanas al kirchnerismo. En la UOM hay quienes afirman que se ausentó del acto por el Día del Trabajador, al igual que Pablo Moyano, Mario Manrique y Omar Plaini, porque estuvo en desacuerdo de apoyar la candidatura presidencial de Sergio Massa, además de no presionar por una suma fija en paralelo con las paritarias.
Furlán no solo desplazó a Caló de la UOM sino que también se quedó con la Secretaría del Interior de la CGT. En el sexto piso de la sede de la calle Alsina activó una suerte de bunker de campaña. Cuelga de un armario un mapa del país con puntos rojos marcados. Se distinguen 53 de las 77 regionales de la CGT que fueron normalizadas por la secretaría a su cargo. Ubicó allí a Horacio Otero, un dirigente gremial de mil batallas a cargo de las reunificaciones de las centrales. Otero responde directamente a Furlán, quien se convirtió en uno de los interlocutores sindicales favoritos de Máximo Kirchner, con el que hizo migas cuando compartieron el recinto en la Cámara de Diputados. Uno de los pedidos del metalúrgico, cuya área de influencia es Zárate y Campana, fue que se prioricen las regionales de la provincia de Buenos Aires. Allí, se reunificaron 25 de las 29 seccionales. La última que se unificó fue la de La Plata, el 20 de marzo pasado, cuando se montó un acto político que sirvió de tribuna para Axel Kicillof, el gobernador que busca su reelección.
“Furlán es kirchnerista y se va a dar la cabeza contra la pared. La institución debe tener relación con todos. Cuando Macri era el Presidente, yo me tuve que reunir con él. No hay que confundir lo institucional con la política partidaria”, dijo Caló, quien con 76 años no descarta volver. “En la seccional de Capital estamos con el cuchillo entre los dientes, siempre listos”, dijo desafiante y aún herido por la rebelión que lo desplazó del sillón de mando de la UOM.
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