Diego Lagomarsino: "Para mí sería más fácil pegarme un corchazo y listo, que es lo que le pasó a Nisman"
El técnico informático Diego Lagomarsino, procesado como partícipe necesario de la muerte del fiscalAlberto Nisman por haberle llevado a la casa una pistola Bersa calibre 22, insistió hoy en su inocencia y pidió que "se eleve la causa a juicio".
"Me estuvieron investigando durante cinco años, pero no encontraron nada. Para mí sería más fácil pegarme un corchazo y listo: se resolvió todo. ¿Y que gané? Salí yo del quilombo, pero le queda a mis hijos, que es lo que le pasó a Alberto con sus hijas", dijo en una entrevista esta mañana con Radio Con Vos, a un día del quinto aniversario de esa muerte.
El técnico dijo que existe "una cuestión muy íntima de Alberto que habría que investigar", que figura en la causa, pero que él mismo pidió en una declaración judicial que no trascendiera mediáticamente.
"Hasta ahora hay dos teorías. Una muy seria, que es la del suicidio, y una muy delirante, que es el homicidio", dijo Lagomarsino, al tiempo que remarcó que el único elemento sobre el cual se sostiene la hipótesis del asesinato es el peritaje de la Gendarmería.
Consultado sobre la hipótesis de una conspiración, dijo: "Si hubiese sido parte de un plan, ¿estaría vivo? No, me hubiesen matado". Y se defendió: "Hasta los ocho de la noche [del día anterior a la muerte de Nisman] yo sé lo que pasó. Alberto me pidió un arma y yo se la di".
"No lo conozco a [el exespía de la SIDE] Jaime Situso ni a nadie de la SIDE. No pertenecí ni pertenezco a ningún servicio de inteligencia. Yo quedé involucrado por el pedido que me hizo Alberto. Pude haber sido un dominado. Pero preguntale a cualquiera que haya trabajado con él si alguna vez le pudo decir que no. Eso es no haber conocido a Alberto Nisman", dijo.
Lagomarsino reconoció que el fiscal "tenía miedo de que lo corran de su cargo", pero aclaró: "No sé si ello puede llevar al suicidio. Es lago que lo charlé mucho con psiquiatras pero no tengo idea de por que se suicidaría".
Sobre cómo continúa si vida, contó tiene colocada una tobillera y que trata de de limitar sus salidas a la calle. "Solo trato de hacer lo que mis hijos [de 12 y 9 años] necesitan. Trabajo con los clientes que me quedaron, vivo con mi mujer y tenemos el apoyo de amigos y los papás del colegio de mis hijos. Pero esta es una situación injusta. Me cagaron la vida".
LA NACION