Scioli conquistó a los gremios con un pacto de no tocarles la caja y el poder
Les garantizó los fondos de la salud y conservar el modelo sindical; plan para un acuerdo social
Los sindicalistas cuentan con la virtud de posicionarse a tiempo en donde sospechan que se concentrará el poder. Sin ruborizarse, Antonio Caló argumentó alguna vez sobre ese gen camaleónico: "Somos pendulares: un día estamos con uno; otro día, con otro".
La sentencia del jefe de la CGT, volcada hace poco más de un año en una entrevista en el Diario Popular, se aplica perfectamente a la actualidad. Ayer, unos 100 sindicatos, cuya particularidad es que pertenecen a centrales obreras distintas, se unieron para respaldar la candidatura presidencial del gobernador de Buenos Aires.
Participaron mayoritariamente los gremios que están agrupados en la CGT oficialista. Pero también hubo dirigentes de jerarquía de las centrales que conducen Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, y hasta hombres ligados a la CTA de Hugo Yasky, como el aeronáutico Edgardo Llano y el metrodelegado Néstor Segovia.
Convocado al pabellón 6 de Costa Salguero como figura estelar, Scioli les dijo a los gremios casi todo lo que anhelaban oír: les prometió que si llega a la Casa Rosada mantendrá las negociaciones paritarias y el consejo del salario. Pero lo más relevante para los dirigentes cegetistas fue escuchar de su boca que "fortalecerá el sistema de obras sociales" y que el modelo sindical no se modificará, a pesar de tres fallos de la Corte Suprema que habilitarían cambios de fondo. Estos dos puntos son clave porque les asegura a los gremialistas blindar la millonaria caja que proviene de la salud y conservar el monopolio de los sindicatos con personería por sobre los meramente inscriptos.
Después de reivindicar los logros kirchneristas en materia de empleo, el candidato del Frente para la Victoria anticipó parte de un plan que maneja en reserva con su círculo íntimo en caso de un escenario económico complicado: activar una suerte de pacto económico y social con empresarios y gremialistas. Cristina Kirchner lo ensayó en alguna oportunidad, aunque siempre con la participación acotada de las centrales obreras aliadas. Allegados al gobernador dijeron que el plan contemplaría "a todos". Tal vez una señal de ello fue el pedido público de Scioli para "normalizar las organizaciones sindicales" ante la atomización del movimiento obrero. Los gremialistas tomaron nota de esta expresión y el acto de ayer, para algunos, serviría de puntapié para reunificar a la CGT, dividida hoy en tres sectores.
"Vamos a reemplazar los planes sociales con trabajo genuino. Queremos que el movimiento obrero sea la columna vertebral del proyecto", endulzó Scioli a un auditorio poblado con 3000 sindicalistas. Antes de él, los oradores habían sido Caló, en rol de anfitrión, y Carlos Zannini, su compañero de fórmula.
Caló destacó la diversidad de gremios que adhirieron a la convocatoria. "Hay dirigentes que están acá que son de otras centrales. De la CGT 1, de la CGT 2 o de la CTA. Nadie quiso estar ausente", arrancó a modo de bienvenida. Enumeró después las conquistas laborales de 2003 a la fecha: la creación de "6.000.000 de puestos de trabajo", los 12 años de paritarias y "haber salido del infierno de 2001".
Caló se mostró confiado rumbo a las urnas. Llamó a Scioli "presidente" y pronosticó "ocho años de gobierno" al frente de la Casa Rosada del mandatario bonaerense. "Néstor [Kirchner] dijo que necesitaba 20 años para cambiar a la Argentina. Ya van 12", se entusiasmó el metalúrgico.
A Zannini lo tomó de sorpresa la invitación a hablar. Comenzó con un racconto de su trayectoria política, como si fuera un desconocido. La faceta de orador no es su gran virtud. Sin embargo, se las ingenió para poner de pie al auditorio sindical. Fue cuando pidió un minuto de aplausos como homenaje a Kirchner.
Se proyectó un video en el que se realzó la figura de Juan Domingo Perón y del movimiento obrero como columna vertebral del peronismo. Se interpretó como un mensaje directo al candidato, para que no prescinda de los gremios. Al cierre, los sindicalistas se empujaban en el escenario para saludar a Scioli, el nuevo imán de poder, como antes lo habrán sido otros.
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