Una campaña local que esquiva la polarización
La incertidumbre de los candidatos y los pocos días de proselitismo evitan la nacionalización
SAN CARLOS DE BARILOCHE (De una enviada especial).- La elección a gobernador en Río Negro no solo quedará en la historia como la que tuvo que cambiar de protagonistas, apenas dos semanas antes de la votación, o porque por segunda vez en siete años obligó a los vices a reemplazar a los gobernadores o candidatos a serlo.
También se recordará como una de las votaciones que no se nacionalizó, en un año electoral hondamente atravesado por la polarización entre macrismo y kirchnerismo y por el contagio de esa lógica a una parte importante de las provincias.
La disputa no se nacionalizó por varios motivos. El primero: fue una campaña corta. El gobernador Alberto Weretilneck fijó la fecha de las elecciones para hoy hace apenas tres meses. En el desdoblamiento -abrazado por la mayoría de los gobernadores, todos preocupados por el "lastre" de la mala gestión de Mauricio Macri- anida la voluntad de que la elección no quede atrapada en conflictos y lecturas nacionales. Esa voluntad de los gobernadores no siempre se verifica en la realidad. En el caso de Río Negro, sí.
A la brevedad de la campaña también aportó como factor clave el fallo de la Corte Suprema de Justicia que hace apenas 15 días, el 22 de marzo, sacó a Weretilneck de la cancha con la inhabilitación para competir por tercera vez. Aunque esperada, la decisión obligó al gobernador a cambiar de caballo a mitad del río, lo cual acortó la campaña aún más.
Porque si bien la elegida para ocupar su lugar -Arabela Carreras- integra su círculo más cercano, la ministra de Turismo, Cultura y Deportes (cualquier similitud con Daniel Scioli es mera coincidencia), era entonces una absoluta desconocida para la mayoría.
El oficialismo buscó y alimentó la "provincialización". Aquí la imagen negativa de Macri es alta. "No baja del 70 por ciento", repiten cerca del gobernador. Más allá de la buena relación que Weretilneck consolidó con el Presidente, es esperable que no quiera quedar asociado a ese fuerte rechazo a la figura presidencial y a las políticas del gobierno nacional, sobre todo a la parte del ajuste que afectó a las provincias. Pura lógica política.
Pero hay más. Cambiemos tiene una candidata, pero el Gobierno nunca terminó de tratarla como tal. Es la radical Lorena Matzen, a quien las encuestas muestran tercera, muy lejos de Carreras y Soria. Su postulación se dio en medio de la fuerte interna que aquí enfrenta a Pro y la UCR.
A tal punto llega esa disputa que el diputado nacional macrista Sergio Wisky, cuyo nombre sonó en algún momento para ser el candidato, defendió el voto útil. "Sería nefasto que Soria gobernara Río Negro. No es tiempo para ser neutro ni tibio", dijo a fines de marzo.
El único funcionario nacional que viajó a la provincia para apoyar a Matzen fue el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. La acompañó en el lanzamiento de su candidatura la tarde del 26 de febrero, cuando la campaña recién empezaba. Ese mismo día, por la mañana, había estado en Cipolletti con Weretilneck para una inauguración... Campaña binaria.
Soria también hizo esfuerzos para esquivar la nacionalización. Se niega a que un triunfo suyo (o una derrota) se interpreten como "de" Cristina Kirchner.
"No soy kirchnerista, soy peronista", le dijo a LA NACION. Pero su estrategia mostró una contradicción evidente.
Más allá de la intención de que la campaña y los resultados no se lean en clave nacional, la idea que más repitió durante la campaña, al punto de convertirlo en eslogan, fue que Macri y Weretilneck "son socios" y que buena parte de las "desgracias" que aquejan a los rionegrinos son consecuencia de esa sociedad y de la obsecuencia del gobernador con el Presidente. Delicias del doble juego.