¿Qué hacer cuando los hijos se van de casa? ¿Cómo resignificar los espacios para propiciar la conexión con nosotros mismos? ¿Qué oportunidades ofrece la casa para el reencuentro de la pareja?
El momento en que los hijos crecen y dejan el hogar familiar ofrece una oportunidad para recapitular y comenzar de nuevo. La psicóloga Larissa Del Río, especializada en psicología de los espacios sostiene que la casa puede ser un gran aliado para hacerlo, y señala que en primer lugar es fundamental dar lugar a ese vacío. “Es importante vivirlo no como soledad sino como vacío. El vacío permite que entren nuevas oportunidades de vida. Se trata de un momento positivo, de reencuentro con uno mismo y con la pareja, especialmente para aquellos que quizás no han trabajado conscientemente en seguir construyendo pareja luego del nacimiento de los hijos. Aquí se abre una oportunidad de reflexionar sobre esto. La casa es un reflejo de lo que ha pasado con la pareja en este proceso de ser padres y es momento de preguntarse: ¿Refleja esta casa mi evolución? En muchos casos la casa se mantiene estática y no refleja la evolución”, sotiene la especialista. ¿Qué podemos hacer para propiciar este reencuentro? Aquí van algunas claves.
Límites claros
La psicóloga apunta que es bastante común que los hijos no terminen de irse o continúen utilizando los espacios, yendo a lavar la ropa, a buscar comida que les cocinan los padres o quedarse a dormir alguna vez. “Recomiendo que los padres hagan una transición consciente, que una vez que se vayan los hijos, ayuden a que salgan realmente de la casa. El amor pone límites y esto también tiene que ver con el hogar, para que pueda reconfigurarse”.
Limpiar espacios
Es bastante común encontrarse con que, una vez que los hijos se mudaron, los padres mantienen sus habitaciones tal como eran cuando ellos vivían allí, como si dejaran el cuarto detenido en el tiempo “por si acaso”. “Hay que hacer consciente el hecho de desapegarse de las cosas materiales que dejó ese hijo o hija, para que el vínculo madure. Se puede hablar en este sentido de una depuración, que sería ideal hacerla con el hijo o hija, juntos. La casa no debería convertirse en un depósito. Se tiene que limpiar aquello que el hijo usó, decidir lo que no se va a llevar y tirar, regalar, soltar, para que haya realmente un vacío en el hogar y los padres puedan darle un nuevo uso a ese ambiente”, plantea Larissa del Río.
Reutilizar
Una vez que se genera el vacío, se puede pensar en nuevos usos, generando espacios para hacer cosas que quizás antes no se podían hacer por los tiempos de paternidad o maternidad: destinar ese espacio para actividades como cerámica, hacer un cuarto de lectura o un lugar para actividades que conecten uno mismo. “Por ejemplo, si nunca trabajé mi espiritualidad conscientemente puedo usar el ex cuarto de mi hijo como un espacio de reconexión con mi alma: poner libros que me gustan leer, un mat de yoga para practicar yoga o pilates ahí, por ejemplo”, dice la especialista.
Redecorar
La etapa del nido vacío ofrece una oportunidad ideal para repensar todos los espacios de la casa. Un lugar clave para empezar, según Del Río, es el dormitorio del matrimonio, que puede actualizarse a lo que es hoy esa pareja. Tal vez ya no vibramos tanto con ciertos colores o estampados y se pueden cambiar los colores de paredes, acolchado, los muebles. También sugiere revisar y actualizar las fotos de la pareja. “Este es un momento en que el ser humano se ve con sus cambios físicos. Se pueden hacer sesiones de fotos y poner fotos nuevas que evidencien el recorrido juntos” propone Del Río. Los espacios sociales de la casa, que usaban también los hijos y están impregnados de su estilo, pueden revisarse teniendo en cuenta los gustos de los dueños de casa en esta etapa ideal para reconectar con amigos.
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