La llegada de la primavera hace que la fisiología reproductiva de la yegua comience a funcionar, sus hormonas activan el mecanismo sexual y aparece el celo o estro, que consiste en el período que la hembra permite que el padrillo pueda realizar el servicio. Una vez que tiene lugar la fecundación del óvulo por el espermatozoide en las trompas de Falopio, comenzará el descenso del huevo fertilizado por el aparato genital femenino para finalmente ingresar al útero, lugar donde sucederá el desarrollo del embrión y la finalización de la gestación. Luego del servicio y si la yegua quedó preñada comienza la gestación de su cría caracterizada por tener una duración variable; suele presentar un promedio entre 325 y 345 días, con un rango fluctuante entre 305 y 365 días, por lo tanto el parto también comenzará naturalmente durante la estación primaveral del próximo año.
La gestación y el parto son dos instancias que requieren un equilibrio entre sus participantes como son la madre, el potrillo y el ambiente que lo rodea. Para que se produzca la gestación normal de un potrillo es necesaria la existencia de una integridad entre el feto, la placenta y la presencia de un útero funcional. Durante ese lapso, la madre irá segregando sus hormonas, permitiendo el crecimiento del feto dentro del claustro materno, formando anticuerpos para transferirlos al potrillo cuando tome el calostro e irá preparando todas las estructuras imprescindibles de su organismo para tener un parto normal y para poder alimentar al potrillo una vez nacido.
La preparación de la madre durante la gestación es crucial; desde un punto de vista nutricional necesita una dieta dotada de todos los elementos indispensables que aseguren el normal crecimiento fetal, sobre todo en el último tercio de la gestación donde se produce el mayor desarrollo del potrillo. Existe un conjunto de signos que son comunes de observar en las hembras próximas a parir (son cambiantes de una yegua a otra y a veces pueden estar ausentes), como relajación de los ligamentos sacrociáticos, aumento en el tamaño de las glándulas mamarias (3 últimas semanas de gestación), incremento en las dimensiones de la vulva y aparece una secreción serosa en los pezones, entre las 24 y 72 horas previas al parto. Llegado este momento comienzan las contracciones de la madre, el feto debe acomodarse y buscar la salida por el canal del parto. En esta especie ocurre con mayor frecuencia durante la noche y caracterizado por la rápida expulsión del potrillo.
*El autor es asesor veterinario de equinos de la Sociedad Rural Argentina