La tecnología ya no es una tendencia sino una realidad sin techo en su crecimiento y desarrollo, y la impresión 3D es una de las innovaciones que están revolucionando todos los rubros
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El concepto de Industria 4.0, también conocido como “cuarta revolución industrial”, es un término que nació en Alemania allá por 2011. El objetivo estaba claro: tomar posición frente al rápido avance de la digitalización dominada por otros países y que iba a impactar (en este caso) en el ámbito específicamente industrial.
Hoy este término forma parte de las grandes tendencias globales de la digitalización, y varios países cuentan con políticas que fomentan el desarrollo de industrias alineadas a este nuevo paradigma. Argentina también tiene su “Plan de desarrollo Productivo Argentina 4.0”
Ya es una realidad comprobada que la digitalización facilita la integración de los procesos en toda la cadena de valor. Esto quizás es más fácil de entender en las empresas que brindan servicios, sin embargo, ahora es también el turno de las empresas manufactureras, que están comenzando a incorporar las llamadas tecnologías 4.0 para mejorar su oferta, desde ofrecer productos más alineados a la demanda analizando los datos generados desde dispositivos iOT (intelligent of things, que se traduce en inteligencia de las cosas), o mejorar sus procesos productivos mediante la toma y procesamiento de datos con inteligencia artificial y machine learning en tiempo real, hasta brindar productos con cada vez mayor grado de personalización y bajo demanda con Fabricación Aditiva (por ejemplo).
¿Qué rol cumple la Impresión 3D en este marco? La impresión 3D o mejor dicho, la fabricación aditiva, es considerada una de las tecnologías 4.0, ya que tiene un flujo de trabajo digital que brinda un proceso de fabricación flexible, donde un mismo equipo puede generar diversas morfologías de piezas, e incluso hacer herramientas de diversas aleaciones. En este sentido, la tendencia hacia esta nueva versión de la industria está impulsando el desarrollo de equipos, materiales y procesos aditivos enfocados en el ámbito industrial; es decir, que estas tecnologías puedan fabricar piezas que vayan directamente al mercado de consumidores finales y ya no exclusivamente para uso en el ámbito de desarrollo de productos como es el de prototipado.
La impresión 3D ha tenido un impulso enorme en los últimos años, principalmente gracias a la democratización de esta tecnología. Su difusión, la baja de sus costos, la creación de empresas que fabrican equipos, materiales y el software libre posibilitó el ingreso de esta tecnología a sectores y áreas antes impensadas. Si hablamos del ámbito industrial, muchas empresas incorporaron impresoras 3D para acelerar procesos de desarrollo de productos o piezas; y en ese sentido, podríamos decir que aceleró la innovación. La tecnología permite rápidamente materializar lo que se está diseñando en un software 3D y bajarlo a la realidad en una pieza plástica, acrílica o hasta metálica y validar así si ese diseño es el correcto o hay que hacer ajustes en el software y luego volver a imprimir. Estas interacciones entre lo digital y lo material traen como resultado desarrollos más maduros reduciendo errores, bajando costos e impulsando la innovación.
Asimismo, las tecnologías de fabricación aditiva permiten pensar en piezas de baja escala y alta complejidad como, por ejemplo, las piezas que se están utilizando en aviones, autos o prótesis dentales.
Un sector que se vio altamente beneficiado con este avance es la salud, donde el impacto es increíble. Hoy, por ejemplo, a partir de una impresora 3D se puede materializar un prototipo de un órgano de un paciente a partir de los datos de una tomografía computada, donde el médico junto a su equipo puede hacer la práctica quirúrgica y así bajar el tiempo de operación, y ser más eficiente en la misma.
El hecho de que se haya democratizado esta tecnología dio como resultado aplicaciones que antes eran impensadas por los costos elevados que tenían o por desconocimiento de la tecnología. En esa línea, se destaca la llegada a las escuelas y el hecho de poder hacer prototipos de proyectos y así tener mejor feedback entre lo digital y lo material; la posibilidad de que hospitales puedan tener sus propios centros de impresión tanto como para prácticas quirúrgicas como para poder comunicar mejor al paciente y sus familiares cómo va a ser la operación; la posibilidad de construir casas con cierto grado de innovación para el aislamiento térmico; imprimir alimentos que puedan fomentar en los chicos una alimentación más saludable a través de formas atractivas; o mejorar la experiencia de alimentación en personas adultas que no pueden ingerir sólidos.
Todavía quedan pendientes muchos desafíos aún en materia de desarrollo e implementación de esta tecnología. Así como en su momento nuestras vidas se digitalizaron en lo social y en lo financiero, lo mismo está sucediendo en las industrias. La combinación de diversas tecnologías para lograr mayor integración en los flujos productivos es una tendencia de la industria 4.0.
En el marco local, cabe preguntarnos cómo está Argentina en la adopción de esta tecnología. En los últimos 8 años se incrementó el desarrollo local de equipos de impresión 3D y también se equiparon centros tecnológicos con varias de las innovaciones que aporta la manufactura aditiva. Todo esto acompañado con el apoyo del Estado que impulsó la aplicación en las empresas, tanto para la adquisición de equipos propios como para la contratación de servicios de impresión 3D. En líneas generales podría decirse que hoy todavía deben generarse políticas a largo plazo que promuevan el desarrollo de tecnologías, materiales y conocimiento que agreguen valor genuino a las distintas industrias locales, para que las empresas argentinas puedan brindar servicios y productos de alta calidad con la utilización de estas tecnologías. En este sentido, cabe destacar que, al igual que sucede en otros países, la Argentina ya tiene su “plan de desarrollo productivo 4.0”, iniciativa muy alentadora y que demuestra que la tecnología ya no es una tendencia, sino una realidad con un futuro sin techo.
* El autor es docente de la carrera de Ingeniería Industrial y del Programa de Prototipado e Impresión 3D del ITBA
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