
Por Cristina L. de Bugatti Para LA NACION
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Están empezando a verse camelias en flor: el fin del invierno trae ese regalo, y aunque en nuestra región la presencia de otras flores las opaca, cuando la camelia tiene años y buen vigor, ejerce sin rivales su protagonismo.
Esta planta, que suma a la belleza de sus flores, un follaje de rotunda presencia, formado por hojas permanentes, color verde intenso, adquirió popularidad en los jardines europeos a partir del siglo XX. En su Japón original era casi sagrada. Allá, su nombre es tsubaki y los poetas japoneses nunca la nombran sin añadir la palabra furu que significa anciano : furu tsubaki , vieja camelia como si necesitaran agregarle años para tener nobleza. Como se sabe, cuando la flor envejece, no se deshoja ni marchita, sino que cae al suelo, entera, y el leve sonido de la caída es, para aquellos poetas, un rumor que les recuerda el de una cabeza que se cae sobre la almohada.
Llegó a Inglaterra cuando los ingleses descubrieron el té, gracias a los viajes de la Compañía de las Indias Orientales a Japón, alrededor del 1600, y se aficionaron tanto a él, que se convirtió en imprescindible. Como era carísimo, decidieron importar tales plantas, cultivarlas, y producirlo. Pero los orientales, con mucha perspicacia y temerosos de perder el negocio, no les enviaron la Tea sinensis, o té, sino una planta parecida, la Tea japonica, a la que se llamó más tarde camelia, en honor de un jesuita llamado Kamel, que había realizado investigaciones botánicas y un herbario en Filipinas
En Galicia es la flor de las Rías Bajas y parece que ese clima, visitado en invierno por espesa niebla que se acerca a una llovizna, le es particularmente favorable. Unos versos de García Lorca, dan esta bella imagen: "Chove en Santiago/ meu doce amor, Camellia branca do ar/ brila entebrecido o sol.
Naturalmente que en esos lugares las condiciones estimulan el gran desarrollo de las plantas, que alcanzan dimensiones de verdaderos árboles. Tal vez será por eso que, al hablar de camelias, consideremos que el ambiente algo húmedo, la media sombra y el suelo con tendencia a la acidez, al que le incorporamos pinocha, turba y resaca es lo más conveniente para su cultivo y si bien no es un concepto equivocado, esta planta ha demostrado una rusticidad y resistencia que la hacen adaptable a grandes áreas de dispersión, además de su facilidad de reproducción por esquejes. Tales condiciones se están incrementando mediante mejoramientos e hibridaciones, de tal manera que actualmente se considera que la camelia puede resistir, experimentalmente, hasta 26°C bajo cero y terrenos fuertemente alcalinos.
En nuestro país se ama la camelia, en jardines nuevos se ven ejemplares jóvenes en generosa floración y de diferentes variedades. Y un tango, Nobleza de arrabal menciona "una camelia mimosa/ temblando sobre el brocal..." Los viveros de producción están en el delta del Paraná, en las provincias de la Mesopotamia, en el Gran Buenos Aires.
Acá también hay furu tsubaki . En mi ciudad de Haedo, al frente de una casa chorizo, un viejo ejemplar se cubre de flores rosadas.
La dueña del lugar, Silvia Vanni, dejó de construir un garage que necesita para no dañarla, y dice que es un acontecimiento cuando abre la primera flor. La plantó su abuelo, maquinista ferroviario, en 1930.
Es, sin duda, una flor bella y melancólica: siempre sobrevive a sus dueños.




