
En medio de las permanentes sorpresas que deparan las decisiones y los proyectos de las autoridades (muchas que afectan directa o indirectamente al desenvolvimiento de nuestra actividad), los desarrolladores adaptan sus ofrecimientos con la ductilidad que como argentinos nos caracteriza: fideicomisos al costo en pesos, sistemas de ahorro previo aplicados a obras en etapas, indexación de las cuotas con el límite de los costos reales, etcétera.
Y el mercado, expectante, pero acorralado, finalmente debe elegir entre alguna de estas opciones antes que conservar valores monetarios que se evaporan día a día.
De tal manera, sólo los corredores inmobiliarios llevan por ahora la peor parte sufriendo entre quienes siguen exigiendo dólares y quienes no resisten el cimbronazo y declinan sus aspiraciones de compra.
El Plan Procrear -más allá de otorgar tasas negativas sobre fondos de largo plazo que deberían garantizar el ingreso de los jubilados-, al ofrecer préstamos individuales para construir casas hace difícil imaginar una manera más ineficiente de asignar recursos siempre escasos.
Desde la Asociación de Empresarios de la Vivienda sólo nos resta tratar de mirar con agudeza el largo plazo.
Así lanzamos un llamado esperanzado a los más potentes actores y teóricos de la actividad, convocándolos para el armado de comisiones autónomas, pero coordinadas que le permitan potenciar su liderazgo institucional en el planteo de estrategias de largo plazo, que por su claridad y contundencia puedan finalmente ser escuchadas, digeridas y procesadas generando el ansiado cambio de paradigma.Por fin las autoridades, en recientes manifestaciones, comienzan a hacerse eco de alguna de nuestras insistentes propuestas: la de generación de una unidad de pago autoactualizable para aplicar en exclusividad a la financiación de la vivienda. Sentimos, además, que nuestras ideas van calando cuando se organizan seminarios académicos y profesionales con nuestras propuestas. Reglas de juego claras y motivantes que favorezcan al desarrollo de la actividad a la vez que a las posibilidades de acceso para los vastos sectores medios, sin siquiera requerir subsidios, solamente credibilidad y permanencia. Hoy parece mucho pedir, pero quién sabe: hay que apostar por el país que soñamos. Será en beneficio de todos.
El autor es presidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda (AEV)



