Girasoles en casa: cómo cultivar tus propias flores XXL en el jardín
Por su color, textura y tamaño, sus flores son fuera de serie. Como plus, la cosecha de sus semillas es un momento muy gratificante.
4 minutos de lectura'
Los girasoles (Helianthus annuus) son una de las flores más llamativas: de color brillante, textura interesante y tamaño xxl, son plantas bellas y también muy fáciles de cultivar en casa.
El girasol necesita mucha luz para prosperar. Es crucial elegir un lugar que reciba al menos 6 a 8 horas de sol directo al día. Si se cultivan girasoles en macetas, es necesario ubicarlas en un balcón o terraza soleada donde sus flores puedan orientarse hacia el sol.
Los girasoles, además, necesitan espacio para crecer, especialmente si se opta por variedades grandes. Se deben dejar al menos 30 cm de separación entre cada planta para que tengan suficiente espacio para desarrollarse sin competir por nutrientes o luz.
Los girasoles florecen típicamente en verano y sus grandes flores amarillas atraen tanto a los polinizadores como a los admiradores del jardín
Antes de comenzar, es fundamental elegir la variedad de girasol que mejor se adapte a las condiciones de cultivo del jardín. Los girasoles varían enormemente en tamaño, forma y color. Algunos de los más comunes son:
- Girasol gigante (Helianthus annuus ‘Mammoth’): Produce flores que pueden medir hasta 30 cm de diámetro, y sus tallos pueden superar los 3 metros de altura.
- Girasol enano (Helianthus annuus ‘Teddy Bear’): Ideal para espacios pequeños o macetas, alcanzando solo unos 30-60 cm de altura.
- Girasol ornamental: Con flores en tonos naranjas, rojos y marrones, perfectos para jardines decorativos.
Los girasoles prefieren suelos bien drenados, ligeramente ácidos a neutros (con un pH entre 6 y 7) y ricos en materia orgánica. El suelo debe estar suelto y aireado para que las raíces puedan expandirse con facilidad.
Si el suelo del lugar donde se quieren cultivar girasoles es muy arcilloso o pesado, se puede añadir compost o arena para mejorar el drenaje
¿Cómo sembrar girasoles?
Los girasoles se siembran principalmente por semilla y el mejor momento para hacerlo es en primavera o verano, después de que haya pasado el riesgo de heladas.
- Siembra directa en el jardín: se siembran las semillas de girasol directamente en el suelo, a una profundidad de aproximadamente 2-3 cm dejando un espacio de 30 cm entre cada semilla para permitir que las plantas crezcan adecuadamente.
- Siembra en macetas: para cultivar girasoles en macetas, se deben eligir recipientes grandes (de al menos 30 cm de diámetro) para que las raíces tengan espacio para desarrollarse.
Una opción popular es comenzar las semillas en bandejas de germinación y trasplantarlas al jardín cuando tienen unos 10-15 cm de altura, si el clima lo permite.
Cuidados básicos
Una vez sembrados, los girasoles requieren algunos cuidados básicos para asegurar su crecimiento saludable:
- Riego: los girasoles necesitan un riego regular, pero sin encharcar el suelo.
Durante su fase de germinación y crecimiento inicial, es importante mantener el sustrato ligeramente húmedo. A medida que la planta se desarrolla, se puede reducir la frecuencia de riego, pero sin permitir que el suelo se seque completamente.
- Soporte para variedades altas: si se cultivan girasoles de gran tamaño, es posible que necesiten un soporte para evitar que las plantas se caigan debido al peso de las flores. Se pueden usar estacas de madera o tubos de PVC para asegurar el tallo.
- Eliminación de malezas: durante las primeras etapas de crecimiento, las malezas pueden competir con los girasoles por agua y nutrientes.
- Control de plagas: aunque los girasoles generalmente son resistentes a plagas, pueden ser atacados por insectos como áfidos o gusanos de la flor.
Cosecha y uso de las semillas
Uno de los momentos más gratificantes del cultivo de girasoles es la cosecha de sus semillas. Cuando las flores comienzan a secarse y los pétalos se marchitan, las semillas empiezan a madurar. Es el momento de cortar las cabezas de los girasoles con cuidado y dejarlas secar al aire en un lugar fresco y seco.
Una vez secas, las semillas pueden extraerse fácilmente, y son perfectas para comer (tostadas o crudas) o para plantar nuevamente el siguiente año.
LA NACION
Más notas de Jardinería
Más leídas de Revista Jardín
1¿Puede el jardín cambiar de acuerdo al estado de ánimo de sus dueños?
2Cómo lograr que tus dalias florezcan todo el verano y lleguen espléndidas al otoño
3Sin fertilizantes: estrategias naturales para fortalecer tus plantas
4Los trucos que usan los paisajistas para transformar un jardín sin grandes obras
