Durante la cuarentena, una pareja de arquitectos se mudó de Palermo a un balneario en Uruguay para cumplir el sueño de despertar cada día escuchando las olas desde esta casa modular diseñada y construida por ellos mismos.
Fuera de todo romanticismo, para cumplir un sueño primero hay que diseñarlo. Luego, los pasos son cinco: conocimiento propio, inspiración, visualización, preparación y planificación. Los arquitectos Delfina Riverti y Franco Riccheri (socio del estudio Fram) tienen experiencia en la materia, pues fueron moldeando centímetro a centímetro este anhelo de cristal en el balneario uruguayo Buenos Aires.
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“Es una historia particular porque, más allá de una fijación con el material, la economía nos daba para que fuera chica”, comenta Franco después de un año que puso a prueba su apuesta mayor: “Viviéndola pudimos comprobar que, al ser toda de vidrio, la casa parece mucho más grande”.
Proyectada al milímetro
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"Todas las piezas de la estructura se dibujaron una por una. Trabajamos mucho en la ingeniería previa para simplificar los detalles al máximo y que la construcción fuera lo más rápida y económica posible."
Arqs. Delfina Riverti y Franco Riccheri
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La seguridad, la intimidad y hasta la espacialidad se revelaron como conceptos relativos. “Percepciones”, dice la pareja, que de eso también sabe y lo refleja en esta planta con dos caras largas vidriadas con sus jardines, uno más reparado hacia el Oeste y otro al Este, donde tienen la vista al mar con sus rosados amaneceres. Una tarea de diseño, planificación y por qué no, algo de romanticismo.
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La salamandra sólo se enciende en las noches de invierno; de día, las ventanas cerradas bastan para conservar el calor del sol. Dos portones corredizos de MDF laqueado cierran el paso al cuarto posterior y al baño, del lado derecho. La heladera, el lavarropas y el termotanque quedan a un costado, fuera de la vista.
Transparente amplitud
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El entorno y la espacialidad alteran la percepción de esta planta abierta de 45m2. “Nunca parece un monoambiente, se ve mucho verde y hasta un pedacito de mar. Esa fue la búsqueda al abrirnos tanto”.
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Dos días antes de empezar la obra, la pareja supo que esperaba un bebé. ¿La solución? Dos vidrios más y agregar 60cm al cuarto. “El lunes llegamos como si nada y deslizamos los planos nuevos. Es tan modular el diseño que nadie se dio cuenta”.
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“Teníamos menos privacidad en Palermo, con departamentos enfrente, a 10 metros, a 15, a la derecha, a la izquierda...”.
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“Todavía no pudimos volver a buscar muchas cosas que nos quedaron en Buenos Aires por la pandemia, pero nos dimos cuenta de que no las necesitamos. Estando acá los tres, no extrañamos nada”.