Refugio que sus dueños visitan todo el año, esta casa de vacaciones irradia luz en medio de la más fresca arboleda.
Acá el mar se adivina en el viento, pero hay que andar por senderos ondulantes hasta llegar. Si hay suerte, en el camino habrá demoras: un helado en el food truck, una liebre huidiza cortando el paso, ver polo un ratito. Todo eso enamoró a Valeria y a su familia. Tanto, que decidieron comprar un lote y construir en el barrio Golf de Costa Esmeralda. La arquitecta Marisa Vichich, amiga y vecina, es responsable del proyecto. La construcción estuvo a cargo de Vitrubio Zappa.
Se proyectó una casa de madera con techo de chapa acanalada galvanizada y un tono grafito que contrasta con los marcos blancos de las ventanas.
Frente oscuro, interiores luminosos
El revestimiento interior es de machimbre de pino tratado con colocación vertical y pisos de pino tratado, cepillado, patinado e hidrolaqueado.
El portón corredizo permite que los más jóvenes se junten en la cocina y pongan música mientras sus padres toman algo con amigos en el living.
Dormitorio a pasos de la pileta
Una loma sostenida por una fuerte contención de maderas rústicas consiguió tapar las vistas del sendero que sale del hoyo 16 sin arruinar el paisaje.