El Museo de Arte Decorativo le rinde tributo a Lucrecia Moyano con una muestra de las obras que realizó durante los 30 años que estuvo al frente de Dirección Artística de la planta de Berazategui
El viaje diario desde Acassuso hasta Berazategui y el ritmo fabril de un ambiente totalmente masculino no amilanaron a Lucrecia Moyano (1902-1998) cuando, en 1934, la designaron al frente de la Dirección Artística de las Cristalerías Rigolleau. Llegó a ese cargo, recomendada por una amiga, cuando León Fourvel Riogolleau decidió vincular la producción en serie con el arte, tal como se hacía en algunas industrias de Europa. En esa época, Lucrecia ya era una artista consolidada y reconocida: se destacaba como acuarelista, muralista, había sido dibujante del diario La Prensa y, en 1954, hizo el diseño de alfombras tejidas a mano para las firmas El Espartano y Dandolo & Primi.
Sin embargo, cuando entró por primera vez a la planta del sur bonaerense, nunca había trabajado con vidrio. Cuentan que los operarios se sorprendían al ver a esta mujer sofisticada que solía llegar de tailleur, con joyas y cajas de bombones para convidar. Ella, que fue pionera del diseño argentino y que se consideraba más una artesana que una artista, se sumergió enseguida en los procesos de manufactura y en los códigos y jerarquías entre trabajadores.
Amor a primera vista
Desde el momento que se acercó a los hornos, Lucrecia sintió fascinación por las posibilidades que le brindaba un material fluido como el vidrio soplado. A su tiempo, aprendió de maestros en el oficio, como Luis y Juan Pierrot, José Kislinger, Ricardo Gracint, Luis Maulleri, Carlos y Honorio Fabri. Estaba tan entusiasmada que iba los domingos a las Cristalerías, donde tenía un horno encendido a su disposición. “Sólo conociendo el vidrio por contacto directo se lo puede moldear a voluntad con suavísimos movimientos. Es como un sonido que va retumbando en esa masa ígnea”, le confió a la periodista Susana Pereyra Iraola en una entrevista a este diario.
Su gestión en la Dirección Artística, tuvo dos vertientes. Por un lado, su propia exploración: “Al ser una analfabeta del vidrio, fue conociendo el material y eso le permitió romper con modelos técnicos”, cuenta Larisa Mantovani, curadora de la muestra que se puede ver en el Museo de Arte Decorativo y becaria posdoctoral del Centro de Investigaciones en Arte y Patrimonio, UNSAM/Conicet.
Además, le dio proyección internacional a las producciones, que llegaron a destacarse en museos y exposiciones como el Pabellón Argentino de la Exposición Universal de París de 1937, la Feria Mundial de Nueva York y la muestra “L’art du verre”, en el Museo de Artes Decorativas de París en 1951. En 1957, llevó sus trabajos al Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro. En 1959, expuso en la Smithsonian Institution de Washington, en la muestra “Glass 1959″, del Corning Museum of Contemporary Glass y en el Museo Metropolitano de Nueva York. Otras piezas realizadas durante su gestión se encuentran en el Brooklyn Museum.
A pesar del reconocimiento, Lucrecia sabía que estaba en un área que no generaba ingresos económicos y, con el tiempo su trabajo quedó relegado. En 1962, después de la muerte de Enrique Shaw, que estaba al frente de Rigolleau, la Dirección Artística se disolvió y nunca más se volvió a abrir. Lucrecia tenía 60 años.
"La de Lucrecia fue una de las primeras experiencias argentinas en las que la industria se vincula con el mundo de las artes aplicadas."
Larisa Mantovani, curadora de la muestra y becaria del Conicet
El legado
Las obras en vidrio soplado que forman parte de la muestra “Diseño, Arte e Industria Argentina”, que se realizará hasta enero, fueron donadas en 1957 y 1977 por León Fourvel Riogolleau y su mujer, Ivonne Fourvel de Rigolleau quien, después de la muerte de su marido, colaboró con el armado de la colección, la más grande de manufactura nacional que forma parte del acervo del MNAD.
La de Cristalerías Rigolleau es la colección más grande de manufactura nacional que se conserva en el Museo Nacional de Arte Decorativo.
Los primeros maestros vidrieros que llegaron a Rigolleau fueron belgas y franceses. Desde entonces, se llamaron bullones (una deformación de la palabra francesa bouillon) a las burbujas de aire consideradas un error en las piezas y que, por lo tanto debían ser destruidas. En cambio, Lucrecia incorporó con una intención estilística a los “bullones” en sus obras utilitarias y ornamentales.
"“Al lado de los hornos, muchas veces tratando de materializar una idea, mi trabajo ha sido disfrutar de lo inesperado y apropiarme de él, gozando de una forma apenas esbozada que sugería a mi mente algo sorpresivo que yo aprovechaba sin titubear."
Lucrecia Moyano
Vida y obra
Lucrecia Moyano nació en 1902. Hija de un médico, era la segunda de 5 hermanas y creció cerca de Plaza San Martín en una familia de clase media acomodada. Tuvo una institutriz francesa y, como muchas niñas de su época, tanto ella como sus hermanas tomaban clases de distintas disciplinas artísticas. Lucrecia, que pronto mostró su talento, fue alumna de Léonie Matthis y de Xul Solar.
Sus obras en óleo resultaron premiadas en los Salones de Acuarelistas y de Bellas Artes en Buenos Aires, Rosario y La Plata. Por encargo de Alejandro Bustillo pintó, en 1935, veinte acuarelas para el Hotel Llao Llao. También diseñó los interiores de edificios emblemáticos, como la tradicional tienda Harrods, el predio de la Sociedad Rural Argentina y el Plaza Hotel.
Se casó con el dibujante Eduardo Muñiz, colaborador de Caras y Caretas, La Prensa, Patoruzú y Rico Tipo, entre otros medios gráficos. Aunque no tuvieron hijos, Lucrecia fue una tía amorosa que esperaba a sus sobrias con telas, colores y papeles para crear a gusto. Vivió hasta los 96 años en su casa de Acassuso, rodeada de una colección de sus obras en vidrio, piezas de arte popular americano y pinturas. Allí, cultivaba otro arte preciado: el de ser una anfitriona querida, dedicada e interesante.
La muestra “Lucrecia Moyano. Diseño, arte e industria argentina”, se puede recorrer hasta el 28 de enero de 2024, de miércoles a domingos, de 13 a 19, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, Av. del Libertador 1902, Palermo.