
Nació de la iniciativa de un grupo de pescadores que se autogestionaron y fue pensado a prueba de tormentas
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Frente a la Avenida Pedro Luro, la obra, que se inició en 1925 y se inauguró el 8 de enero de 1927, fue testigo del crecimiento de La Feliz y también de la construcción de la Rambla y de los famosos lobos marinos, a mediados de la década del ’40. De estilo náutico inglés, el proyecto fue realizado por la Dirección de Arquitectura de la Provincia de Buenos Aires, y de la obra se hicieron cargo los ingenieros Garbarini, Mener y Gorostiaga.

El edificio de la Sede Central del Club de Pescadores de Mar del Plata fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2001. Antes del muelle actual, existía otro más antiguo y de madera conocido como Lavorante, que era punto de encuentro para pescadores y aficionados. Pero un temporal lo destruyó y los pescadores se propusieron hacer otro más fuerte porque querían desarrollar la pesca deportiva, y que fuera un sello de la ciudad.

El muelle que no fue
En 1916, el Ingeniero italiano Vicente Lavorante, que estaba radicado en Mar del Plata y se desempeñaba como Director de Obras Públicas de la Municipalidad de General Pueyrredón, construyó una pileta con agua de mar, un balneario, una confitería y posiciones para la pesca, transformando un primitivo muelle en espigón deportivo. La obra fue destruida por un violento temporal en 1924. Entonces, un grupo de aficionados a la pesca decidió darse una nueva oportunidad, crearon una comisión y así nació el Club de Pesca Mar del Plata, con la intención de fomentar el deporte. El 29 de enero de 1925 se creó oficialmente y, poco después, el 5 de marzo de 1925, obtuvieron la personería jurídica.

Originalmente el proyecto del muelle era de 230 metros de longitud, pero con la demanda y los nuevos socios, finalmente se extendió hasta 300 metros. Las obras comenzaron en 1925. Primero se construyó una explanada de acceso y luego el restaurante y confitería, con un diseño que simula el casco de un buque. Luego se edificaron las galerías para uso exclusivo de los socios del club y, sobre la terraza, un espacio anexo al servicio de restaurante y confiterías. Allí también se instaló una oficina meteorológica. El nuevo muelle generó mucho entusiasmo entre marplatenses y turistas que hasta hoy se paseaban sacando fotos y admirando tanto la inmensidad del mar como la silueta de la orgullosa ciudad. Todos podían acceder pagando un bono contribución, y esos fondos se utilizaban para continuar con la construcción y el mantenimiento del lugar.
Una obra de avanzada
Conserva detalles originales, como pisos y el mobiliario de los salones que cuentan la historia centenaria de este espacio que es parte de la identidad de la ciudad. No fue obra del Estado ni de una empresa privada, sino que nació de la iniciativa de un grupo de pescadores que se autogestionaron. Y, claro, fue pensado a prueba de tormentas luego del desastre del antiguo muelle Lavorante, destruido por el mar. Por eso diseñaron la estructura en tramos independientes para que se mueva con el oleaje y no colapse.

Tiene una estructura modular única para su época: cada tramo está conectado, pero se puede desmontar y reemplazar sin afectar los demás (algo muy avanzado para 1927). Los pilotes más lejanos miden hasta 16 metros de alto para resistir el oleaje y los embates del clima.
El muelle fue inaugurado oficialmente el 8 de enero de 1927, con la presencia del presidente Marcelo Torcuato de Alvear, el intendente Rufino Inda y el primer presidente del club, Hernán Ayerza. En ese entonces, la inversión inicial fue de 225.000 pesos de la época.

A lo largo de los años mantuvo su silueta, pero con el relleno artificial de las playas del centro, gran parte de los pilotes de hormigón armado quedaron al desnudo a fines de los ‘90. El muelle quedó casi sin agua hasta que la naturaleza hizo su trabajo y erosionó lo necesario. El mantenimiento es cotidiano y costoso, y sin embargo, se cumple a rajatabla.
Parte de la identidad de Mar del Plata, el muelle es escenografía de películas y series, entre ellas varias de Alberto Olmedo y Jorge Porcel, y la saga de Los bañeros con Guillermo Francella. Más recientemente apareció en las series Monzón, con Jorge Román y Carla Quevedo, y en El tiempo de las moscas, con Nancy Dupláa y Carla Peterson.

Además, ostenta récords de pesca. A lo largo de los años se pescaron desde grandes tiburones martillo, hasta los clásicos pejerreyes, corvinas, meros, rayas, bagres, pescadillas, borriquetas, brótolas, congrios, peces elefantes y palometas.
El edificio de la Sede Central del Club de Pescadores de Mar del Plata fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2001 y un par de años antes, el paseo, incluyendo el Casino Central, el Hotel Provincial y la Plaza Colón, fue declarado parte del conjunto arquitectónico urbano nacional.

El cartel, un emblema
Dos paños de 30 metros de ancho por 12 metros de alto componen la estructura del cartel. El proyecto requirió una inversión de 9 millones de pesos en su momento, y estuvieron involucradas más de 15 empresas locales.
El cartel del muelle de pescadores es la postal de Mar del Plata. El primero fue de Copelina, una marca de agua mineral embotellada que ya no existe pero que vio potencial promocional en esas playas que cada año reunían a más turistas. Era, por entonces, un segmento bastante aristocrático que vacacionaba por veranos completos y estaba construyendo coquetos chalets.

Con el desembarco de la clase media y trabajadora en la ciudad balnearia, también cambió el cartel y fue Gancia, entre los años ’50 y ’70, la marca que dominó la estructura.
Ya en los ’80 le llegó el turno a una firma marplatense, Alfajores Balcarce que estuvo durante una década y luego fue Celusal.
El actual cartel de Quilmes se colocó en 2002, pero en el 2011 lo desmontaron por una modificación en el Código de Publicidad que limitó los carteles de gran tamaño, lo que afectó los ingresos del club. Luego de ocho años, en el 2019, volvió la famosa marca de cerveza.

El flamante restaurante
En abril de 2025, el restaurante Espigón de Pescadores cerró sus puertas tras casi 100 años, por razones económicas y estructurales. Tras unos meses sin funcionar, el pasado 3 de octubre, Ezequiel Vialaret y sus socios inauguraron El muelle.

“Después de la pandemia obtuvimos la concesión que tramitamos con la comisión del Club de Pesca y empezamos a hacer eventos sociales, cumpleaños de quince, fiestas de viajes de egresados, y también desayunos bufet y meriendas. Y este año apostamos por abrir el restaurante, por lo que hicimos una puesta en valor de este lugar icónico de Mar del Plata, con una vista privilegiada porque es el único restaurante sobre el mar”, cuenta Vialaret.

“El salón se hizo casi a nuevo en ambientación estilo mediterráneo; pudimos plasmar nuestras ideas y gustan. Sin embargo, respetamos la estructura original. Simplemente lo pintamos, le pusimos durlock al techo y no destruimos nada porque, además, hay algo mágico ahí”, agrega.
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