El hotel se inició en 1948 dentro de lo que fue la Finca Monterrey, un importante centro de producción frutihortícola creada por un español. Tras años de abandono, volvió a abrir sus puertas en 2009.
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Si se avanza por la RN 9 en la jujeña Quebrada de Humahuaca, cuesta imaginar que, un poco antes de llegar al hito que marca el Trópico de Capricornio y en lo que hoy es el plácido pueblo de Huacalera funcionaba la Finca Monterrey, un centro de producción agro ganadero modelo que tuvo sus inicios en la década de 1930. Allí hubo una importante producción con confección de dulces y otros subproductos, cría de ovejas de variedad Karakul, caprinos Angora, bovinos, porcinos y equinos. Además, conejos y aves, apicultura y una importante carpintería con trabajos en madera de cardón. Huacalera era entonces sinónimo de la finca ya que el centro de producción abarcaba la totalidad del pueblo y sus inmediaciones.
El edificio neocolonial es un indicio actual de aquellos años, y su aparente sobredimensión en este paraje aislado tiene su porqué. Inaugurado en 1948 con el nombre de Hotel Monterrey, fue hecho con la idea de convertir el lugar donde estaba emplazada la finca en un centro turístico por sus recursos naturales e históricos. Fue construido con elementos del lugar como cal, piedra, lajas, ripio, granito, madera de cardón y adobes, que fueron realizados con la tierra que extrajeron al excavar la pileta de natación.
Sus huéspedes fueron artistas, políticos, escritores, catedráticos e investigadores, además de comerciantes, viajantes y pasajeros que tenían como destino localidades cercanas de la quebrada. Para los ejecutivos de la Minera El Aguilar funcionó como una base de aclimatación a los más de 4.000 msnm de la mina.
El hotel es uno de los edificios que sobrevive de la famosa finca. Un recorrido por el pueblo descubre casas particulares construidas en el mismo estilo del hotel (base de piedras, paredes anchas de adobe, techos de teja colonial), que en su momento pertenecieron a la finca.
A pesar de que en la actualidad se lo conoce con el nuevo nombre de Hotel Huacalera, para los pobladores de mayor edad de la localidad sigue siendo El Monterrey, o se refieren a él como “el hotel de la finca Monterrey”. Como la finca, fue siempre considerado un hito importante en el desarrollo del pueblo (durante años tuvo el único teléfono de línea de la zona que eventualmente cedió a la comisión municipal), y a raíz de su instalación fueron haciéndose necesarios mejores servicios e infraestructura. Dicen por ejemplo que la construcción de la vieja estación de tren estaba destinada principalmente a llevar la producción de la finca a los principales mercados.
Emprendimiento español
En su libro “Huacalera: la Finca Monterrey, un lugar olvidado en la Quebrada de Humahuaca”, la historiadora Liliana Suárez Giambra (que recopiló la historia del lugar) cuenta que Don Jacobo André, un inmigrante español arribado en 1920 al país, se dedicó a recorrer diversas zonas de la Argentina para elegir la más adaptable para su proyecto. Después de andar por Río Negro, Neuquén, la región andina y otras, se instaló en la capital salteña con la gran tienda Buenos Aires, y luego la cadena de Tiendas La Tropical. Adquirió más tarde la finca El Perchel de 25.000 hectáreas cruzada por el Ferrocarril Norte Argentino que le recordaban a su España natal. Era oriundo de Galicia y tenía nostalgia de la comarca de Monterrey, por lo que en Huacalera hizo realidad Monterrey. Su anhelo era encauzar el desarrollo y la producción en esta zona enclavada en la parte más ancha del Valle del Rio Grande y con su familia y otras familias gallegas desarrolló un modelo agro ganadero.
Hasta que don Jacobo André compró esas tierras en 1928, la población originaria estaba dispersa y fue él quien colonizó el lugar. “Desde niña veraneaba en Huacalera en la casa de la escuela donde mi tía Ninfa ejerció la docencia durante 25 años”, dice la autora del libro. “En realidad, Huacalara y la Finca Monterrey eran lo mismo... Desde entonces recuerdo ese lugar de manera especial. Al llegar me encontraba con un espacio diferente al resto de los pueblos de la quebrada pues no había ni una plaza, ni centro cívico, manzanas con espacios verdes o juegos infantiles. Era una finca privada”, recuerda. Y agrega que “dispuestos en hilera se encontraban la pequeña iglesia al fondo de una pintoresca calle escoltada de álamos, al lado imponente el hotel Monterrey, algo más allá un granero y atravesando una senda que conduce al cementerio se iniciaba la granja”.
Muchas de las quintas de la Finca Monterrey situadas desde el Perchel hasta Yacoraite llevaban el nombre de las mujeres de la familia de Don Jacobo André. Estaban la Quica, la Tucha, la Carmiña y la Adelaida, y en todas había grandes plantaciones de frutales y hortalizas. “La Finca Monterrey despertaba cada mañana de manera silenciosa. En ese entorno cada uno cumplía con sus actividades diarias, los tractores iban y venían de las distintas quintas. La tranquilidad pueblerina era interrumpida por la campana de la estación y el silbido del tren anunciando la llegada del mismo… también el sonido de los animales de la granja, el murmullo de las acequias y del rio Grande quebraban el silencio en tanta quietud”, escribe.
Ocaso, abandono y reinauguración
La época de esplendor de la finca fue la década del 50 y su declinación hacia los 70. Del mismo modo el hotel fue vendido en 1975 y dejó de funcionar en 1984 luego del paso de dos dueños más. Por un tiempo funcionó con aperturas puntuales en fines de semanas, festividades y eventos, para cerrar definitivamente a mediados de los noventa. Con el nombre de Hotel Huacalera reabrió sus puertas en 2009 tras una gran remodelación y el agregado de un ala completa, prevista en los planos originales y conservando los materiales en que fue construido el hotel en la década del 40. “La principal intención fue la de poner el nombre de Huacalera nuevamente en el mapa turístico de la región, por eso nuestro eslogan reza “Diseñamos un hotel. Diseñamos un destino”, señala Juan Pablo Mónaco, uno de los socios dueños del hotel.
Mónaco explica que de las 22 habitaciones con que contaba el hotel, las 18 habitaciones del Ala Sur tenían acceso por el frente del hotel a través de una galería. Esa galería se cerró y se incorporó a las habitaciones como sala de estar, y se construyó un pasillo por detrás como acceso. Estas habitaciones originales todavía cuentan con techos de cardón de más de 70 años y paredes de adobe. A continuación de la construcción original se incorporó el actual Ala Norte de habitaciones, y el comedor y cafetería que estaban en el primer piso (donde dicen funcionaba un casino y sala de juegos clandestino) se transformó en habitaciones para llegar a un total de 32. Parte del cerro que está detrás del hotel se excavó para emplazar lo que es el restaurante actual, algunas de cuyas ventanas dan a la piedra misma. La piscina, que estaba en el frente del hotel se movió donde terminan los jardines, a continuación de la construcción nueva del spa.
Para la reinauguración se convocó al arquitecto Emilio Maurette para el proyecto exterior y a los arquitectos de Usos, un estudio de la capital jujeña para los toques modernos de color y diseño que caracterizan el interiorismo y recrean la cultura andina. Por fuera conserva la sobriedad en fachadas y detalles como tejas y arcadas de estilo colonial, por dentro es un estallido de colores estridentes con grandes espacios intervenidos por artistas locales. Su lobby y espacios comunes evidencian el norte en cada objeto, cada textura y color.
Su restaurante Monterrey, en cuyo nombre se conservó el legado del viejo hotel, propone platos andinos con toques modernos. La carta fue diseñada por el chef jujeño Walter Leal, quien periódicamente supervisa la ejecución a cargo del equipo de cocina encabezado por Cristian Calapeña (cuyo padre trabajó varios años también en la cocina del hotel Monterrey) y ofrece platos andinos gourmet realizados con productos tradicionales locales y materia prima obtenida de la fantástica huerta orgánica que tiene el hotel.
Ruta 9 km 1790. T: (0388) 5813417/474/427
reservas@hotelhuacalera.com
La doble con desayuno a partir de u$s 240 +IVA.
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