El intelectual francés presenta Blanche, su nuevo libro, y habla sobre su admiración por los argentinos
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Escritor, ensayista, filósofo, participante activo de debates intelectuales en Francia y el mundo entero. Dandy en su andar, adorador del universo femenino, pero muy especialmente de las mujeres empoderadas, sofisticadas, sensuales e incluso peligrosas. Como Albert Camus, a quien admira “porque es el intelectual que menos se equivocó en su vida y en sus luchas”, Jean Paul Enthoven nació en Argelia. Y protagonizó su propia novela cuando su ex, Carla Bruni, se enamoró de su hijo Raphaël, con quien tuvo a Aurelien, su nieto.
Hubo escándalo y luego un libro en el que Raphaël Enthoven, en tono autobiográfico, desnudó despiadadamente a los integrantes de su familia. Páginas y páginas de diarios y revistas del corazón. Porque todos eran conocidos, todos eran filósofos, periodistas, psicoanalistas...Y por si fuera poco estaba involucrada una ex primera dama que, a pesar de ser muy distinguida, nunca se caracterizó por el bajo perfil.
De visita en Argentina para presentar Blanche, su primer libro traducido al españo, el novio de Patricia Della Giovampaola (llevan casi una década en pareja) experto en analizar el amor, los celos, el erotiosmo, la soledad, la riqueza y la insatisfacción, se atreve a definir a los argentinos y hasta opina sobre fútbol, su segunda pasión después de la literatura.
–Fanático de Proust y creador de heroínas. ¿Cuál es su mujer favorita en la Historia?
–Cuando me preguntan por mi heroína preferida en la literatura no puedo dejar de pensar en la duquesa Sanseverina, protagonista de La cartuja de Parma, de Stendhal. Porque ella adora el amor, la ligereza, la juventud. Luego, sin lugar a dudas, Madame Bovary, de Gustave Flaubert. En este caso me impacta su melancolía, su aburrimiento profundo, el engaño con los hombres. Ambos personajes me permitieron entender muchas cosas de mis contemporáneos. Yo siempre las elijo porque entiendo que no hay novela sin heroína.
–Usted y Marcel Proust, un romance declarado. ¿Por dónde hay que empezar a leerlo?
–Respecto a él tengo un solo consejo: empiecen leyendo Por el camino de Swann, que es la primera entrega de la obra de Proust. Si quedan prendados, bien. Si no, déjenlo sin culpa. Como él, yo amo a Albertine porque es una mujer mala, que vendería a su padre y su madre si eso le significara buenas ganancias. Albertine desaparecida, también conocida como la fugitiva es el sexto y penúltimo volúmen de la novela En busca del tiempo perdido. Acá el autor desarrolla el relato de las angustias, el deseo y, sobre todo, los celos que desata la pérdida de la amante .Envidio sinceramente a quienes aún no lo han leído porque descubrir a Proust cambia la vida del lector.
–¿Qué le sucedió a usted?
–Me enseñó a estar atento a todo. A la sociedad, a los sentimientos. Él describió como nadie un mundo agonizante: la sociedad aristocrática europea de principios del siglo XX, y un mundo nuevo, la burguesía triunfante que, a su vez, fue pulverizada por la Segunda Guerra Mundial.
–Nunca abandona el tema de los celos, el amor, el esnobismo, la aristocracia y la lucha de clases. ¿Qué descubrió a través de los años?
–Que los sentimientos que usted me nombra existen en todos sus caracteres, formas y dosis diferentes. A veces da la sensación de que la psicología humana es una especie de química, de biología, un lugar donde los átomos se mezclan y se trasforman.
–Me gustaría conocer su conclusión sobre los celos.
–Siempre fui un gran celoso. Y lo digo con total certeza: para mí los celos son una prueba indiscutible del amor. Sobre ese punto preciso, nunca he cambiado.
–Hábleme sobre Blanche, la protagonista de su novela. Por lo visto nunca lo atrae el universo de las mujeres tranquilas, desapasionadas...
–¿Quién tiene ganas de salir con mujeres tranquilas y desapasionadas? Yo no conozco gente que busque eso. Además no hay que confundir el amor con una cura de salud, o un spa. Blanche es la viuda de un hombre muy importante, mucho mayor que ella, y de quien, entre otras cosas, se descubrirá que la inició en placeres muy particulares. Ella es una criatura muy sensual.
–¿Sería irrespetuoso ir hacia lo personal, preguntarle algo sobre su propia novela, la que lo tuvo como protagonista?
–Sería, sobre todo, absurdo. Y si buscan semejanzas aclaro que esta novela habla completamente de otra cosa. Por otro lado, ¿hasta cuándo me van a interrogar sobre este tema?
–Hay temas que no tienen fecha de vencimiento. Por lo menos para el periodismo.
–Es cierto que esta historia, muy breve por cierto, me ha marcado a fuego para toda mi vida. Pero sé que mi hijo va muy bien, Carla lo mismo y el hijo que tuvieron juntos me llena de felicidad.Todo lo que sé de mí me lo enseñaron las mujeres.
–¿Por qué a Patricia Della Giovampaola, su pareja, la llama Vita? ¿Lo devolvió a la vida?
–Porque Patricia es la vida. Ella es el amor de mi vida. Y soy feliz porque es un privilegio muy grande conocer un ser semejante. Vivir algo de estas características cambia completamente el destino de un hombre.
–¿Cuál es su relación con la obra de Albert Camus? ¿Qué siente que los une, además de haber nacido en la misma tierra?
–Camus es un escritor muy importante para mí. Por empezar, como usted bien dice, nacimos los dos en Argelia. Y después porque considero que es el intelectual que menos se equivocó en su vida y en sus luchas. Camus es un verdadero tesoro y uno de de los personajes principales de la novela que estoy escribiendo en este momento.
–¿Qué tiene para decirnos sobre la muerte? Su corazón dejó de latir 155 segundos.
–Sí, sobreviví por milagro y ahora, afortunadamente, me siento muy bien. La muerte nunca está muy lejos, ella se parece a una mujer hermosa, con quien tenemos ganas de dar una vuelta. De todas maneras, solo se ha ido por un rato. Obviamente espero que regrese lo más tarde posible porque la vida es demasiado entretenida.
–Le han preguntado por las mujeres argentinas y usted responde que su argentina favorita es italiana. ¿Qué postal romántica nos puede relatar de ese encuentro con Patricia?
–Es un secreto. Perdón, pero es un secreto que solo pertenece a nosotros.
–¿Cómo cree que somos los argentinos?
–Es innegable que los argentinos son orgullosos y románticos. Yo los adoro, me encantaría que el resto de la humanidad se les parezca. En verdad, podrían ser un poco mas disciplinados, pero su poesía, su belleza, para mí son milagros.
–¿Le interesa el fútbol? Ya estamos empapados de Mundial...
–El fútbol es mi segunda pasión después de la literatura. Voy a disfrutar la mayoría de los partidos. Sueño con una final Argentina-Francia, ya que ese caso, sería feliz gane quien gane. Para ser sincero, creo que Argentina está por delante de Francia. La Copa los espera con los brazos abiertos. Y Messi se la merece totalmente.