Juan Miceli. Habla de su radical cambio de vida y revive su cruce con Larroque: “Fue muy evidente el maltrato”
Alejado de los noticieros, el periodista se dedica al paisajismo y volvió a la tele como coach en el reality El hotel de los famosos
Es muy tentador referirse a Juan Miceli como el periodista que después de tres décadas de conducir noticieros se hartó, pateó el tablero y buscó refugio el mundo de la jardinería. Contado así suena a lugar común. Sin embargo, Miceli ama ese oficio que lo llevó a cubrir desde la victoria de Clinton hasta la caída del apartheid. En todo caso, el cambio de rumbo tuvo más que ver con una pasión latente –el paisajismo y la jardinería– que fue creciendo dentro de él y demandando espacio para desarrollarse.
De hecho, hoy sigue haciendo eso que hacen los periodistas: contar historias. Pero no del precio del dólar ni de casos de corrupción, sino del valor de las plantas nativas y de las abejas, o de cómo nuestra relación con la naturaleza está determinada por la cultura. Incluso, como coach del reality El hotel de los famosos (ElTrece), aprovecha ese espacio para comunicar su pasión.
–¿Extrañabas la tele?
–No, no la extraño. Pero veo que el sector en el que estoy trabajando ahora –que es la jardinería, el paisajismo, un poco la ecología– tiene poca difusión en los medios. Cuando me dijeron de participar de un reality que iba a tener algo de jardinería lo vi como un espacio de difusión. Y así como la cocina en algún momento explotó en la tele y eso generó que mucha gente se pusiera a cocinar, yo voy a tratar de que la gente se empiece a conectar con la jardinería, y que después de ver el programa vayan a un vivero o aprendan cuál es el árbol que está en la puerta de la casa. En un momento dudé: “Uh, mediáticos”, dije, pero dejé de lado los prejuicios.
–¿Y las celebrities se enganchan, saben algo de plantas?
–La mayoría tiene cero vínculo con el trabajo en un jardín, con meter la mano en la tierra, ensuciarse y transpirar. Pero lo que noto es que cuando tuvieron que trabajar conmigo se entusiasmaron y dicen que terminan cansados pero que les encanta.
–Desde los medios, la jardinería siempre estuvo vinculada a la mujer. ¿Está cambiando eso?
–Es cierto. Por un lado, está la jardinería vinculada a la mujer como hobby, que en los ratos libres se ocupa del jardín, compra un ramo de flores. Por otro lado, tenés toda la mano de obra pesada, que hace el mantenimiento de las plazas. En general son varones que andan con la desmalezadora, la bordeadora y la máquina de cortar pasto, y que por ahí no tienen tanto conocimiento de manejo de plantas como una mujer. Pero es cierto que hay un prejuicio, una cosa muy arcaica, de que ser jardinero y dedicarte a las plantas es cosa de mujeres. Primero tenés que hacer 30 pozos y después contame... Creo que va a haber un cambio y que la jardinería tiende a ser un trabajo de hombres y mujeres por igual.
–¿La mayor conciencia ecológica trajo un cambio en la jardinería?
–Sí, sobre todo en Europa. Hoy lo que se plantea es que el jardín no sea para mi placer, un jardín en el que ordeno a la naturaleza para mi disfrute.
–Un objeto de contemplación.
–Claro. Entonces lo disciplino, lo ordeno, lo pongo simétrico, porque me sirve a mí. Ahora es la naturaleza: ¡convivamos! Entonces no tiene que ser un jardín perfecto solo para tu placer, sino que tiene que estar acorde con el lugar ¿Estás en un campo abierto? No vas a poner ahí una cosa rígida, simétrica, disciplinada. No va con los tiempos que corren. Hoy es un jardín con biodiversidad, que se integre con vos. Es el hombre integrado con el jardín en el que tiene que haber plantas que atraigan mariposas, aves e insectos que son benéficos para la polinización. El tema de la polinización es muy importante. Hace 30 años ibas a Mar del Plata en auto y cuando te bajabas tenías el parabrisas y la parrilla llena de bichos. Ahora no, porque con tanto agroquímico bajó la diversidad de insectos. En Europa se construyen hoteles de insectos, que son como unas casitas para el jardín para que los insectos aniden ahí y volvamos a tener polinizadores. Porque sin polinizadores no tenés trigo, ni maíz ni nada.
–Tenemos un ideal de un jardín sin bichos. Habría que aflojar un poco con el insecticida, ¿no?
–Sí. Hay gente que les tiene miedo a las abejas y las avispas, que en general no hacen nada. Al contrario, están favoreciendo la polinización. Cuando voy a la casa de un cliente le planteo esto, y le planteo también la importancia de las plantas nativas y de evitar las plantas invasivas, como los ligustros. Hay muchas plantas invasivas en nuestro país que están asfixiando a las plantas nativas, que son las que hay que recuperar porque son mucho más ecológicas: están adaptadas a nuestro ambiente, andan bien con el agua de lluvia y no necesitan riego extra, y no gastamos en fertilizante ni pulverizaciones.
–¿Qué te llevó a dejar el periodismo y dedicarte a la jardinería y el paisajismo?
–Empecé a sentirlo un poco en el cuerpo. Sentía que había perdido esa chispa de hacer un noticiero, porque me cansaba la agenda periodística que es la misma que cuando empecé hace 30 años: el dólar... Es un camino que uno conoce y que lamentablemente es siempre lo mismo. Yo ya venía estudiando y sentía que me gustaba mucho la jardinería. Y el noticiero te limita a la hora de viajar, de ir a hacer un jardín. No podía las dos cosas. Tenía la sensación de que si llegaba a los 70 y no lo hacía, me iba a arrepentir de no haberlo intentado.
–¿Cómo ves hoy el periodismo en la Argentina?
–Atravesado por la grieta. Se ha perdido la imparcialidad –no la objetividad, ser objetivo es muy difícil–, el ser honesto con la información y no estar todo el tiempo filtrando lo que no me conviene y dejando pasar lo que estoy defendiendo.
–¿Crees que el episodio que tuviste en la TV pública con Larroque prefiguraba esta grieta?
–Sí, claro. Bueno, hace un par de años me llamó Larroque para pedirme disculpas. Se las acepté y listo. Pero el episodio que tuve en ese momento tuvo mucho impacto porque al ser en televisión fue muy evidente el maltrato por una pregunta, y el castigo posterior por haber preguntado en un medio público. Cuando yo de entrada, cuando me llamaron, les dije que no iba a decir la inflación de Moreno, sino la del Indec y la del Congreso. Les dije: “¿Están seguros de que quieren que yo trabaje acá?”. Bueno, duró dos meses. Pensaron que me iba a alinear.
–¿Sentís que tu sitio de jardinería vivalatierra.com.ar es como una vuelta al periodismo?
–No sé si una vuelta. Pero sí lo que noté cuando empecé a leer sobre jardinería es que encontré historias geniales. Me enteré de que los jardines de Versalles, que son disciplinados y simétricos, tienen que ver con la aparición en Francia de René Descartes, padre de la matemática; que el jardín inglés es más democrático, más suelto, porque Inglaterra tiene parlamento. Empecé a ver un montón de cuestiones que muestran que el jardín es una expresión de la Historia. Me parecen historias geniales y me gusta contar historias, que es lo que hacemos los periodistas.
–Diseñaste plazas en Necochea.
–Nací en Necochea, tengo familia allá. Cuando dejé los noticieros empecé a quedarme más tiempo cada vez que iba de visita y dije: “Quiero hacer algo por el pueblo”. Me junté con amigas que también son jardineras y presentamos un proyecto al municipio para diseñar una plaza en un lugar abandonado. Al intendente le gustó y lo aprobó. La plaza está frente a dos escuelas, por eso tiene un diseño que contempla espacios que son como aulas al aire libre: durante la cuarentena, cuando las escuelas estaban cerradas, se dieron clases ahí. Ahora, cada vez que voy, paso por esa plaza y veo gente tomando mate, chicos, familias. Diseñar un espacio público es lo más gratificante que hay.
Después hicimos la plaza central de Necochea, y ahora el tercer proyecto es una plaza a tres cuadras del puerto, que va a ser con una temática vinculada al puerto.