El icónico restaurante que marcó los años 60 y cerró sus puertas en 2021 reabrirá en pocos días como parte de Manduca, el flamante polo gastronómico del complejo teatral La Plaza
Hay que imaginar esa Buenos Aires de los años 70, con sus ritmos propios, las zonas de moda y los sabores, tan distintos a los de hoy. Fue ahí que nació Los Platitos, la clásica parrilla familiar ubicada en una soleada Costanera Norte, en esa frontera urbana definida por el río y el sonido de los aviones del aeropuerto Jorge Newbery. Símbolo de la porteñidad, por esa costanera abundaban restaurantes siempre llenos, desde Happening a Los Años Locos, con un largo desfile de personajes del jet set, actores y actrices, políticos y cantantes.
“En la década de 1970 abríamos toda la noche. A las 4 am, cuando cerraban los cabarets, venían todos a comer acá. También era común que viniesen tripulaciones enteras, me acuerdo que incluso los pilotos tomaban vino… no sé cómo habrán sido después esos vuelos”, recuerda con una sonrisa Eduardo Bianco, hijo de Antonio, el fundador original de Los Platitos en los 60: un restaurante querido y conocido que en 2021 cerró sus puertas en medio de controversias con el Gobierno de Buenos Aires y que, para felicidad de muchos, reabre en pocos días como parte de Manduca, el flamante polo gastronómico del complejo teatral La Plaza.
La historia de Los Platitos comenzó pequeña y modesta: era apenas un carrito con unas mesas ubicado sobre el río, en el puesto número 22. “Ni siquiera se llamaba Los Platitos, sino Los Patitos, por el número que les había tocado. Papá tenía una bicicletería y le arreglaba siempre la silla de ruedas a un señor inválido, Felipe Idoria. Mientras charlaban se terminaron conociendo y en un momento se asocian y arman este carrito”, cuenta Eduardo. “Cuando la municipalidad saca los locales que estaban del lado del río, se mudan enfrente al puesto 37. Luego Felipe muere, su parte la heredan sus hijos que comienzan a pelearse. Papá estaba muy agradecido con Felipe, así que para evitar problemas decide irse y dejarles todo a ellos. Y ahí abrió Los Platitos en el puesto 57, que fue el que terminó perdurando en el tiempo.”
Los Platitos fue siempre sinónimo de abundancia y popularidad. Por sus salones tapizados en madera, con mesas vestidas de blanco y servilletas de tela, podían pasar hasta 400 personas en un único turno. Pero siempre lo más codiciado, lo primero en llenarse, eran esos 15 taburetes ubicados frente a la barra de acero inoxidable, con una privilegiada vista directa a la parrilla y sus brasas al rojo vivo. Esa barra con forma de L marcaba el ritmo del local, con comensales comiendo ahí mismo, casi al paso, para luego seguir viaje con la panza llena y el corazón contento. Allí comenzó a hacerse famosa la especialidad de la casa, el sándwich de cuadril: un pan de tipo Felipe grande y generoso, cortado al medio, sosteniendo un contundente bife tierno y servido al punto deseado, como firma insignia de la casa.
En mayo de 2021 se conoció la noticia: “Después de 44 años de servir sus famosos sándwiches de cuadril, Los Platitos cerró sus puertas. En esta ocasión no fue la pandemia de coronavirus la razón de fondo, sino una serie de pujas que tuvo el comercio con el gobierno porteño, según explican desde la firma gastronómica”, puede lleerse en la nota publicada en La Nación .
“El gobierno quiere convertir a la Costanera en un Distrito Joven, con boliches bailables y esas cosas. Nosotros no les servíamos para eso. Pero bueno, ya pasó: es hora de empezar una nueva historia”, dice hoy Eduardo. Una nueva historia que está a punto de abrir sus puertas.
Polo gastronómico y teatral
Un puesto de cocina judía, otro de dumplings, una heladería histórica, una barra de ceviches, un plant based, una cafetería de especialidad, una vermutería y una pizzería napolitana con horno de leña, entre más opciones: todo esto será parte de Manduca, el más nuevo de los polos gastronómicos porteños, que está abriendo por etapas en el complejo teatral La Plaza.
“En estos dos últimos años se dio una revalorización muy fuerte de los espacios abiertos. En La Plaza eso ya está dado de manera natural”, cuenta Pablo Kompel, CEO de Grupo La Plaza. “Sentimos que más allá de algunos clásicos fantásticos, la oferta de la Avenida Corrientes es monocromática, faltan opciones con mirada contemporánea. Por estos teatros pasa un millón de personas al año. Y después de las funciones muchos terminan comiendo en otro barrio, porque no encuentran acá algo que cumpla sus expectativas. Por eso pensamos Manduca”, culmina.
Con dirección gastronómica de Nicolás Kompel (hijo de Pablo, cocinero y licenciado en gestión de medios y entretenimiento), en la última semana abrieron allí KoKo Bao Bar, Sccanapieco, Asu Mare y Sifón. Son todos puestos pequeños, algunos con algunas mesas dentro, la mayoría para pedir en la ventana y comer en las mesas distribuidas en el complejo, entre plantas verdes y la oferta de los teatros. “Papá era fanático de Los Platitos, iba todos los viernes a comer ahí con amigos. Cuando pensamos Manduca, ellos fueron los primeros a los que quisimos convocar”, admite Nicolás.
El nuevo Los Platitos 57 (ahora el número estará bien al frente) toma elementos claves del clásico de Costanera, pero en versión callejera. Ya no se trata de ese enorme local popular, sino de replicar la barra que estaba al frente del restaurante. La estética remite a los años 70 con azulejos naranjas y verdes, paneles de madera clara y taburetes con aires de diner. Sigue allí la barra de acero inoxidable, como elemento clave de esta recuperación. “Mantenemos parte del personal original, usaremos la misma carne, el mismo proveedor del pan. Yo trabajé en Los Platitos con papá desde que tenía 17 años, ahora tengo 67, imagínate si tengo experiencia”, dice Eduardo.
El menú apuesta al corazón parrillero de la casa, con provoleta, chorizos, morcillas, mollejas, bondiola, lomo y cuadril, al plato o en sándwiches. Se suman papas fritas, ensalada mixta, vino, cerveza. El ADN del asado argentino.
Hay un rumor que corre, un secreto que nadie confirma. Ese rumor cuenta que el famoso sándwich de cuadril de Los Platitos en realidad es de ojo de bife, de la parte más tierna y magra de uno de los cortes más cotizados. Se lo llamó cuadril, se dice, porque en la época en que surgió este sándwich el ojo de bife no era parte de la nomenclatura cotidiana de cortes de carne parrilleros. La confusión es posible: a fin de cuentas, ojo de bife y lo mejor del cuadril comparten características en común, como la cocción rápida y el sabor delicioso.
Con 96 años de edad, en enero de este año murió Antonio Bianco, el mismo que en la década del 60 dio los primeros pasos de Los Platitos. “Estuvo lúcido hasta el final; iba siempre al restaurante para ver cómo estaba todo”, recuerda su hijo. “Vivió dos golpes muy duros: en 2020 falleció su esposa y un año más tarde nos cerraron el local. Luego de eso se entregó”.
La reapertura de Los Platitos es así no solo la recuperación de una parrilla popular y querida por miles de habitués, sino también un homenaje a una historia de la gastronomía de Buenos Aires. Una barra de acero, las brasas encendidas y los sándwiches de siempre, a la espera de sus nuevos comensales.
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