Ludovica Squirru: “Van a venir tiempos más difíciles en todos los ámbitos”
La astróloga, que había anunciado la pandemia, lanza su Horóscopo Chino 2022 y pronostica un Año del Tigre lleno de aprendizajes
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Cuando el 2020 se cernió sobre la humanidad con la pandemia, no todos lo vivieron con desconcierto. Ludovica Squirru Dari, astróloga y estudiosa del horóscopo chino y el I Ching desde hace 30 años, llevaba tiempo leyendo en los ciclos chinos sobre la llegada de un cimbronazo mundial. Su libro de predicciones lo detalló con una fidelidad asombrosa: se refirió al año de la rata de metal como un revival del tiempo de la peste negra, sucedida en el 1900 en China. “Visualicé que en este caso sería como un hantavirus, con una epidemia mundial de ratas, y que iba a afectar los pulmones”, describe. Basta reemplazar dos palabras para llegar al diagnóstico efectivo del 2020.
Llamativa y disruptiva desde aquellas primeras incursiones en TV cuando comenzó a hablar de la astrología oriental a sus 27 años, Ludovica hoy encarna con orgullo sus 65 y hasta se anima a posar en traje de baño en la tapa de su Horóscopo Chino 2022, entre los ojos del tigre que regirá el año próximo. Con esfuerzos redoblados después de una cuarentena que la tuvo nueve meses en Buenos Aires, alejada de su casa de Traslasierra donde vive hace décadas, se dedicó a ser productiva: lanzó además una agenda, reeditó el libro Mi China y comenzó a producir un documental sobre su nutrida vida.
–Aunque lo hayas predicho, ¿no te impresionó la llegada concreta de la pandemia?
–Muchísimo. Pero, modestia aparte, si leés mis libros vas a ver que también hablé del cambio climático hace 15 años. Hablé de las caídas de la tecnología, de cosas que luego pasan y abordo con mucha anticipación. Lo que pasa es que lo de la pandemia fue tan brutal a nivel global que impresiona más. No paré en todo el año de dar reportajes. Pero los ciclos chinos son inexorables. Hace 40 años que estudio los libros que acá no llegan, mis maestras están en México y me han abierto las puertas para darme una información hermética. Si estudiás la medicina y astrología chinas, es muy raro que te pueda pasar algo malo, porque todo es preventivo. Hacés de la prevención, la predicción. Y si ejercitás eso, lo entendés. Estoy todo el día rodeada de material de este tipo. De hecho, es raro que tenga tiempo para leer una novela común. ¡Porque además me interesa cada vez más!
–Y en ese sentido, ¿qué vamos a encontrar en este nuevo libro?
–Van a venir tiempos más difíciles en todos los ámbitos. Desde el cambio climático, que va a traer sobre todo catástrofes en forma de agua y mucho movimiento telúrico, a la necesidad de reinventarse. El tema será cómo vamos a surfear esa ola para que el tigre no nos devore. Eros está dando vueltas con Tánatos y debemos ver cómo poner a favor lo creativo. El hexagrama que elijo para el Año del Tigre es el primero del I Ching, donde se habla de resetearse y empezar de nuevo, porque el tigre va a deglutir todo lo que pasó en estos años de pandemia y de cambios sistémicos en el mundo y a dar la oportunidad de meterse en esa ola y cambiar.
–O sea que se viene un año para ser protagonistas.
–Sí, pero también para que acompañemos el proceso. Porque no podemos parar el devenir de lo que está pasando con el cambio climático, la geopolítica, los migrantes. Como en la película La vida de Pi, a veces hay que tirarse del bote a nadar de noche para que el tigre no nos devore, y otras hay que convivir. Esa adaptación va a ser el desafío permanente. Nos van a tocar pruebas casi bíblicas.
–¿Qué opinás de que la astrología y el tarot ahora sean disciplinas de moda?
–Creo que esto siempre estuvo de moda e interesa a la gente desde Adán y Eva. Y de hecho, creo que hay prejuicios en mucha gente. Cuando querés traer algo nuevo, cuesta. Cuando empecé a hablar del horóscopo chino tenía 27 años y la gente creía que era un invento mío. Pero no me importó, se fue dando. Si perseverás en lo que creés contra viento y marea, esa semilla en algún lado prende. Y eso va moviendo otras energías, porque hace 40 años no se sabía nada de horóscopo chino y hoy ya tengo tres generaciones que me siguen. Es más, estoy pensando en armar con un amigo un libro sobre horóscopo chino para niños.
–Hace 19 años creaste un movimiento para refundar la Argentina. ¿En qué consiste?
–Pensé que nadie le había hecho una carta natal al país, y la hice según la fecha de la independencia. Pero lamentablemente el 9 de julio de 1816 vino malparido, porque fue una luna llena en conjunción con el sol, lo peor que puede haber para el nacimiento de algo. Entonces convoqué a un astrólogo maya, a uno asirio caldeo, a uno mapuche y a Miguel Grinberg y su ecoespiritualidad. Yo sumé mi conocimiento del I Ching y buscamos una fecha propicia para refundar la Argentina. Hace 19 años que el 4 de diciembre nos juntamos a pensar qué nos pasa y a pensar a dónde queremos ir como país. Son cuatro días de talleres de todo tipo, desde constelaciones familiares a pintura, música e I Ching. Creo que los cambios son muy lentos, pero esa semilla es como el bambú, que tarda 7 años hasta que la caña sale. Yo estoy en ese camino, ese Tao.
–En pandemia comenzaste un documental sobre tu vida, ¿te movilizó revisitar tantos recuerdos?
–Muchísimo. Ya ver fotos de hace 20, 30 años, te cambia el humor. ¡Qué mona y flaca estaba! (ríe). Me di cuenta de que solo tengo gratitud con mi vida. Entendí cómo la vida me fue y va llevando por lugares donde aparecieron los maestros en el momento indicado. Siempre tuve esa intuición: a mí me va bien cuando me escucho. Y tengo una vida para contar desde todas las facetas, no solamente la astrología. Fui actriz, superé tres incendios, vengo de una familia de gente del arte, hay un montón de cosas que me gustaría compaginar. Mi mejor amiga, Marcela Sáenz, es una editora de cine y con su hermano Juan Cruz, todos íntimos amigos desde los 18, quisimos armar este documental. Además, Claudio Herdener, mi pareja, recopiló hasta el último artículo que tenía, desde la época de Tato Bores. Todavía está en proceso, pero creo que cuando se arme va a estar bueno.
–Cuando cumplió 60 años, Martín Caparrós escribió que “envejecer es descubrir que ya no serás otro”. ¿Te pasa o todavía te quedan transmutaciones?
–Tengo la sensación de que hay muchísimo más que debo seguir transmitiendo a la gente. Y cuando transmitís, también tenés que recibir. Tengo una antena al cielo y otra en la tierra. El macrocosmos está en el microcosmos, y a veces estoy regando mi huerta en Córdoba y acepto que puede venir una inundación o un fuego y arrancarme todo lo que trabajé en un año. Por eso vivo la vida a pleno siempre, y espero seguir mejorando. Hay Ludovica para rato.
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