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“El ser humano busca la comodidad y el placer inmediato; esta falta de adversidad nos lleva a ser cada vez más débiles. A pesar de que evolucionamos como especie, nuestra biología y sus necesidades siguen siendo las mismas: no estamos diseñados para la abundancia en la cual estamos inmersos”, relata Florencia Raele en la sinopsis de su libro, Medicina ancestral y epigenética.
Volver a los orígenes, resetear la mente y el cuerpo, de eso se trata. ¿Quién se hubiera imaginado que existe la posibilidad de hackearse a uno mismo? Al igual que sucede con un dispositivo electrónico, también es posible hacerlo con el organismo, ¿cómo? De manera muy sencilla a través del Biohacking, una técnica que propone incorporar hábitos ancestrales para reducir el estrés, desinflamar las células y así, mejorar la calidad de vida.
Una propuesta que entre sus adeptos se encuentran el príncipe Harry y el reconocido jugador de básquet, Manu Ginóbili, que causó sensación y curiosidad cuando se lo vio usando el Oura Ring, un anillo inteligente que mide entre otras cosas, la calidad del sueño.

Esta corriente tiene sus fundamentos en el estilo de vida que llevaban las primeras sociedades: despojado, al aire libre, simple, nómade, y lo contrapone con el actual. Vivir en las ciudades es sinónimo de adrenalina, de ruidos, de corridas, de abundancia. La vorágine de la cotidianeidad aleja a las personas de sí mismas, quienes pasan a estar en piloto automático, llenas de responsabilidades, preocupaciones y tareas, al punto de olvidarse o no tener tiempo de tomar unos minutos de sol o simplemente de salir a caminar.
Según datos de The World Bank, el 55% de la población mundial reside en ciudades y se estima que para 2050, siete de cada diez individuos habitarán en una.
En este sentido, Marcos Apud, psicólogo, biohacker y Wellness Coach, reflexiona acerca del impacto positivo que tiene vivir como en el pasado, con lo que el medio ambiente tiene para ofrecer. “Seguir el ritmo de la naturaleza, como se solía hacer, regula el ciclo circadiano, nos fortalece, nos trae calma, nos da inmunidad, nos potencia. Por el contrario, vivimos acelerados, dormimos poco, estamos mal alimentados, somos sedentarios. Y en esta ´carrera´ las personas colapsan”, comenta el especialista.

Como consecuencia de esta situación, Apud explica que, los seres humanos fueron dejando atrás gran parte de sus costumbres primarias para dar paso a la vida urbana, pero lo cierto es que no están preparados para afrontar este nivel de intensidad, entonces se enferman. “Vivimos en piloto automático y nos olvidamos de nosotros mismos”, sostiene el psicólogo.
En vías de buscar el equilibrio integral, este método combina el uso de la tecnología con la biología de cada persona para potenciarlas a través de la bioindividualidad. Pero, ¿qué significa esto? Se promueve vivir como antes, adoptando las viejas costumbres e incentivando a que cada uno sea actor de su propia vida, que sea su cambio, su destino, y sobre todo, que tengan plena y total influencia sobre su salud y estado emocional, eligiendo qué consumir, qué actividades hacer y qué estilo de vida llevar.
Entre aquellos hábitos, se destacan caminar descalzos por el pasto, estar en contacto con las plantas, ingerir alimentos naturales o exponerse de manera directa al frío o al sol, realizar actividad física. El objetivo es volver a generar un nexo entre las personas y la naturaleza para vivir en armonía, con calma, mejorar el sistema inmune y tener una vida más longeva, tal como en el pasado.
Ahora bien, con respecto a la tecnología, se la asoció para aportar los resultados de dichas acciones. Y así, todo biohacker dispone de una variedad de elementos tecnológicos conocidos como trackers para llevar adelante esta práctica y que van desde un anillo que mide la calidad del sueño y los signos vitales durante este proceso, hasta lentes que filtran el exceso de la luz azul artificial, y apps para medir el nivel de sedentarismo y de nutrición. Optimizar y recuperar la salud a través de una alianza entre el cuerpo y la inteligencia artificial, fue posible.

Y así, son tres los principios que rigen en esta técnica: la incorporación de hábitos saludables, que cada organismo sea su propio laboratorio, es decir, que las personas prueben, experimenten y se midan, y por último, compartir los resultados en tribu, “ya que se promueve la vida en comunidad”, agrega el psicólogo.
El Biohacking surgió de la mano del empresario y escritor norteamericano Dave Asprey en la década del 2000, después de haber experimentado momentos de baja energía, irritabilidad y depresión. Rápidamente se volvió furor y no tardó en difundirse entre las mentes brillantes de Silicon Valley. Hoy, cualquiera que lo desee puede convertirse en biohacker, e intervenir su propia vida. El único requisito es capacitarse a través de cursos facilitados por instructores certificados.
Tener control de las propias acciones, elegir qué hábitos implementar y ser dueño del camino, forman parte de esta corriente que propone apretar el freno y apostar por una vida consciente y de carácter natural. “Los humanos estamos diseñados para vivir la mayor parte del tiempo tranquilos y tener nada más que una leve cuota de estrés, que se remonta por ejemplo, a cuando las personas iban a cazar, en este caso, vamos a la inversa: la mayor parte del tiempo estamos a mil y casi no nos permitimos bajar un cambio”, concluye Apud.
