Durante 17 años los atentados explosivos de Unabomber provocaron desolación e incertidumbre en los Estados Unidos; recién en 1996, el FBI logró ponerle nombre al fantasma que enviaba los paquetes-bomba: Ted Kaczynski
Pudo haber sido un genio de las matemáticas, pero terminó como un eremita, en una casilla de las montañas de Montana, en el norte de los Estados Unidos. Puso su conocimiento sobre la teoría geométrica de funciones durante varios años al servicio de la educación y de la formación de nuevos académicos. Pero algo pasó en lo profundo de su mente: la sociedad de la que era contemporáneo se le hizo extraña, impropia, y sus cavilaciones lo llevaron a forjar una crítica fulminante de la Revolución Industrial y el posterior desarrollo tecnológico que dio cuerpo al capitalismo. Y mientras pugnaba por dar a conocer sus ideas anarquistas y primitivistas, plasmadas en un larguísimo manifiesto al que bautizó La Sociedad industrial y su futuro, durante 17 años envió por correo empaques que contenían bombas artesanales.
Causó terror, muertes y destrucción, con universidades y aerolíneas como objetivos fundamentales. Se convirtió, durante todo ese tiempo, en una pesadilla para los investigadores del FBI; en esa larga cacería, fue un fantasma. Unabomber, lo llamaban; tras su detención, a ese alias se le adosó su nombre: Ted Kaczynski.
Nacido el 22 de mayo de 1942 en Carolina del Norte, Estados Unidos, como Theodore John Kaczynski, ya en la infancia sobresalía por su inteligencia. En quinto grado se le hizo una prueba para medir su Coeficiente Intelectual. El resultado fue de 167; con ese IQ entró en la categoría de Genio. A los 17 años se graduó en la Universidad de Harvard y luego obtuvo su doctorado en Matemáticas por la Universidad de Michigan. Se avino a un experimento psicológico que le habría generado un estrés que lo inhabilitó para volver a trabajar. A los 25 fue profesor adjunto del doctorado en la Universidad de Berkeley, a la que posteriormente también envió bombas.
Desde 1978 y hasta 1995 envió un total de 16 dispositivos explosivos caseros, con los que hirió a 24 personas y mató a tres.
Su primer ataque lo hizo con una bomba casera y rudimentaria dirigida a la Universidad de Chicago. La segunda fue dejada en una caja de cigarros en la Northwestern University. En noviembre de 1979, en el vuelo 444 de American Ailines a Washington, colocó una bomba que no explotó, pero se quemó en el avión durante el vuelo; su composición buscaba un grado máximo de destrucción.
Las cartas o misivas y los manifiestos con sus ideas neolúdicas que enviaba eran analizados por lingüistas forenses que conformaban el equipo de 150 especialistas designado a investigar los ataques. Uno de ellos, el agente del FBI Jim Fitzgerald, detectó una posible esquizofrenia paranoide, una enfermedad mental que hace que el paciente no comprenda ni pueda dirigir sus acciones cuando es “tomado” por alucinaciones de diverso tipo, que percibe con frescura sensorial y que dan lugar a la construcción del delirio, irreductible, de intensa convicción subjetiva y patológica, y que gobierna su conducta en tanto no reciba ayuda terapéutica y medicación psiquiátrica adecuada que lo compense para volver a reconectarse con la realidad y tener una mejor calidad de vida.
Pero en el caso del atacante explosivo: ¿Cómo era posible que se mantuviera activo y sin cometer errores como para preservar su anonimato durante tantos años? El grado de organización y complejidad de sus acciones, ¿correspondía a una persona alienada o con un estado de semi alienación? ¿Quién, por qué y para qué? Esas preguntas corroían las mentes de los detectives que tenían la misión de atraparlo.
Unabomber es considerado un asesino en serie por la cantidad de eventos y, a su vez, un asesino múltiple por la cantidad de víctimas superior a dos. Su motivación era sembrar el terror con una pseudo misión que tenía como núcleo casi delirante, porque la estructura de sus escritos seguía una idea directriz y llegaba a la finalidad con claridad. En su manifiesto advertía a la sociedad que los avances tecnológicos serían la ruina de la raza humana.
El método inductivo de la técnica de perfilación criminal o criminología forense, señala que la por estadística, los Asesinos Múltiples Misionarios suelen ser personas con rasgos de personalidad paranoides y que por eso bombardean diversos lugares para concientizar al mundo de la muerte o destrucción inminente aunque a veces, se trate de un grupo de extremistas antigubernamentales que hacen explotar por ejemplo, un avión comercial, para enviar un mensaje político a la población.
Las bombas eran enviadas por correo postal o dejadas en distintas locaciones, tenía por objetivo universidades, aerolíneas con aviones en pleno vuelo, profesores de ciencias y hasta un psicólogo.
Su alias, UNABOMBER, provenía de la construcción UNiversities & Airlines BOMBing Target, justamente porque las universidades y las aerolíneas era adonde dirigía sus ataques.
Durante su etapa como asesino en serie tuvo algunos años de período de enfriamiento emocional o cooling-off period, que define al lapso en que un agresor en serie suspende su actividad ofensiva. Eso se podría dar por diversos motivos como enamoramiento, temor a ser descubierto, perfeccionamiento del modus operandi, planeamiento de un nuevo crimen que incluya nuevos lugares, encarcelamiento por otro delito, compensación medicamentosa, enfermedad o hasta la muerte. No era el caso de Unabomber.
Al principio, las bombas eran sencillas y elaboradas con materiales de fácil acceso para cualquiera. Con el tiempo fueron haciéndose más sofisticadas, poderosas y letales, y contenían, por ejemplo, polvo de aluminio y nitrato de sodio.
El desafío del final
Luego de la explosión de la bomba del atentado al Edificio Federal Alfred P. Murrah, de la ciudad de Oklahoma, el 19 de abril de 1995, en el que Timothy McVeigh y Terry Nichols cobraron notoriedad por ser considerados, antes del 11 de septiembre de 2001, los autores del atentado terrorista más grave en suelo norteamericano, Kaczynski enardeció al sentir que le habían “bajado el precio” a sus ataques.
Cinco días después envió a The Washington Post y a The New York Times un manifiesto que tituló La Sociedad Industrial y su futuro, escrito con máquina de escribir y cargado de un mensaje político extremista antitecnológico y ecologista.
En sus primeros puntos expresó: “La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Ha aumentado enormemente la expectativa de vida de aquellos de nosotros que vivimos en países ‘avanzados’, pero ha desestabilizado la sociedad, ha hecho la vida imposible, ha sometido a los seres humanos a indignidades, ha conducido a extender el sufrimiento psicológico (en el tercer mundo también el sufrimiento físico) y ha infligido un daño severo en el mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. Ciertamente someterá a los seres humanos a grandes indignidades e infligirá gran daño en el mundo natural, probablemente conducirá a un gran colapso social y al sufrimiento psicológico, y puede que conduzca al incremento del sufrimiento físico incluso en países ‘avanzados’. El sistema tecnológico-industrial puede sobrevivir o puede fracasar. Si sobrevive, PUEDE conseguir eventualmente un nivel bajo de sufrimiento físico y psicológico, pero solo después de pasar a través de un periodo de ajuste largo y muy penoso, y solo con el coste permanente de reducir al ser humano y a otros muchos organismos vivos a productos de ingeniería y meros engranajes de la maquinaria social. Además, si el sistema sobrevive, las consecuencias serán inevitables: no hay modo de reformar o modificar el sistema así como prevenirlo de privar a la gente de libertad y autonomía. Si el sistema fracasa, las consecuencias aún serán muy penosas. Pero cuanto más crezca el sistema, más desastrosos serán los resultados de su fracaso, así que, si va a fracasar, será mejor que lo haga antes que después. Por eso, nosotros abogamos por una revolución contra el sistema industrial. Esta revolución puede o no usar la violencia: puede ser súbita o puede ser un proceso relativamente gradual abarcando pocas décadas. No podemos predecir nada de eso. Pero sí delineamos de una forma general las medidas que aquellos que odian el sistema industrial deberían tomar para preparar el camino para una revolución contra esta forma de sociedad. No debe ser una revolución POLíTICA. Su objeto no será derribar gobiernos, sino las bases económicas y tecnológicas de la sociedad actual”.
El manifiesto era extenso, así que cuando se lo envió a los editores periodísticos advirtió: “Si lo publican, paro”, dejándoles claro quién tenía el control y dominio de la situación y haciéndoles ver que si moría más gente por sus ataques, sería consecuencia de la decisión de no publicarlo.
Luego de su publicación, su cuñada, casada con David Kaczynski, reconoció que las frases you can’t eat your cake and have it too (“no puedes comerte un bizcochuelo y también tenerlo”) y cool-headed logicians (“lógicos de cabeza fría”) eran habituales en las cartas que les había enviado cuando deseaba contactarse con el exterior.
Su hermano contactó a las autoridades y les hizo saber de sus sospechas, y contó que su hermano padecía esquizofrenia. Se pensaba que la había adquirido luego de un periodo de cuarentena de diez días a los nueve meses de nacido, porque cuando finalizó, Ted ya no era el mismo, no reía, y tampoco volvió a sonreír ni a establecer contacto visual con las personas. David Kaczynski señaló en un mapa dónde estaba el humilde reducto donde vivía Ted, en Lincoln, Montana.
La caída
El 3 de abril de 1996, atraparon al hombre al que habían bautizado Unabomber en su cabaña de 10 metros por 14 y un baño con un hueco en el suelo que hacía las veces de letrina. Entre las cosas que había allí, el FBI encontró un libro escrito con encriptación que tardaron casi diez años en desencriptar, además de unos 40.000 manuscritos con experimentos de bombas y detalles de cada ataque. Todo eso era una prueba explícita de la premeditación y planificación, pero había algo más que demostraba que Kaczynski, eventualmente, no estaba dispuesto a parar: debajo de su cama había una bomba lista para ser enviada y detonada en un próximo atentado.
Otro de los aspectos importantes que tiene Kaczynski como sujeto de estudio para la criminología es que tuvo réplicas de asesinos que racionalizaban de forma parecida sus matanzas y lo citaban con admiración por ser su asesino ideal o alter ego.
Entre ellos está Anders Breivik, el asesino de la Isla de Utoya, en Noruega, quien refirió haberse inspirado en él para sus ataques, aunque difería en las motivaciones por ser antimulticulturalista, protecnológico e islamofóbico. Breivik se recluyó y autoaisló en una cabaña en las afueras de Oslo. Preparó un extenso manifiesto en un archivo pdf y un video que subió a YouTube unos días antes de los ataques, para los que usó bombas y armas de fuego. La segunda pericia, la definitiva, dictaminó que tenía narcisismo clínico (de gravedad tres o Narcisismo Maligno).
Kaczynski logró evitar la pena de muerte, aunque fue sentenciado a cuatro cadenas perpetuas y recluído en la prisión federal Supermax en Florence, Colorado, desde mayo de 1998. En 2021 fue trasladado al centro médico federal de Carolina del Norte, un establecimiento para presos que padecen graves problemas de salud.
Murió el 10 de junio de 2023 en el Centro Médico Federal Butner, de la prisión federal. Aparentemente, se suicidó.
Cronología de los ataques
- 25 de mayo de 1978: Un peatón encontró en el estacionamiento del Chicago Circle Campus, de la Universidad de Illinois, un paquete que llevaba escrito como el remitente el nombre del profesor Buckley Crist Jr. de la Universidad Northwestern, una dirección y su correspondiente estampilla postal. El paquete fue devuelto a la dirección del supuesto remitente, que no lo reconoció como suyo, y llamó al personal de seguridad del campus. El paquete explotó cuando fue abierto e hirió al agente de seguridad.
- 9 de mayo de 1979: un estudiante de posgrado de la Universidad Northwestern resultó herido cuando abrió una caja que aparentaba ser un regalo que habían dejado en un salón de uso común de los estudiantes de posgrado.
- 15 de noviembre de 1979: El vuelo 444 de American Airlines, que salía de Chicago hacia la ciudad de Washington, se llenó de humo luego de que una bomba detonara en la bodega. El avión aterrizó con las medidas de seguridad activadas, y aunque la bomba no funcionó como esperaba el atacante, varios pasajeros padecieron inhalación de humo.
- 10 de junio de 1980: El presidente de United Airlines, Percy Woods, resultó herido al abrir un paquete con una bomba camuflada en un libro llamado Ice Brothers (hermanos de hielo), de Sloan Wilson.
- 8 de octubre de 1981: en el pasillo de un edificio de la Universidad de Utah, en Salt Lake City, se halló una bomba envuelta en papel marrón atada con una cuerda. La bomba fue detonada de forma segura sin causar heridos.
- 5 de mayo de 1982: la secretaria del jefe del departamento de Informática de la Universidad de Vanderbilt resultó herida al abrir una bomba enviada a la oficina de su jefe.
- 2 de julio de 1982: Un paquete bomba explotó e hirió a un profesor de Ingeniería que estaba en la sala de descanso del Cory Hall de la Universidad de California, en Berkeley.
- 15 de mayo de 1985: nuevamente, una bomba dejada en Cory Hall de la Universidad de California, en Berkeley, hirió a un estudiante de ingeniería.
- 13 de junio de 1985: Un paquete sospechoso fue enviado a la División de Fabricación de aviones Boeing en Washington, pero se perdió la mayor parte de la evidencia forense al ser detonado de manera segura.
- 15 de noviembre de 1985: Un profesor de Psicología de la Universidad de Michigan y su asistente resultaron heridos cuando abrieron una carpeta de tres escritos anillados que contenían una bomba. Esta vez, el atacante incluyó una carta en la que le pedía al profesor que revisara la tesis de maestría de uno de los estudiantes.
- 11 de diciembre de 1985: Una bomba mató al dueño de una tienda de insumos de informática en Sacramento; había sido dejada en el estacionamiento.
- 20 de febrero de 1987: Otra bomba dejada en el estacionamiento de una tienda de informática de Salt Lake City hirió gravemente al hijo del dueño de la tienda. Un empleado de la tienda que vio a un hombre cuando dejaba la bomba fue citado como testigo y ayudó a un dibujante a elaborar un identikit.
- 22 de junio de 1993: Un genetista de la Universidad de California resultó herido al abrir un paquete que explotó en su cocina.
- 24 de junio de 1993: un destacado científico informático de la Universidad de Yale perdió varios dedos al abrir una bomba enviada por correo postal.
- 19 de diciembre de 1994: un agente de publicidad murió al abrir un paquete bomba enviado a su casa.
- 24 de abril de 1995: Una bomba enviada por vía postal a su oficina de Sacramento mató al presidente de la Asociación Forestal de California.
Fuente: FBI
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