En Versalles: detuvieron a un ladrón de medidores de agua
Se trata de una modalidad en crecimiento en distintos puntos de la ciudad del Buenos Aires y en la zona oeste del conurbano
Luego de que LA NACION revelara la problemática del robo de medidores de agua, puntualmente en el barrio de Versalles, la Policía de la Ciudad detuvo a un delincuente de 36 años cuando intentaba huir con varios artefactos sustraídos en la zona.
Tras una llamada al 911 que alertaba sobre la presencia de un hombre que revisaba las cajas de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (Aysa), personal de la Comisaría Vecinal 10 B se hizo presente en Gana al 500, en Versalles.
Allí, efectivamente, encontraron al sospechoso con una bolsa de alimento para perros en sus manos, quien al advertir de la presencia de los efectivos comenzó a correr con la intención de darse a la fuga.
Pero no pudo ir muy lejos y fue detenido por uniformados. Entre sus pertenencias, el personal policial descubrió que dentro de la bolsa había seis medidores de agua. Estos habían sido sustraídos de propiedades de la zona, según confirmaron los investigadores al analizar imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en el barrio.
En los últimos dos meses hubo, al menos, otros cinco casos de estas mismas características en la zona: en Echenagucía, entre Álvarez Jonte y Miranda; en Alcaraz y Ruiz de los Llanos; en la intersección de Bruselas y Gamboa; en Madrid y Cuzco, y en el cruce de las calles París y Viena. Todos los hechos se dieron en un radio de, cuanto mucho, cinco cuadras.
Según detallaron fuentes de la Policía de la Ciudad, el robo de este tipo de materiales tiene como objetivo final la venta del metal por dinero y quienes realizan este tipo de delitos no son bandas organizadas sino personas en situación de vulnerabilidad que ven en este tipo de hurtos una forma de obtener dinero rápido. En a cadena delictiva intervienen chatarrerías, metalúrgicas y empresas de reciclado de materiales.
En general, los delincuentes, provistos de algún tipo de pinza, un alicate, o bien a mano, van destapando, una por una, las tapas que protegen los artefactos puestos bajo el nivel de la vereda y van probando cuáles son las que se pueden desprender. A veces lo pueden hacer con todas las de una cuadra; a veces solo se llevan una o dos. En todos los robos hay un común denominador: actúan en calles con poco o nulo movimiento, por la noche, mientras los vecinos duermen.
Desde AySA afirmaron que cada medidor tiene un costo para la empresa que ronda los 1200 pesos, por lo que este tipo de delitos le genera mensualmente una pérdida de cientos de miles de pesos, a veces, de más de un millón de pesos.
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