Fuga mortal: la familia del taxista asesinado por la “hiena humana” pide investigar a la jueza que autorizó las salidas

CÓRDOBA.- La familia del taxista asesinado por Roberto José Carmona, conocido como la “hiena humana” - que se fugó el 13 de este mes y fue recapturado pocas horas después- presentó ante la Justicia cordobesa un pedido para que la magistrada chaqueña que le autorizaba las salidas transitorias sea investigada por probable responsabilidad penal y funcional.

Carmona, quien lleva 34 años preso y tiene tres condenas a reclusión perpetua, llegó a Córdoba desde el Chaco el lunes 12 de diciembre y el martes, durante la semifinal del Mundial que jugaba el seleccionado argentino, huyó de la casa de su esposa.

Logró escaparse pese ser custodiado por seis miembros del Servicio Penitenciario del Chaco y que ahora están detenidos e imputados. Fue recapturado pocas horas después, pero durante la fuga mató al taxista Javier Bocalón, a quine apuñaló. Los peritajes demostraron que Bocalón, de 44 años, murió por las heridas que le provocó Carmona y no en el momento en que el taxi se estrelló contra un poste. Antes de ser recapturado, además, hirió a una mujer para robarle el auto e intentar escapar.

Carmona está ahora en la cárcel de Cruz del Eje, en el oeste de Córdoba y será juzgado por su cuarto homicidio. Desde que fue detenido en Córdoba por el crimen de la adolescente Gabriela Ceppi en 1986, los informes psicológicos y psiquiátricos lo califican como un psicópata, con tendencia al delito.

Carlos Nayi, el abogado de la familia del taxista asesinado, se presentó ante la Justicia y pidió que “se genere una investigación suplementaria a los fines de determinar la responsabilidad penal” de la jueza Ligia Duca, a cargo del Juzgado de Ejecución Penal Nº 2 de Resistencia, y que se giren los antecedentes para evaluar la “posibilidad de su destitución por mal desempeño y la probable comisión de delito común”.

Para el letrado la magistrada es la “responsable de haber incluido en el programa de salidas transitorias a una persona de extrema peligrosidad”.

En esa línea planteó que “no estaban dadas las condiciones para habilitar la salida transitoria y menos aún alejándose del sentido común, movilizando a toda una estructura desde una provincia donde falta todo”.

Desde 2014 -salvo los dos años de la pandemia del Covid-19- Carmona viajó 18 veces desde Chaco a Córdoba para visitar a su esposa (se casó en la cárcel en 1999) ya que ella, después de una cirugía, no puede movilizarse cubriendo esas distancias.

Duca nunca habló desde la fuga y los nuevos delitos de la “hiena humana”. Se limitó a difundir un comunicado en el que planteó que Carmona estaba “únicamente” autorizado para visitar a su pareja en su casa de Formosa al 5100, en el barrio Las Violetas, de la capital cordobesa. Efectivamente, desde allí se fugó.

Añadió que antes del traslado del preso “se libraron los oficios y exhorto de rigor al Complejo Penitenciario II de Sáenz Peña, al Juzgado de Ejecución Penal en turno de Córdoba capital y al Servicio Penitenciario de la provincia de Córdoba”. De hecho, Carmona durmió en la cárcel de Bouwer el lunes por la noche; la que no estaba notificada era la Policía cordobesa que se enteró cuando llamaron los penitenciarios para alertar por la huida.

Duca indicó que las nuevas pautas del régimen fueron fijadas por su juzgado en febrero de 2016 (él estaba autorizado desde 2014). “Se le permitían visitas de nueve horas diarias, durante tres días y cada cuatro meses; siempre con fuerte acompañamiento y custodia de personal penitenciario no uniformado”, describió.

“A lo largo de estos años los traslados transcurrieron sin inconvenientes ni informes que indicaran revocarlos o suspenderlos”, detalló la magistrada.

En 2017 Juan Cima, el juez chaqueño que le autorizó primero las salidas, había señalado a LA NACION que Carmona era “complicado, por eso se le denegaron los pedidos de libertad condicional. “Tiene fama de tipo duro, pesado, y a él le gusta que lo vean así. Es instruido, aunque no terminó la escuela, se expresa muy bien y repite que él no es como el resto”, agregó.

Los informes forenses acumulados a lo largo de todos estos años lo definen como una persona “sin conciencia moral; psicópata; proclive al delito; egocéntrico; carente de empatía; narcisista; capaz de matar por placer, por un trámite o por necesidad; inteligente”.

Uno de los forenses que lo trató señaló a este diario que es “irrecuperable”. “¿Quién dijo que se lo podía recuperar? ¿por qué se le permitieron las salidas?”, se pregunta y advierte que no hay que caer en la tentación de llamarlo “loco”.