
“No merecía morir así” y “estuve un mes sospechada”, el desgarrador testimonio de la pareja
Graciela Orlandi declaró como testigo en el juicio donde se juzga a Rosalía Paniagua por el homicidio de Roberto Wolfenson Band, ocurrido en Pilar en febrero de 2024
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De pronto, no pudo contener las lágrimas y la emoción. “Roberto no merecía morir así. Era muy buena persona. Estuve un mes sospechada”, sostuvo Graciela Orlandi. Su desgarrador testimonio formó parte de la primera audiencia del juicio oral y público por el homicidio de su pareja, el ingeniero Roberto Wolfenson Band, asesinado el 22 de febrero de 2024 en su casa del country La Delfina, en Pilar.
El relato de Orlandi, de 72 años, tuvo que ser interrumpido. Su estado emocional hizo imposible que continuara. Tras un cuarto intermedio dispuesto por el presidente del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro, Esteban Andrejin, las partes accedieron a incorporar por lectura las declaraciones que la pareja de la víctima hizo durante la instrucción de la causa.
“Quiero que se castigue a la asesina”, llegó a decir Orlandi antes de que su declaración fuera interrumpida.
La única acusada del homicidio es Rosalía Paniagua, quien para la época del homicidio trabajaba como empleada doméstica en la casa donde vivían Wolfenson Band y Orlandi, situada en el lote 397 del country. Llegó a juicio imputada de robo calificado por el empleo de arma utilizada de forma impropia en concurso real con homicidio criminis causae (matar para lograr la impunidad).

El testimonio de Orlandi había comenzado con el recuerdo de los momentos previos a enterarse de que su pareja había muerto. Contó que, junto con su hija y su nieto, se había ido unos días a Villa Gesell. Habló de las últimas llamadas y mensajes que intercambió con Wolfenson Band, de 71 años.
“El jueves [por el 22 de febrero de 2024, día del homicidio] me pidió por favor que comprara alfajores para los albañiles que habían trabajado en casa. Le mandé una foto [de la compra] y me respondió con un corazón. No tuve más comunicación”, dijo la mujer. El chat y el emoji todavía los conserva.
El viernes, cuando ya estaba de regreso y en la casa de su hija, en el barrio porteño de Villa Devoto, recibió una llamada de la intendenta de La Delfina, Natalia Ruiz.
“Dame con tu hija, me decía la intendenta del barrio cuando atendí. Le dije que me podía decir a mí. Pero insistió. Mi hija me decía ‘no está, no está’. Yo le preguntaba qué había pasado y me respondió: ‘Está muerto, está muerto’”, recordó Orlandi sobre el momento que no va a olvidar más en su vida.
Entonces, su hijo Wenceslao la pasó a buscar por Villa Devoto y la llevó hasta La Delfina. “Pedí que no llamaran a la policía, sé que cuando viene la policía no se puede ver [a la persona fallecida]. Pensé que había sido una muerte cardíaca. No me dejaron verlo. Lo mío era desesperación y llanto”, recordó.
Orlandi también contó que esa misma tarde habló con el médico que atendía a Wolfenson Band y el facultativo le dijo que la causa de muerte no podía ser un tema del corazón.
Ese día el médico de la Policía Científica de San Isidro Marcelo Rodríguez le dijo a la familia que había sido una muerte natural. “Esto es el corazón”, sostuvo Orlandi que le explicaron el día que se enteró la muerte de su pareja durante 18 años.

Pero todo cambió en cuestión de horas. Al día siguiente, cuando estaba en su casa con su hija Melisa y con Esteban Wolfenson Band, hijo de la víctima, y continuaban buscando el teléfono celular del ingeniero, llegó personal de la policía de la provincia de Buenos Aires y les informó que no se había tratado de una muerte natural y que lo habían asesinado.
“A su marido lo ahorcaron”, fueron las palabras que escuchó Orlandi de parte del personal policial, según recordó ante los jueces Andrejin, Victoria Santamaría Guglielmetti y Osvaldo Rossi.
“Nunca se me podría haber ocurrido que pasara algo semejante”, dijo y comenzó a llorar. En ese instante, Paniagua, de 36 años, le dijo algo al oído a su defensora oficial, María Dolores Gómez.
Fue en ese momento que sostuvo que su pareja no merecía “morir así” y que ella estuvo un mes bajo sospecha hasta que fue detenida Paniagua. “Me llevaban a declarar todos los días. Nosotros nos queríamos mucho”.
Después, antes de tener que interrumpir la declaración, y ante una pregunta de su abogado Alejandro Broitman, Orlandi identificó a “Rosalía Paniagua” como la persona que para el momento del homicidio trabajaba en las tareas domésticas de la casa.
Alevosía
El debate había comenzado a las 10.40. Después de las presentaciones del juez Andrejin, la fiscal Laura Capra, presentó los lineamientos de la acusación pública. “Este Ministerio Público va a acreditar la responsabilidad que le cabe a Paniagua”.
Después tomó la palabra el abogado Tomás Farini Duggan, abogado que representa a Esteban y Laura, los hijos de la víctima. El letrado, además de adherir a los lineamientos del Ministerio Público Fiscal, adelantó que iba a demostrar que la acusada del homicidio también actuó con alevosía.
A su turno, Broitman, adhirió a lo dicho por la fiscal Capra y por su colega Farini Duggan. Solo agregó que “Paniagua se había aprovechado de la confianza” que le habían dado Orlandi y Wolfenson Band.
Al tomar la palabra, Gómez explicó: “Esta defensa solicitará lo que por el hecho corresponda”.
Testigo fallecida
Tras los lineamientos presentados por las partes, la fiscal Capra informó que la médica forense Silvina Aguirre, profesional que hizo la autopsia y estaba propuesta como testigo, había fallecido ayer y propuso incorporar por lectura el testimonio que dio en la instrucción de la causa.
El primer testigo del debate fue el comisario inspector Sergio Torres, jefe de la Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) Pilar de la Policía de la provincia de Buenos Aires, quien hizo referencia al “descontrol de la guardia” de La Delfina en el momento del homicidio y puso como ejemplo que la acusada, el día del crimen, se retiró sin haber sido revisada.
El comisario Torres también habló del posible móvil del crimen. Recordó que en febrero de 2024, Paniagua tenía que pagar la fiesta de su hijo, que cumplía un año.
“Lo que creemos es que, como venía el cumpleaños del nene, andaba juntando plata para pagar lo que le faltaba de la fiesta. El dueño [por la víctima] lo descubrió y le habrá dicho que la iba a denunciar. Él nunca iba a poder contra el físico de la mujer”, afirmó.
En la primera audiencia también declaró como testigo Esteban, el hijo de la víctima. También sostuvo que el día que descubrieron la muerte de su padre le informaron que había fallecido como consecuencia de un infarto y que, en principio, no le llamó la atención porque venía de recuperarse de un cáncer y que también se había operado de los ojos.
“Venía golpeado. Después me enteré de que había señales claras de que no había sido una muerte natural”, recordó.
Y nombró al médico Rodrigué como quien había informado sobre la muerte natural. Al día siguiente, el sábado 24 de febrero de 2024, fue notificado de que su padre había sido asesinado.
También habló de que hasta la detención de Paniagua se tejieron “miles de hipótesis” y hasta se habló de un “espía”, a lo que definió como “un delirio cósmico”.
También hizo referencias a que se vivieron “muchas suspicacias” en la relación con Orlandi. Recordó una transferencia que, tras el crimen, hicieron desde la cuenta bancaria de su padre, dinero que después fue depositado en el juicio sucesorio.
“Hoy habiendo pasado mucha agua debajo del puente, todo eso [por las suspicacias] bajó un montón” y ante una pregunta del juez Andrejin afirmó que no “hay desconfianza, por lo menos desde mi parte”.
Antes del hijo de la víctima había declarado la subteniente de la Policía Científica y técnica en criminalística Débora Albornoz. La testigo dijo que apenas observó el cuerpo de la víctima, advirtió que tenía signos de defensa en sus manos, a las que definió como “heridas cortantes” y que le aseguró que le dijo al médico Rodrigué “no puede ser una muerte natural porque hay bastante sangre”. Situación que quedó confirmada con la autopsia.
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