Coronavirus en la Argentina. Con una semana de prueba, en Villa Gesell ya están vigentes las salidas recreativas
VILLA GESELL.- Chirrían las cadenas de una de las hamacas de la placita de Paseo 139 y Boulevard, donde después de más de cinco semanas vuelve a jugar Santiago, de 6 años, a pura carcajada. Un barbijo liviano le tapa y destapa la boca al ritmo del vaivén que generan los empujones de su tío, César Acuña.
"El nene estaba entusiasmado con salir, inquieto, con ganas ya de cambiar de aires", cuenta el joven que no perdió el tiempo y a mediodía aprovechó a compartir con su sobrino la hora diaria de esparcimiento que el intendente local, Gustavo Barrera, autorizó a partir de las 11 de hoy, en principio por una semana. Es el primer municipio que lo implementa, camino que preparan para esta semana otros de la zona como General Alvarado y Pinamar.
"Será una prueba", advirtió el jefe comunal, con explícitas advertencias a los vecinos para que sean responsables y respetuosos de las indicaciones: no alejarse más de 500 metros de su lugar de residencia y volver a casa en no más de 60 minutos.
Es un paso adelante, también un desafío, para un distrito que a la fecha no registra ningún caso de coronavirus y transcurre este período de cuarentena con condiciones más estrictas que las dispuestas por el gobierno nacional.
Aquí los comercios autorizados solo abren hasta las 15, cuando la sirena del cuartel de bomberos se escucha bien clara e indica que en no más de media hora todos tienen que estar en sus casas. Desde entonces las calles son de los policías que controlan y las motos que hacen delivery. "Están trabajando a ritmo de temporada de verano", comenta un comerciante con larga experiencia en esta ciudad.
Este permiso desde el municipio significa en particular la posibilidad para que los niños, acompañados de algún adulto, vuelvan a transitar los espacios públicos geselinos para salir del encierro que comenzó el pasado 20 de marzo y continuará al menos dos semanas más.
"Cumplimos a rajatabla, las nenas ni pisaron la vereda y nosotros solo para hacer las compras", Matías Mamani y Rocío Prado, que tienen trabajo de temporada en Mar de las Pampas y son padres de Bárbara, de 7 años, y Sofía, de 3, a las que abrigaron y con barbijo puesto llevaron a caminar por Avenida 3. Un poco para distenderse y tomar aire y otro para comprar algunos libros para leer y pintar.
La principal arteria céntrica es, a primera hora de la tarde, una extensión casi desolada. Unos pocos andan de compras, algunos inspectores municipales controlan el escaso movimiento y se cuentan con los dedos de dos manos la cantidad de gente que está por allí en tren de paseo.
El anuncio de Barrera se dio poco antes del mediodía y lejos estuvo de significar gente en las calles a ritmo de estampida. Por el contrario, quizás también favorecido por el día gris, fresco y al final lluvioso, muy pocos aprovecharon esta primera hora sin demasiadas restricciones en casi 40 días.
Barrera les dejó algo bien en claro a todos los geselinos: "Está prohibido realizar paseos por la playa o la rambla". Lo hizo en busca de evitar aglomeraciones de gente que favorezcan el contacto cercano y con ello el riesgo de contagios. También advirtió que siguen prohibidas la actividad física al aire libre y la pesca deportiva. "Nos tienen que ayudar a mantener lo que hemos logrado", les recordó. El domingo evaluarán si la modalidad continúa o si se revisa en caso que los vecinos incumplan con los requisitos impuestos por el gobierno local.
La costa es casi el patio de la propiedad que habitan Alberto Schedel y Betty Villacampa. Jubilados, hace cinco años se mudaron desde Ituzaingó para disfrutar aquí de una vida más cercana a la naturaleza. Desde entonces caminaron entre cuatro y cinco kilómetros por día como parte de su entretenimiento. Un día antes del inicio de la cuarentena alquilaron un departamento a metros de la playa. Recién hoy pudieron volver a aquellas caminatas. "Extrañábamos muchísimo esto de salir y andar", explicaron mientras dejaban huellas la arena lindera a los últimos rastros de asfalto.
Por una avenida 3 desértica asomarob Javier Ibáñez y su hijo, Emmanuel, de 5 años, que con su bicicleta es casi dueño de la vereda en esta primera salida de su casa. "Adentro tenemos un espacio de aire libre, pero los chicos quieren salir", indicó sobre un paseo corto desde la entrada al Pinar y unas pocas cuadras por el micro centro. Primeras gotas de libertad de un largo aislamiento que siguen sin un final a la vista.