Cuando elige el corazón: una familia cordobesa con nueve hijos y un nieto adoptados
CÓRDOBA. "Cuando elige el corazón" es un libro "de la familia". Lo dice Claudia Gordillo, 51 años, docente y mamá de nueve hijos y un nieto adoptivos. Lo escribió con su esposo de hace 25 años, Jorge Lencinas. Quisieron contar su experiencia, responder a las inquietudes que otros les plantean y, también, que sus hijos tuvieran voz.
Su historia salió a la luz el año pasado cuando se viralizó el de la pareja de Santa Fe que cuidó a un niño por dos años, les retiraron la guarda y piden que los dejen adoptarlo.
Los Lencinas tienen, entre sus hijos, uno que estuvo en guarda y después adoptaron. En Córdoba, la Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia de Córdoba (Senaf) otorga guardas temporarias sin fines de adopción por algún motivo particular; siempre es la Justicia la que tiene la decisión final.
Claudia y Jorge se conocieron siendo voluntarios en el Hospital de Niños de Córdoba; estuvieron tres años y medio de novios y siempre repetían: "Ojalá no nos olvidemos de estos chicos que necesitan tanto amor". Por entonces, cuenta ella a LA NACION, "queríamos hacer algo por el mundo, nunca pensamos que después no podríamos tener hijos biológicos".
A los cinco años de casados adoptaron a su primera hija, Rocío. Tenía tres meses y medios y eran tiempos en que "todo era cuestión de anotarse en varios registros, de ir y volver cientos de veces, de moverse, de andar por todos lados, llevando y trayendo papeles".
Claudia y Jorge se conocieron siendo voluntarios en el Hospital de Niños de Córdoba; estuvieron tres años y medio de novios y siempre repetían: "Ojalá no nos olvidemos de estos chicos que necesitan tanto amor"
Rocío, quien de chiquita supo que era adoptada y conoció la historia de búsqueda de sus papás, a los seis años les dijo "anótense de nuevo, sola me voy a aburrir, voy a estar siempre con ustedes dos". Y así, el matrimonio empezó de nuevo.
"La ley se había modificado y ya existía un registro único de adopción -sigue Claudia-. El sistema era más complejo y, entonces, nos hablaron de que había chicos más grandes que esperaban familias; no lo habíamos tenido en cuenta antes y nos cambió la mirada". Llegó Catriel, de nueve años.
Con el tiempo avanzaron en otra posibilidad, la de adoptar hermanos. Claudia grafica con "es otra cruz en el casillero de los formularios; a veces asusta un poco". Alan de seis años y Luz, de uno, se sumaron a la familia.
Les notificaron que Rocío tenía una hermana biológica, quien estaba institucionalizada. "Desconocíamos su existencia, la visitamos, nos relacionamos y la invitamos a casa para que se conocieran". Celeste era un año y medio más grande y no sabía de su hermana. La adoptaron también.
El destino los volvió a cruzar no mucho después cuando una asistenta social de la Senaf recordó a los Lencinas mientras atendían a una joven de 20 años con un bebé. La chica mencionó que se llamaba Catriel por un hermanito que ella había tenido, pero que no había visto. Era el segundo hijo de los Linares.
Ticiana llegó a la casa a los 9 años "de tránsito"; en la familia que la estaba por adoptar murió la mamá y necesitaba un hogar hasta que llegara el definitivo. "Después no quería irse y, por supuesto, la recibimos"
"Cuando lo adoptamos nos informaron que tenía otros hermanos en institutos; Jesica tiene un leve retraso mental y había estado en el interior, había tenido problemas. A los 20, por ese inconveniente, el juzgado toma su caso para proteger al bebé", sigue Claudia. Se vincularon y hoy tienen la tutela de la joven y un "nietito adoptivo".
Ticiana llegó a la casa a los 9 años "de tránsito"; en la familia que la estaba por adoptar murió la mamá y necesitaba un hogar hasta que llegara el definitivo. "Después no quería irse y, por supuesto, la recibimos". La última es Rosa, que vino "de vacaciones" a los 11 años cuando cerró el hogar donde estaba; se quedó.
Elegirse
Para Claudia la historia de su familia -como la de otras con hijos adoptados- es similar a la de una pareja que se enamora y decide seguir junta: "Se eligen; es el corazón el que decide; no sólo la cabeza, no sólo el buscar lo ideal, hay que superar el enamoramiento y seguir eligiéndose".
En los Lencinas están los chicos que decidieron mantener vínculos con su familia biológica como Ticiana que se ve y se visita con sus tres hermanos. Celeste fue a conocerla, habló "y está más tranquila", en cambio Rocío –por ahora- mantiene distancia. Catriel los visitó y, al regresar, enfatizó que "no cambió nada entre nosotros".
En los Lencinas están los chicos que decidieron mantener vínculos con su familia biológica como Ticiana que se ve y se visita con sus tres hermanos. Celeste fue a conocerla, habló "y está más tranquila", en cambio Rocío –por ahora- mantiene distancia
Cuando llegó Jesica y su bebé la casa no tenía más espacio y los sueldos no se estiraban más; así que la ampliaron con la solidaridad de vecinos y de gente que se acercó. Es que, además de los adoptivos, pasaron varios chicos en guarda. Hace dos semanas se fueron cuatro hermanitos de dos, tres, cuatro y seis años.
"Siempre hay un lugar más; los chicos son muy abiertos y solidarios, comprenden las historias porque se parecen a las de ellos", resume Claudia. Al libro lo escribieron con el cura que los casó, Javier Fernández.
"La gente pregunta el porqué, el cómo, hay muchos que hace años que buscan, hay muchos para bebés que es muy difícil, contamos nuestra experiencia con los más grandes, con los hermanos, cómo superamos miedos y prejuicios", relata e insiste que en su casa "se habla mucho, se dicen las cosas, cada uno cuenta, recuerda, saca lo que tiene".
Más leídas de Sociedad
Juicio oral. “Rompan el pacto de silencio”, el pedido de Mariano Cohn a los médicos acusados por la muerte de su hermano
Tenían 17 años. Murieron dos de los estudiantes que chocaron cuando iban a la clase de Educación Física en Posadas
¿Ciencia o espionaje? Cómo es y a qué se dedica la antena espacial que Europa tiene en Mendoza: “Nada que ocultar”