
Donde nació la leyenda de la serpiente
1 minuto de lectura'
Las cataratas del Iguazú, nombre guaraní que significa "agua grande", fueron descubiertas en 1541 por el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Más allá de su lógica generación por fuerza de antiquísimos movimientos telúricos, existe una leyenda que habla sobre cómo nacieron.
Ella dice que, hace muchos años, una enorme y monstruosa serpiente llamada Boi vivía en el río Iguazú. Una vez por año, los indígenas guaraníes debían sacrificar una bella doncella y arrojarla al río para entregarla a Boi.
Así sucedía año tras año, hasta que un joven cacique, de nombre Tarobá, se enamoró de la doncella que debía ser sacrificada ese año, Naipí. Tarobá intentó convencer a los ancianos de la tribu de que no sacrificaran a Naipí, pero no lo consiguió.
Así, para salvarla, la raptó la noche anterior al sacrificio, la cargó en su canoa y se dispuso a huir con ella por el río. Pero Boi se enteró, enfureció y, de tanto enojo, encorvó su lomo y así partió el curso del río, con lo que les dio forma a las Cataratas.
Después atrapó a Tarobá y a Naipí. A él lo transformó en los árboles que se ven en la parte superior de las cascadas y convirtió la cabellera de Naipí en la caída de éstas.
Luego se sumergió en la Garganta del Diablo, desde donde los vigila. La leyenda cuenta que sólo el arco iris, cada tanto, desafía la fuerza de Boi y vuelve a unir a Naipí y a Tarobá.




