El arte no cierra por vacaciones
Algo ha cambiado en el verano porteño desde que la ola de turismo receptivo invade las calles con todas las lenguas, como ha ocurrido de manera notable en este último fin de semana largo. Ganan por goleada los visitantes brasileños, pero hay mucho latinoamericano y europeo circulando por la ciudad en días de clima inmejorable.
En este contexto, el arte no cierra por vacaciones. Museos, fundaciones, galerías y espacios de arte son las metas elegidas de turismo cultural, tendencia en alza. Las instituciones no pierden el tiempo y han fortalecido su oferta veraniega.
Malba acaba de lanzar una estupenda guía de la colección del museo, para que la recorrida cobre un sentido didáctico, con núcleos estilísticos y un glosario de términos artísticos de gran utilidad.
Los turistas tienen en su agenda una visita a la Fundación Proa, con el plato fuerte de la muestra de arte mexicano.
El Museo de Bellas Artes suma el atractivo del nuevo guión curatorial y el pabellón que exhibe arte italiano de la colección permanente. A metros, en el triángulo de las Bellas Artes, que se completa con el Palais de Glace, está el Centro Recoleta, el de mayor oferta temporaria por la cantidad de salas y por no tener colección propia.
Inauguró la semana última una notable muestra en la sala Cronopios de Duilio Pierri, pintor, hijo de pintores y padre de pintora, que sabe entrelazar con su trazo etnias y mosquitos de manera genial. Dato inédito para un verano porteño, Pablo Siquier, figura de proyección internacional, prepara una gran muestra para febrero, también en la Cronopios.
En la torre Pelli de la Fundación YPF (Puerto Madero) se exhibe una sorprendente selección de trabajos de Tatato Benedit como diseñador, en colaboración con Manolo Zamora en la realización.
En esta movida las galerías que no bajan la persiana saben que tiene el premio de buenas ventas. Y aquí está el quid de la cuestión, porque el turismo es la nueva fuerza de consumo. Y basta ver lo sucedido con los hoteles. Desde la fundación del primer cinco estrellas, que fue el Plaza, en el siglo XIX, hasta la apertura del Alvear pasaron más de tres décadas. Hubo que esperar 40 años para la llegada del Sheraton. En los 90 se instalaron las grandes cadenas Hyatt, Caesar Park, Hilton y Four Seasons, y en el último año Recoleta se ha declarado tierra hotelera. Intersur, CasaSur, Mío, Aldogón, Residencial, La Serena, Grand Hotel, Club Francés y un hotel boutique que se levantará en Montevideo al 1200, casa salvada de la piqueta por la fuerza de Basta de Demoler. Semejante concentración tiene mucho que ver con la demanda de un turismo alta gama que combina marcas top, arte, cocina gourmet y un toque de tango.
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