El hijo del jefe: confesiones de esos empleados que arrancan con ventaja
En la Argentina, el 80% de la empresas son familiares, pero sólo el 30% de ellas llega a la segunda generación; los hijos que trabajan con sus padres reconocen las ventajas, pero también cuentan sus pesares; ¿cómo es el trabajo con papá?
Trabajar con el padre es una situación que, a simple vista, pareciera estar repleta de ventajas y licencias. Si bien muchas veces se cumple esa premisa, los roces diarios alejan esa imagen de paraíso laboral y dejan sus secuelas en el plano personal.
Guillermo Hemgren tiene 32 años y hace diez que trabaja con su padre Alberto Hemgren en la "Esquina del Utilitario", una agencia de camionetas y camiones en la capital cordobesa.
Para él la principal ventaja de trabajar en la empresa familiar es que puede manejar sus tiempos y vacaciones, pero "horarios hay que cumplir, porque se respeta la hora de apertura y cierre", aclara. A esa flexibilidad, se agrega la posibilidad de trabajar en los sectores de preferencia dentro del negocio. Hemgren señala: "Existe la confianza dentro de la empresa para desarrollarte personalmente porque hay facilidad para moverse en las distintas áreas. Puedo decir ‘hoy no quiero vender más autos’ y me dedico a la parte administrativa, por ejemplo", explica.
Existe la confianza para desarrollarte personalmente porque hay facilidad para moverse en las distintas áreas. Puedo decir ‘hoy no quiero vender más autos’ y me dedico a la parte administrativa
Leonardo Robles, tiene 34 años y es dueño de una cascotera que lleva su nombre. Su padre es Jorge Ricardo Robles, tiene 66 años, y también es propietario del negocio. En el inmenso predio de Villa Soldati reciben los escombros de demoliciones realizadas en la ciudad y los convierten en cascotes más pequeños para proveer de material para la construcción a otras empresas.
Leonardo trabaja con su papá desde que finalizó el colegio secundario. Él también destaca como beneficios "manejar los horarios y la confianza". Además, agrega otras libertades como "manejar plata, tomar decisiones de comprar o vender sin dar explicaciones".
En su círculo de amigos, Robles ya sabe la reacción reiterada cuando comenta que es el hijo del dueño: "La frase típica es ‘tiene la vaca atada’ o ‘viene cuando quiere".
Leandro Kirovsky, tiene 27 años y ocupa el cargo de Director en la discográfica Magenta. Su padre, Norberto Kirovsky, tiene 56 años y, a su vez, heredó la empresa de papá. Hoy en el edificio de Almagro cuentan con 17 empleados.
Kirovsky resalta otra vez entre sus ventajas de hijo, "el tema de los tiempos, la tranquilidad y la estabilidad laboral, hay más tranquilidad para decidir, para elegir un camino que si salió mal no es determinante, no es motivo de despido".
Además, pone en claro un estigma del puesto: "Es un cargo que no lo ganaste con estudios o con una carrera, sino por derecho de sangre".
No todo es idílico
Al compartir el ámbito laboral se generan tensiones que afectan la tarea diaria y el vínculo. Hemgren apunta que una de las cosas más negativas de ser "el hijo de" es que "No tomás ninguna decisión sin que pase por tu viejo". Otra gran dificultad es "entender quién es el dueño del negocio" y aclara: "No porque entremos a trabajar somos los dueños del negocio ni tomamos decisiones, nuestros padres siguen siendo los dueños".
No tomás ninguna decisión sin que pase por tu viejo
Los inconvenientes, para Robles, se ubican en "tratar de superar las expectativas; siempre va a estar la mirada. No existe un no, a las cosas hay que hacerlas" remarca.
Kirovsky no duda a la hora de detallar el mayor obstáculo. "Lo peor es, claramente, tener que convivir continuamente con el trabajo. En casa cuando termina la hora no se termina de hablar del trabajo, es un tema que está siempre ahí, es difícil desconectarse. Es mucho el tiempo de convivencia, si quedó un roce en el laburo vas a tu casa mal predispuesto", se lamenta, pero reconoce que irse a vivir solo lo ayudó a llevar mejor la relación.
La empresa familiar, una herencia pesada que no perdura
De acuerdo al Instituto Argentino de la Empresa Familiar (Iadef), en Argentina las empresas familiares representan el 80% del total de las empresas. Sin embargo, sólo el 30% de ellas llega a la segunda generación y únicamente el 15% alcanza la tercera.
Según el estudio, realizado por la entidad el año pasado, el principal problema es la ausencia de límites claros y objetivos entre familia y empresa y, por ende se confunde la condición de heredero o de socio con la de trabajador.
Consultado sobre si la confianza entre padre e hijo es un obstáculo en una relación laboral o, por el contrario, es un factor que facilita el trabajo, Hemgren se inclina por lo segundo: "La confianza padre-hijo hace más fluido el trabajo porque hay más libertad para decir las cosas. Si es un jefe desconocido es más difícil o, inclusive, puede haber temor de que te echen por contradecirlo".
Yo dejo que decida él, me puedo sentir dueño pero cuando hay un roce prefiero ceder
Por los años de trabajo con su padre, Robles asegura: "son muchas más las veces que nos llevamos bien que las que nos llevamos mal" y recuerda algún episodio en el que no se ponían de acuerdo. "Si hay posiciones diferentes dejamos que pasen unos días, si no, nos matamos. Yo dejo que decida él, me puedo sentir dueño pero cuando hay un roce prefiero ceder y que sea a su manera, porque el que hizo todo es él".
Satisfacer las exigencias del mandato paterno a veces puede ser demasiado.
Robles siente una presión extra, "hay que tratar de resolver bien, a veces te ponés exigente, no podés fallar, no podés errar. Hay que tratar de tomar buenas decisiones.".
Por su parte, Kirovsky también padeció el peso de la responsabilidad familiar: "En un momento sí, me tenía muy intranquilo. A veces pensaba, si él [su padre] a mi edad pudo hacer algo tan grande, yo tengo que hacer algo igual de grande. Con el tiempo me di cuenta que no era así. Hoy no tengo ninguna presión extra. En ese momento lo manejé con terapia. Pesó porque sentía que cumplía con mi trabajo pero necesitaba hacer algo más".
Jamás un jefe desconocido
¿Alguna vez pensaste en cambiar de trabajo? "Sí, se me cruzó por la cabeza para ver cómo es, para hacer otra cosa. Yo no sé lo que es un trabajo donde hay hombres y mujeres que comparten un mismo lugar, no sé lo que es tener como jefe a otra persona que no sea mi viejo", asegura Robles.
Hemgren, por su parte dice que no tendría problemas en trabajar bajo la supervisión de otra persona, pero está conforme con su trabajo actual. Él ingresó a trabajar con su padre luego de realizar una pasantía de la facultad, y recuerda a aquella experiencia como un paso previo valioso, antes de integrar el negocio familiar. Es por ello que recomienda "primero trabajar en otra empresa y luego trabajar en la empresa familiar, salvo que se tenga una relación muy madura con los padres. Si recién te recibís y entrás a la empresa, te querés llevar el mundo por delante y vas a querer hacer todo a tu manera; es mejor trabajar en otra empresa para entender cómo funciona, dónde está el mando y la toma de decisiones y luego pasar a la empresa familiar", explica.
Para Kirovsky es indispensable que la actividad familiar despierte interés en ese hijo que va a integrar el negocio y señaló: "si no te gusta, por más herencia que sea, no funciona".
Las claves para llevar adelante la relación
Alicia Lacal es psicóloga, con especialidad en grupos e instituciones. Desde una visión psicoanalítica asegura que "la figura del padre es fuerte, por eso habitualmente es complejo. A veces el dueño de la empresa tiene miedo a los cambios y se generan ruidos o se confunden los roles. Se juegan muchas cuestiones en cada reclamo, en cada pedido, en el trato mismo".
En referencia a los vicios que se arrastran del trabajo a la familia, Lacal advierte que se suman los reproches laborales a la relación cotidiana de padre e hijo y agrega el factor de las ilusiones puestas en ese hijo: "La expectativa de uno siempre es mayor a lo que el otro da o puede dar. La evaluación del padre a ese hijo está teñida de otros conocimientos, expectativas, ideales, deseos, que nunca van a ser cumplidos del todo", explica.
Para lograr un clima de cordialidad y productividad en el negocio es importante tener en cuenta algunas claves para no dañar el vínculo: "Hay que tratar de dar ciertas libertades y poner las pautas lo más claras posibles, y tratar de cumplirlas. Es necesario conversarlas porque si hay pautas claras para regirse, se puede llevar de mejor manera".
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