
En el país hay cultos que hablan de un tiempo final
Son los grupos milenaristas, entre los que se cuentan los mormones
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En la Argentina, que ya festeja la llegada del nuevo milenio, la voz que más resuena entre los cultos cristianos es la de la Iglesia Católica, que posee la mayoría de fieles en el país: el 2000 fue declarado año santo por el Vaticano con motivo de cumplirse dos mil años del nacimiento de Cristo.
Pero, en medio de la fiesta, también se oye -fuera de la Iglesia- el murmullo pesimista del llamado milenarismo , que ve en la actualidad signos apocalípticos previos a una segunda venida de Cristo.
"De las treinta denominaciones religiosas inscriptas en el país (ramificadas en diversos grupos), unas cinco tienen un perfil milenarista", explica a La Nación José Cardozo, director general del Registro Nacional de Cultos.
"Entre ellas -continúa- se hacen oír las iglesias evangélicas pentecostales, los Testigos de Jehová, los mormones y los adventistas."
Estas confesiones sumarían cerca de dos millones de fieles en el país, según ellas mismas calculan (no hay estadísticas oficiales). Basadas en los textos bíblicos, sostienen que luego del Apocalipsis, cuando Satanás sea liberado de su prisión y luego vencido por Dios, comenzará en esta misma Tierra una era de mil años en la que el hombre vivirá en paz e igualdad, como si retornase al Edén.
El milenio como concepto es propio del cristianismo. Surgió de las visiones futuristas de un fin beatífico del tiempo que figuran en los dos grandes libros apocalípticos de la Biblia: el de Daniel, en el Antiguo Testamento, y el del Apocalipsis, en el Nuevo. La inquietud que produjeron estos textos hace diez siglos sigue vigente, aunque con menor fuerza entre los actuales milenaristas.
Néstor Curbelo, director de asuntos públicos para el área Sudamérica Sur de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días (mormones), que se atribuye 300.000 fieles en la Argentina, aclara que, para su culto, el 2000 no tiene nada de particular porque Jesús no habló de fechas precisas.
Afirma, sin embargo, que la segunda venida de Cristo "está cerca". Para llegar a semejante conclusión se apoya en una doble lectura de la realidad: "Por un lado, la perversidad del mundo es más alarmante que nunca y, por el otro, cada vez más gente se aferra a las enseñanzas del Salvador".
A diferencia de los otros grupos, la iglesia a la que pertenece Curbelo basa sus creencias en un texto propio, además de la Biblia. Se trata del Libro del Mormón, un volumen que contiene las enseñanzas del norteamericano Joseph Smith, que fundó la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días en 1830.
Tiempo de descuento
La Confederación Evangélica Pentecostal también rehúye del 2000 como año-límite, pero parece poner más énfasis que los mormones en los males actuales. Esta organización, que presume tener al menos 1.500.000 adherentes en el país, está integrada por la Unión de Asambleas de Dios, las Asambleas Bíblicas, y las iglesias de Dios, del Evangelio Cuadrangular, Evangélica Pentecostal Argentina, de los Cristianos de la Fe Evangélica y Pentecostal de Santidad, entre otras.
"Nosotros no creemos que en el 2000 habrá una catástrofe. Pero hay señales de que estamos viviendo el fin: pestes, hambre, guerras y... la globalización", comenta Bladimiro Pucenicz, presidente de la Confederación Evangélica Pentecostal.
Los Testigos de Jehová, por su parte, consideran que el principio del fin se remonta a la Primera Guerra Mundial. Según Angel Matiacci, vocero de esta agrupación religiosa que reconoce unos 120.000 fieles argentinos, ese conflicto fue el signo de que estamos en los últimos días. "Hoy más que nunca vivimos en la época de los Anticristos, que son todos los comportamientos que se oponen a las enseñanzas de Jesús", declama.
Mattiacci también niega que el mundo sucumba el 31 de diciembre de 1999 bajo "una lluvia de fuego". "Lo que sí podemos decir es que está próximo un cambio mundial -dice-, el regreso de Jesús para instaurar el paraíso en la Tierra."
Otro que relativiza el significado del 2000 es el pastor Luis Pérez, de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, confesión que reúne a más de 70.000 personas, según sus propias estadísticas, y que, además de templos, posee en la Argentina escuelas, hospitales y centros para dejar de fumar.
"Los males no se van a solucionar con el cambio de milenio", sentencia Pérez. Y enseguida surge de su boca la mayor expresión de pesimismo: "La situación social, económica y política irá de mal en peor, a lo que se sumarán diversos cataclismos".
Para él, por ejemplo, los intentos conjuntos de alcanzar la paz en el mundo -piensa en voz alta en la ONUy en la OTAN- son inútiles sin la intervención de Dios. La concordia, aclara, sólo será posible con el advenimiento de Jesús.
Planeta maldito
Entre los grupos netamente apocalípticos que fijaron el 2000 como fecha precisa de catástrofes, el que más prensa tiene -y esta mención contribuye inevitablemente a ello- es el Movimiento Gnóstico Cristiano Universal de la Argentina.
Norberto Atamaniuk, autodenominado "asesor cultural" de esta insólita agrupación de apenas 100 miembros, explica lo que para ellos ocurrirá el año próximo: "La máxima cercanía de un planeta llamado Hercólubus atraerá el fuego interior de la Tierra y destruirá todo".
Aunque ningún científico ha visto jamás a Hercólubus, Atamaniuk insiste en que "los astrónomos callan su existencia". Y lo dice con un tono de voz llamativamente tranquilo para alguien que afirma tener sólo seis meses de vida.
La Iglesia
La Iglesia Católica ve a mormones, Testigos de Jehová, pentecostales y adventistas con desconfianza porque interpretan literalmente la Biblia. "El catecismo rechaza el milenarismo, especialmente las formas que hablan de un reino futuro en la Tierra, porque para la Iglesia ese reino no será histórico", comenta Norberto Padilla, secretario de la Comisión de Ecumenismo del Episcopado.
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