La dolencia “estigmatizante” que afecta más a los hombres que a las mujeres
Las tasas de esta afección aumentaron más de 20% desde 1990; largo camino hacia el diagnóstico y tratamiento apropiado
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NUEVA YORK.- Hace unos 13 años, Kyle Edmondson se despertó tras una noche de copas con los amigos y sintió un intenso dolor en la parte superior del pie. Al levantarse de la cama, apenas podía andar.
El médico le dijo a Edmondson, en ese entonces un diseñador de productos veinteañero que vivía en Kentucky, que seguramente se había golpeado y le aconsejó que no lo apoyara. El dolor disminuyó al cabo de varias semanas, pero reapareció unas dos veces al año. A veces, era tan intenso que utilizaba muletas en casa y usaba botas de trabajo porque el más mínimo roce podía ser insoportable.
“Te dan ganas de cortarte el pie”, dijo Edmondson. “Es como si todas tus articulaciones estuvieran llenas de cristales rotos”, sumó.
Unos cinco años después, tras una serie incesante de recaídas, Edmondson acudió a un nuevo médico, quien le diagnosticó gota.
En todo el mundo, las tasas de gota han aumentado más de un 20% desde 1990, junto con las de otras afecciones crónicas como la obesidad, que pueden agravar la enfermedad. En Estados Unidos, afecta a más de 12.000.000 de personas y es hasta cuatro veces más frecuente en los hombres que en las mujeres, cuyos niveles más altos de estrógeno se cree que tienen un efecto protector.
A pesar de la prevalencia de la gota, anteriormente llamada “enfermedad de los reyes”, sigue existiendo el estigma generalizado de que solo es un problema de glotones o bebedores empedernidos. Incluso los médicos suelen dar más importancia a las medidas dietéticas, como reducir porciones a la mitad, que a los tratamientos probados a largo plazo: solo alrededor de un tercio de los pacientes de gota reciben medicación para el padecimiento, y entre quienes la reciben, muchos lo hacen en dosis demasiado bajas para ser eficaces.

Debido a que los ataques suelen desencadenarse por el consumo excesivo de carne o alcohol, las fiestas de Fin de Año o las vacaciones pueden ser una época peligrosa para quien no trata la enfermedad. Hemos preguntado a expertos sobre la gota, cómo tratarla y qué alimentos, si los hay, son mejores para ella.
¿Qué es la gota?
La gota es una enfermedad antigua —hay pruebas de ella en un espécimen de tiranosaurio rex—, pero los humanos tenemos una serie de mutaciones que nos hacen más predispuestos a padecerla que el primate promedio.
La enfermedad está causada por un nivel elevado de urato, comúnmente llamado ácido úrico, en la sangre. La mayor parte de ese urato se forma durante la descomposición de la purina, una sustancia química que se encuentra de forma natural en el organismo. Parte de la purina también viene de las plantas y los animales que comemos. La carne roja y las gambas o camarones tienen un contenido relativamente alto de purinas, pero también se encuentra en niveles elevados en algunas verduras como las espinacas y los espárragos.
Normalmente, los riñones filtran el urato sin problemas. Pero en quien desarrolla gota hay demasiado para que el organismo pueda manejarlo, de modo que el urato se cristaliza y se deposita en las articulaciones, como piedras en una caja de cambios. Con el tiempo, esto puede dar lugar a bultos que pueden erosionar las articulaciones y los huesos, aunque el dolor solo dure unas semanas cada vez.
“Lo que lo desencadena es la exposición por la dieta, pero no es la causa de fondo”, dijo Tony Merriman, epidemiólogo de la Universidad de Alabama en Birmingham.
En 2018, Merriman y sus colegas analizaron los resultados de las pruebas de 16.760 personas de ascendencia europea y descubrieron que el riesgo de desarrollar gota se reducía sobre todo a la genética: una dieta rica en purinas explicaba menos de un tercio del 1% de las diferencias en los niveles de ácido úrico, pero la genética explicaba aproximadamente cien veces más.

Algunas poblaciones, como las personas de ascendencia polinesia o hmong, tienen un riesgo mayor. Además de la obesidad, la hipertensión arterial y las enfermedades cardiacas también son factores de riesgo, y todos ellos afectan al modo en que el organismo controla los niveles de ácido úrico.
¿Cuál es la forma correcta de tratarlo?
En internet abundan los malos consejos sobre la gota. Un análisis de los 116 videos de TikTok más vistos sobre la enfermedad, publicado la semana pasada, reveló que la mayoría hacían hincapié en dietas bajas en purinas y promocionaban remedios herbales cuestionables, como el té de achicoria y gardenia o el jugo concentrado de cereza ácida. Solo dos videos mencionaban el alopurinol, el medicamento de primera línea para reducir los niveles de ácido úrico en los enfermos de gota.
Ivan Haworth, de 45 años, padece gota y una enfermedad renal crónica, y dijo que siguió el consejo del jugo de cereza sobre todo por desesperación. “Tenía ideas suicidas”, dijo. “Hubo varias veces en que se me bloqueaba toda la pierna y la cadera”, amplió.
Haworth, quien vive en Knoxville, Tennessee, dijo que pasaron años antes de que un médico le explicara por fin el daño que causa la gota y le recetara la medicación adecuada.
Un solo ataque de gota suele ser tratado por un médico de atención primaria con analgésicos sin receta o colchicina, un antiinflamatorio. Para las personas con dos o más brotes al año o que hayan desarrollado bultos, llamados tofos, el Colegio Estadounidense de Reumatología aconseja medicación para reducir el ácido úrico. También recomienda el tratamiento a las personas con enfermedad renal crónica o antecedentes de cálculos en la vejiga.
Sin embargo, encontrar la dosis adecuada lleva tiempo. El alopurinol debe iniciarse con una dosis baja y luego aumentarse gradualmente a lo largo de varias semanas para evitar los daños renales.
¿Qué papel desempeña la dieta?
Hyon Choi, director del Centro de Gota y Artropatía Cristalina de la Facultad de Medicina de Harvard, dijo que solo deben seguir una dieta baja en purinas a corto plazo las personas que acaban de empezar a tomar la medicación o que tienen dificultades para controlar sus niveles de ácido úrico.
Evitar las purinas a largo plazo suele implicar comer más carbohidratos y grasas, lo que puede empeorar la salud metabólica, dijo. Una dieta rica en jarabe de maíz de alta fructosa, por ejemplo, puede aumentar los niveles de ácido úrico en la sangre. Y las verduras ricas en purinas no parecen aumentar el riesgo de que una persona desarrolle gota.
Choi recomienda a las personas con gota concentrarse en la pérdida de peso y adoptar dietas como la DASH o la mediterránea, que se ha demostrado que reducen la tensión arterial.
Choi dijo que las personas que toman Ozempic y otros medicamentos GLP-1 para perder peso podrían controlar mejor sus niveles de ácido úrico, pero los expertos apenas están empezando a estudiarlo.
Además de tomar alopurinol todos los días durante los últimos ocho años, Edmondson se somete cada año a análisis de los niveles de ácido úrico, dijo, para asegurarse de no estar cerca de la zona de peligro, que es por encima de 6,8 miligramos por decilitro de sangre.
Edmondson no ha tenido ningún brote desde hace años, y su lectura del mes pasado fue de 4,8. “Preferiría no tomar medicamento”, dijo. “Pero la alternativa es mucho peor”, afirmó.
Brendan Borrell
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