Ferrugem, la meca de los adolescentes
El balneario de Garopaba vive la mejor temporada de los últimos diez años gracias a una masiva presencia de chicos argentinos; llevan litros de fernet desde Buenos Aires, arman las "previas" en posadas y se quejan del control policial
FERRUGEM, Brasil.- Es cierto. Llegaron menos argentinos que otros años y se nota. Todos hacen la misma reflexión por estos días en las playas de Florianópolis. Pero Ferrugem es la excepción. El balance que hacen aquí los dueños de las posadas y agentes turísticos, a casi una semana de haber terminado la quincena más fuerte de la temporada, es más que alentador. "Fue el mejor enero de los últimos diez años", arriesgó sin titubear Diego Márquez, dueño de una inmobiliaria que trabaja desde hace más de quince años en esta ciudad, ubicada en Garopaba, a 90 kilómetros al sur de la entrada a la isla.
Eso sí, mayores de 25 años, abstenerse. Bien podría ser ése el cartel de bienvenida a Ferrugem, donde los jóvenes argentinos, y este año más que nada porteños, son multitud. De los casi 9000 turistas que la visitaron desde que empezó el verano (estuvo casi al límite de su capacidad hotelera), el 90% responde a este perfil. Y llegan en "dulce montón", por eso es común verlos moverse en bloque, en grupos de diez, quince y hasta veinte. Lo sabe bien el operador turístico José Leites, que este verano trajo a unos 700 chicos argentinos en varios contingentes.
A pesar de sus cuatro o cinco horas de sueño, ellos están de buen humor, tomando sol en la playa y dispuestos a contarle a LA NACION las andanzas de las que, para muchos, son sus primeras vacaciones solos y con amigos.
Como el grupo de 17 porteñas, egresadas hace dos años del colegio San Martín de Tours, que llegó la semana pasada en ómnibus desde Retiro con un paquete turístico cerrado y que, por unos 3800 pesos, incluyó trece noches de alojamiento, pasajes de ida y vuelta y traslados. Las 26 horas de viaje, dicen, no importaron.
"Es reloco , estás en Brasil, hiciste mil y pico de kilómetros y es como si todo el circuito de Buenos Aires se hubiera mudado acá. Vas caminando y te encontrás con grupos del Champagnat, del Newman, El Salvador, del Pilgrims, del Jesús María Pero nadie tiene la onda histérica de allá, acá todos te sonríen y están más relajados", cuenta Carmela Aleman (20), que llegó a la playa cerca del mediodía con el equipo diezmado. El resto, delata, aún sigue durmiendo en la casa. Pero ellas aseguran que siempre son de las primeras en pisar la arena. "Muchos caen tipo seis de la tarde, pero además de la joda de la noche, nosotras también queremos disfrutar de la playa", acota, a su lado, Marina Miguenz, que no pasa ni una sola tarde sin meterse en el mar. "Los días estuvieron geniales, a veces pasa una nube bombero por un par de horas, pero no más que eso."
La rutina diaria, coinciden todas, es más o menos así: "Te levantás tarde, comés en la casa o algo barato por ocho o diez reales y después playita hasta tarde, hasta las diez, once de la noche -cuenta Clara Millan, de 19 años-. La previa empieza en la playa, siempre en el parador Bar do Zado, y después sigue en una posada o en nuestra casa, y raramente vamos a bailar. La movida está en la calle, afuera, no adentro de los boliches".
La previa en las posadas
Casi el mismo esquema replica el cordobés Agustín Conzi (21), que llegó con cuatro amigos y confiesa que cada noche los tragos arrancan desde temprano. Se trajeron desde Córdoba varias botellas de Fernet porque, dicen, acá no se consigue o está mucho más caro. "En la previa siempre fernet, música y cerveza", cuenta a LA NACION minutos antes de que un guardia de seguridad privada (acá los chicos lo llaman "el sereno de la posada"), llegue con linterna en mano y dé inicio a una señal de luces intermitentes. Mientras ellos bailan arriba de las sillas, la directiva es que bajen la música, que está demasiado alta para el horario de medianoche. "El sereno" no tiene cara de buenos amigos, y si repite su visita más de tres veces, el próximo aviso será de la policía local.
Gustavo Meossi (21), también cordobés, busca la aprobación de sus amigos cuando hace referencia a la "exagerada restricción" de la policía local sobre los ruidos molestos y la música. "Entran a las casas y secuestrar los parlantes si la música está demasiado fuerte. Y un grupo de amigos pasó un mal momento la semana pasada", contó el joven. LA NACION confirmó este procedimiento con muchos otros testimonios y, según pudo saber, los parlantes incautados ya suman casi una centena.
Es que la previa en las casas y las posadas es un rito casi obligado en Ferrugem. "Mientras preparamos los fideos también probamos la caipirinha, que no puede faltar nunca -cuenta una de las porteñas enamoradas de "Ferru", como aquí le dicen-. Y para abartar costos también trajimos fernet de Buenos Aires. Es que acá te lo cobran recaro".
Después, a la calle. "Los primeros días de enero casi ni podías caminar. Era increíble. Hay mucha vigilancia, es cierto, pero, si bien puede ser un poco exagerado, también estás más tranquila. Hay pibes que se ponen medio violentos. Te hablan reagresivos cuando están mamados ", dice Delfina (20).
"Cuando venía para acá algunos me recordaban lo del chico argentino que murió hace unos años -agrega Clara Millan, en referencia a Ariel Malvino, que falleció luego de un golpe en la cabeza tras una pelea callejera, en 2006-. Pero está tranquilo y la policía está dando vueltas todo el tiempo."
El control más estricto por parte de la policía responde, en medida, a las características de las previas, donde el alcohol domina la diversión nocturna. Lo confiesan Juan Cruz, Maximiliano y Juan Ignacio, llegados de Formosa. "Hay que ponerle actitud. Acá venís a quebrar todas las noches. Más de diez días en Ferrugem es imposible de aguantar", confiesa Juan Cruz, que tiene 21 años, pero con su cara aniñada parece de 15.
Como muchos por estas playas, ellos cambiaron Pinamar por Ferrugem y no se arrepienten. Es su segunda temporada aquí y están disfrutando de su último día antes de partir hacia Santa Fe. Nicolás Alcalde (20), Juan Cruz Davlón (20) y Joaquín Saviola (21) hablan en representación de los 16 que conforman el grupo. "La pasamos muy bien. Este año estuvieron un poco pesados con el volumen de la música, pero de todas maneras siempre hay joda. Para eso no hay otro lugar como Ferrugem".
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