Hallan esculturas de la época de Augusto en las afueras de Roma

ROMA.– Un hallazgo "excepcional": así fue definido el descubrimiento en las afueras de la ciudad de Roma de la villa de Marco Valerio Mesala Corvino, general y cónsul romano de la época de Augusto, famoso por haber sido fundador de un círculo literario y mecenas de varios intelectuales, entre ellos, el célebre poeta Ovidio (43 a.C., 18 d.C.).

De las entrañas de esta villa que se remonta al año 199 antes de Cristo, oculta bajo tierra en la zona de Ciampino, salieron a la luz siete estatuas extraordinarias, reveló un artículo aparecido ayer en el diario La Repubblica. El grupo de esculturas representa el trágico mito de Níobe –la madre que, castigada por su soberbia, ve masacrar a sus hijos–, cantado por Ovidio, en uno de los capítulos de las Metamorfosis, su obra máxima.

"Se trata de uno de esos descubrimientos que sólo suceden una vez en la vida de un arqueólogo", dijo Aurelia Lupi, jefa del equipo de la Superintendencia de los Bienes Arqueológicos del Lazio que, entre junio y julio pasado, comenzó las excavaciones que sacaron a la luz este tesoro.

Como suele ocurrir casi siempre bajo cualquier parte del suelo de la ciudad eterna y sus alrededores, el hallazgo tuvo lugar en un área privada de Ciampino, periferia de esta capital donde hay un aeropuerto homónimo, en la denominada "vía de los lagos" que lleva a Castelgandolfo, la residencia veraniega del Papa y a la zona de los "Castelli romani". Allí, se proyectaba edificar.

Luego del hallazgo de mosaicos pertenecientes a una zona termal de la villa de Mesala, de la que hablan diversas fuentes, el valiosísimo grupo de esculturas fue encontrado en la denominada "natatio". Es decir, en la zona de la villa donde estaba la piscina al aire libre de más de veinte metros de largo de Mesala, aristocrático conocido también como hábil político y orador.

"Ya habían sido encontradas estatuas de Níobe en el pasado, pero en el caso de Ciampino tenemos una buena parte del grupo", explicó Elena Calandra, experta del mismo equipo, que destacó que no sólo se trata de obras de la época de Augusto íntegras –algunas con mutilaciones reconstruibles–, sino también fragmentos que pueden ser vueltos a armar.

"Estos capolavori entrarán en los manuales de historia de arte clásico", dijo Calandra, que detalló que las estatuas decoraban los cuatro lados de la piscina del noble Masala.

Las obras lograron conservarse bajo tierra durante siglos, casi intactas, probablemente porque un terremoto del siglo II las hizo caer en la pileta.

Las esculturas representan la tragedia del mito de Níobe cantado por el poeta Ovidio, entre otros, en uno de los capítulos de las Metamorfosis, que narra la historia del mundo. Hija de Tántalo y esposa de Anfión, la reina Níobe, orgullosa de sus catorce hijos (siete varones y siete mujeres, aunque el número varía según diversos autores), se burla de Latona por tener sólo dos vástagos, los dioses Apolo y Artemisa. Estos por venganza masacran a todos los hijos de Níobe, uno por uno, sin piedad. Petrificada por el dolor en el monte Sípilo, los ojos de Níobe siguieron vertiendo lágrimas eternas que se transforman en un manantial.

"Las esculturas nos ofrecen nuevos testimonios sobre la iconografía de Níobe", aseguró a La Repubblica Alessandro Betori, director científico de las excavaciones. "En el grupo saltan a la vista dos figuras masculinas de jóvenes que están observando la masacre de los hermanos, algo inédito", apuntó.

"Aunque lo notable es que la villa de la que provienen pertenece a Mesala, protector de Ovidio. No es casual que la descripción más vívida del mito de Níobe se encuentre justamente en su obra maestra, las Metamorfosis", siguió. "Como asiduo frecuentador del círculo literario, quizás el poeta habrá podido ver el grupo de esculturas del mito Níobe en todo su esplendor, inspirándose en él", opinó.

Aunque también hay quienes creen que, quizá, podrían haber sido los célebres versos de Ovidio los que impulsaron al mecenas Masala a tener en su villa, hoy salida a la luz, un impactante grupo escultórico que los recordara magníficamente.