Inauguran una muestra de "objetos imposibles"
Hasta el 12 de octubre se exponen en el Palais de Glace 290 elementos cotidianos modificados hasta el absurdo
lanacionar"¡Qué agradable sorpresa tendría Alicia si volviera de este lado del espejo!", pensó el notable realizador cinematográfico René Clair al contemplar los objetos imposibles de Jacques Carelman.
Y con mucha razón. En la muestra que el artista francés exhibe desde ayer -y hasta el 12 de octubre-en el Palais de Glace hay, por ejemplo, un reloj de arena "antienvejecimiento", que tiene piedras en lugar de arena, y una paleta matamoscas ecológica, con un agujero en el centro para dar al insecto una última oportunidad.
"Las actividades humanas son innumerables y variadas: algunos desvían los aviones, otros los fondos públicos y otros la conversación. En cuanto a mí, prefiero desviar de su uso habitual los objetos de la vida cotidiana. Es menos peligroso, más honesto e infinitamente más divertido", señaló Carelman.
De visita en la Argentina para la inauguración de la muestra que incluye 200 objetos y 90 dibujos de diseños aún no desarrollados, Carelman recordó que sus obras, totalmente inutilizables, "son lo contrario de esos pequeños artefactos de los que nuestra sociedad es insaciable".
Crítica al consumo
Miembro de la generación del Mayo del ´68, a través de sus objetos Carelman quiso unirse a la crítica a la sociedad de consumo.
Hoy, treinta años después, sus obras siguen brindando una mirada suavemente irónica al mundo material, si bien no es necesaria una lectura sofisticada para disfrutarlos.
Así lo atestiguó la cantidad de chicos que ayer rodeaban, fascinados, una mesa de ping-pong ondulada y una cacerola con canilla ("para que no se enfríe la sopa al pasarla al plato", como explicó Yamila, de ocho años).
"Durante años me pregunté qué es lo que los chicos veían en mi trabajo, que al principio fue recibido por sectores intelectuales. Creo que la respuesta es muy simple: soy esa especie de tío solterón que les muestra las cosas que un padre severo jamás les mostraría", afirmó en diálogo con La Nación .
En la infancia
El origen mismo de toda la muestra se remonta a cuando Carelman era pequeño: "Hace miles de años, antes de la guerra -sostuvo sonriendo el artista, nacido en Francia en 1929-, yo iba de vacaciones al campo y me encantaban los catálogos que los paisanos recibían para sus compras por correspondencia", recordó.
Como esos diseños le deban un enorme placer, el artista recordó que cuando fue "un chico grande" se propuso confeccionar un catálogo semejante.
"La única diferencia es que lo que Carelman ilustraba era una serie de piezas irreverentes, que continuaban con la pasión por los objetos que mostraban Salvador Dalí y Pablo Picasso", dijo el director del Palais de Glace, Julio Sapolnik.
Humor en el Louvre
El catálogo que creó Carelman en 1969 hoy se encuentra traducido a quince idiomas, y la exposición de los objetos recorrió ya las grandes capitales. Pero, sin duda, la muestra más emocionante para el autor fue la de París, en 1972, donde una poetisa le escribió en el libro de invitados: "Gracias por haber traído el humor al Louvre".
Sin embargo, el objetivo de este especialista en el absurdo es otro: "Quiero que, después de ver mi muestra, la gente contemple las cosas que la rodean de un modo diferente".
Al respecto, Carelman consideró particularmente estimulante una reciente visita que un periodista le hizo en Francia. "Tomaba cada objeto imposible, me preguntaba qué era y yo le contestaba. Finalmente, tomó un martillo común, que se encontraba en el suelo, y no me creyó cuando le dije que no tenía nada raro. Había empezado a ver las cosas con mayor desconfianza", relató.
A lo largo de su vida, el artista marsellés fue escenógrafo para la Opera de Estrasburgo e ilustró ediciones de las obras de Gogol, Dostoievsky y "Las mil y una noches", pero sobre todo fue un gran caricaturista. "Los objetos imposibles son a lo inanimado lo que las caricaturas son a los hombres", reflexionó.
A una semana de su llegada a Buenos Aires, y con la inauguración de su exposición repleta de público, Carelman aún tiene una cuenta pendiente: "Estoy pensando qué puedo inventar a partir de un mate, pero todavía no encontré ningún uso alternativo", confesó suspirando.
Sin tiempo
Si bien año tras año Jacques Carelman fue agregando nuevos objetos a su colección, llama la atención que, a fines de los ´90, no haya ninguna referencia a la tecnología de punta. "Lo que pasa es que el núcleo de una computadora es circuitos invisibles; entonces es demasiado complicado encontrarle el humor. Lo mío son los paraguas, las bicicletas y los tenedores, cosas que vamos a seguir usando por muchos años. Prefiero los objetos sin tiempo determinado", explicó el marsellés.
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